La Unesco advirtió que este podría ser uno de los “episodios más serios y graves de infracción ética” en la historia de América Latina
Lo que sucedió en el estado brasileño de Amazonas es un desafío al juramento hipocrático: la muerte de al menos 200 pacientes infectados con COVID-19, en los municipios de Itacoatiara, Manaos, Maués y Parintins, estaría relacionada con el ensayo experimental de un medicamento para tratar la infección con SARS-CoV-2.
En febrero pasado, la compañía brasileña Samel anunció que iniciaría una serie de ensayos clínicos para el manejo de esta enfermedad con proxalutamida, un medicamento estadounidense que se usa como tratamiento para el cáncer de próstata recurrente. Esta formulación puede desactivar las hormonas andrógenas, que estimulan el crecimiento de células malignas.
En un estudio publicado en febrero por el médico Flavio Cadegiani y su equipo, el cual sigue disponible en el motor de búsqueda de los Institutos Nacionales de Medicina en Estados Unidos (sin declaración de conflicto de intereses), un 82% de pacientes tratados con proxalutamida reducían su carga viral a niveles indetectables. Con esos resultados en mano, fueron a Brasil a solicitar un permiso para replicar los resultados a mayor escala.
El historial del tratamiento de Zenite con inhalación de hidroxicloroquina. Foto: MICHAEL DANTAS, El País.
La Comisión Nacional de Ética Investigativa en Brasil (CONEP) autorizó que estos ensayos clínicos se hicieran en hasta 294 pacientes con formas de infección leve. Sin embargo, un escalofriante estudio encontró que un total de 645 pacientes fue incluido como muestra. Lo que es más grave: varios de ellos estaban en la unidad de cuidados intensivos. De esa enorme muestra, al menos 200 personas habrían muerto como consecuencia directa del tratamiento.
Una de esas pacientes fue Zenite Gonzaga Mora, cuya sobrina fue entrevistada por el diario español El País. La paciente tenía cierta dificultad para respirar por cuenta del virus, por lo cual fue ingresada al hospital del municipio de Itacoatiara en febrero; sin embargo, estaba consciente y tenía movilidad. Una vez allí, recibió un tratamiento con proxalutamida, inhalaciones de hidroxicloroquina e ivermectina. Ellas no
Zenite Gonzaga Mota, en una imagen cedida por la familia. Foto: El País.
La familiar de la paciente reportó que su salud se deterioró estrepitosamente: desarrolló hematomas que no traía, diarrea y taquicardia. Luego de mucha insistencia de la familia, Zenite fue trasladada al hospital de Manaos, pero estaba demasiado débil y finalmente falleció.
La Red Latinoamericana y el Caribe de Educación en Bioética (Redlaceb) consideró el caso como uno de los “episodios más serios y graves de infracción ética” a través de un comunicado. Sin embargo, el presidente de la compañía Samel contraatacó: según Luiz Alberto Nicolau y el médico Cadegiani, el rechazo hacia el ensayo clínico tiene motivaciones políticas, puesto que el presidente Jair Bolsonaro ha señalado públicamente su apoyo a estos medicamentos no aprobados. Redlaceb no ha respondido a esas acusaciones.
Sea este el momento para recordar que el único medicamento aprobado contra el COVID-19 son las vacunas, que han demostrado una gran efectividad contra la muerte y la enfermedad grave. Procure buscar una segunda opinión si le ofrecen otras alternativas de tratamiento.
Fuente consultada aquí