El lado oscuro de los pitillos de papel para la salud y el medio ambiente

Un estudio revela que estos productos contienen agentes químicos sintéticos, compuestos asociados al desarrollo de cáncer y otras enfermedades crónicas.

Luisa Ochoa

    El lado oscuro de los pitillos de papel para la salud y el medio ambiente

    Aunque se ha popularizado el uso de los pitillos de papel en reemplazo de los de plástico debido a que son elementos biodegradables, un nuevo estudio identificó que estos productos de papel no brindan grandes beneficios para el medio ambiente.

    En un artículo publicado en la revista Food Additives and Contaminants, un equipo de la Universidad de Amberes (Bélgica), explicó cómo analizaron 39 marcas de pitillos de papel en busca de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), un grupo de miles de agentes químicos sintéticos que, según alerta la Agencia Medioambiental Europea, pueden provocar problemas de salud como daños hepáticos, enfermedad tiroidea, obesidad, problemas de fertilidad y cáncer.

    En el análisis, los investigadores encontraron que de las 39 marcas, 27 tenían algún tipo de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas. 

    "Aunque las cantidades que hemos encontrado son muy pequeñas, se acumulan con el paso del tiempo, tanto en los tejidos humanos como en el medioambiente", explicó el autor principal de la investigación.

    Hace más de 80 años se empezaron a utilizar estas sustancias

    Estos compuestos, descubiertos por un empleado de la compañía química DuPont en 1938, se comenzaron a utilizar por sus cualidades antiadherentes en las sartenes, en el conocido teflón, y son prácticamente indestructibles. 

    En el medio ambiente pueden permanecer durante siglos y el cuerpo humano necesita hasta 15 años para deshacerse de ellos. Por estas razones, los investigadores creen que sería preferible optar por pajitas de acero inoxidable.

    El riesgo que se ahorraría descartando los pitillos es pequeño y el autor principal del estudio reconoce que se absorbe una mayor cantidad de PFAS a través del pollo o de algunos vegetales. 

    Por su parte, Argelia Castaño, directora del Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III, afirmó que los PFAS son unas sustancias muy preocupantes, pero difíciles de eliminar. 

    "La economía circular y el reciclaje, que pueden tener aspectos positivos, van a hacer que estemos expuestos a los PFAS durante mucho tiempo, aunque no haya un uso intencional por la industria", apuntó.

    "Eso sigue pasando con muchos contaminantes conocidos desde la década de 1950, que se eliminaron con el Convenio de Estocolmo, pero que tienen una vida media muy larga, pasan de los residuos a los suelos y seguimos estando expuestos a ellos".

    Alternativa de pitillos con acero inoxidable

    Castaño coincide con los autores del estudio de los pitillos en que el uso de recipientes de acero inoxidable o de vidrio es una manera de evitar la contaminación por PFAS y enfatiza la importancia de los estudios para medir en humanos, en suero o en orina, los efectos de las regulaciones para limitar el uso de estas sustancias.

    "En estudios en el ámbito europeo hemos visto que dos sustancias prohibidas desde hace años, como los PFOA y PFOS, se ven en menor cantidad en estos análisis", indicó. Aun así, el estudio del equipo de la Universidad de Amberes observó que, en los pitillos de papel, el PFAS más frecuente era precisamente el PFOA, prohibido en todo el mundo desde 2020.

    Pese a los riesgos conocidos de estos productos químicos, sus efectos no se ven tan acuciantes como los de una pandemia vírica, por ejemplo. "Estos productos actúan a medio y largo plazo, los efectos se ven después de una exposición crónica, pero hay un incremento de casos de cáncer, pubertad precoz, problemas hormonales, que se pueden ver a nivel de población", señala Castaño. 

    Después de muchas décadas de uso, ahora se plantea que lo mejor es aspirar a eliminar del medioambiente y de los seres vivos aquel compuesto creado hace más de 80 años. 

    Fuente consultada aquí.

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