Dr. Ricardo Fontanet arquitecto de sueños por medio de la ortopedia

El Dr. Ricardo Fontanet, es un puertorriqueño nacido y criado en el área metro de la isla, en San Juan.

Yizeth Arrellano

    Dr. Ricardo Fontanet arquitecto de sueños por medio de la ortopedia

     

    El Dr. Ricardo Fontanet, es un puertorriqueño nacido y criado en el área metro de la isla, en San Juan. Es descendiente de una familia en la que observó el ejercicio de la medicina desde que tiene uso de razón y con el paso de los años se inspiró a servir por medio de su talento a quienes requieren de un reemplazo de cadera o rodilla para mejorar su movilidad y así se convirtió en ortopeda. 

    El especialista es reconocido como cirujano ortopeda y sub especialista en cirugía reconstructiva de reemplazo de rodilla y cadera de la Facultad Médica del Hospital de la Concepción, en San Germán

    “Siempre supe que quería ser médico” indicó el doctor Fontanet al iniciar su entrevista en la revista de Medicina y Salud Pública. Estudió Escuela Superior, en el Colegio San José de Río Piedras, y su deseo por la medicina comenzó desde muy pequeño, luego de observar y admirar el trabajo de su padre y de su abuelo, ambos médicos especialistas en pediatría, decidió que ser médico en Puerto Rico era un privilegio. 

    “El trabajo de uno es brindar felicidad, brindar salud. Lo veía confirmado en mi padre que donde quiera que iba él tenía amigos, y en esos tiempos no había tantos pediatras en el área de Carolina.” relató el doctor Fontanet, quien con los años se hizo merecedor de una beca por excelencia académica y liderazgo en la Universidad de Dayton en Ohio

    La mayor premisa que le dio su padre a medida que fue creciendo es que lo que hiciera, lo hiciera por amor y que si iba a ser médico en realidad lo hiciera porque todos los días se levantaría con la alegría de lo que está haciendo, y que no importaba si le pagaran con un abrazo o con lo que fuera.   

    El doctor reconoció que es hábil en reparar cosas, en especial cuando cuenta con detenimiento que esto lo aprendió desde temprana edad, y es que desde pequeño sus padres le dieron oportunidades, pero le enseñaron a ganarse las cosas. “Mis papás me dieron muchas oportunidades. Pero, por ejemplo, si yo quería tener mi deporte de todos los años - como hobbie era correr veleros- siempre conseguían un velero de 30 años de viejo y me decían tienes que repararlo si quieres competir. Y ahí me hice bien hábil en reparar diferentes cosas ya fuera un carro, un velero, un bote, un motor, lo que fuera así que siempre me incline por algo que fuera quirúrgico”, explicó el ortopeda. 

    La historia del Dr. Fontanet refleja el esfuerzo, la constancia, la creatividad y en especial el interés genuino por mejorar, unir y transformar con sus manos, las partes de un todo para el mejor funcionamiento posible no solo de un objeto, sino de la vida humana. 

    “Mi pasión viene cuando yo voy a la Universidad de Dayton en Ohio, que ahí empecé a coger clases de aviación para sacar mi licencia de Piloto. Entonces como yo no tenía mucho dinero me iba a ayudar a los dueños del aeropuerto que restauraban aviones viejos. Y de ahí una vez hablando con el mecánico me dice que él tiene un amigo que es ortopeda y que ese amigo le dijo una vez que reparar estos aviones viejos era como reparar los huesos de los pacientes.” narró el Dr. Fontanet, quien explicó que ese comentario despertó su curiosidad por descubrir la labor que hoy le apasiona. 

    El Dr. Fontaner durante un proceso quirúrgico.
    Su pasión por la especialidad lo ha llevado a sonreír junto a sus pacientes.
    EL proceso de cirugía no es fácil, pero junto a su equipo trabajan para dar lo mejor.

    Hasta ese momento el doctor desconocía lo que hacía un ortopeda, así que para corroborar lo que había escuchado, decidió investigar más sobre el tema y descubrió las cirugías de trauma, los reemplazos de cadera, los reemplazos de rodilla y dijo que eso era lo que quería estudiar.  

    “Pienso que muchas veces uno aprende trabajando o exponiéndose, y yo de primer año de Medicina fui a la sala de emergencias de ASEM donde llegan todos los traumas mayores de Puerto Rico y le digo al residente ortopedia que estaba de turno: Yo quiero ser ortopeda, ¿cómo te ayudo?. Y ahí me pusieron a empujar camillas, a poner yesos, a buscar placas, y en realidad me fascino lo que era ser ortopeda y por ahí seguí” relató el doctor de sus años de estudio.

    Luego continúo sus estudios de Medicina en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Ciencias Médicas, y en el primer año de medicina hizo una rotación en el área de trauma. 

     Desde muy temprano en su carrera el Dr. Fontanet desarrolló su pasión por la Ortopedia.

    “La especialidad de nosotros lo que es hacer reemplazo de rodilla y cadera y los ortopedas en general la verdad vivimos eso todos los días. Por eso muchos ortopedas son bien apasionados con su profesión y no cambiarían lo que hacen y la razón es que llegan muchos pacientes con dolor o pacientes que han tenido un accidente o golpe y básicamente no pueden caminar, no pueden pararse, no pueden abrazar a sus hijos no pueden jugar con sus hijos, y entonces el operar a esos pacientes y verlos a las semanas pararse o caminar  y que te digan mire doctor yo no podía caminar ni hacer nada, es bien gratificante. Es una de las razones por las que uno se esfuerza por cada día hacer un mejor trabajo” resaltó el doctor Fontanet. 

    La memoria es una suerte de bendición para quien se siente comprometido con sus pacientes. El doctor Fontanet, rememoró  historias que atesora entre las tantas que muestran sus logros en el quehacer al servicio de la salud. La primera de ellas, que fue uno de los primeros casos quirúrgicos que atendió, fue protagonizada por un abogado que cuando era joven defendió al doctor en un accidente de tránsito del que no tuvo mayores implicaciones pero por lo que siempre le estuvo agradecido. Este abogado 15 años después, tuvo un problema con una prótesis de cadera que se le infectó varias veces y en la que los médicos se dieron por vencidos. El doctor al enterarse de lo sucedido, decidió llamarlo y le dijo que lo ayudaría y tan pronto llegó a Puerto Rico así fue. El abogado que había sido operado 5 veces, logró curarse luego de una reconstrucción bien extensa, se le cerraron las heridas, y se curó por completo. “Y yo ver a ese paciente como esa persona volvió a ser funcional, volver a su práctica de abogado, le cambió el semblante, le cambió la psiquis, le cambió todo y eso fue bien gratificante” aseguró el doctor. 

    Para el ortopeda, ver a sus pacientes en fotos y recordar que no podían ni caminar, y que a través de su trabajo les ha devuelto la alegría de sentir que pueden hacer realidad lo que suenan como: sentarse en el suelo a jugar con sus hijos, o abrazar a sus familiares.  

    El precio del éxito en una profesión de entrega y compromiso constante, en ocasiones es alto e irrecuperable, en especial cuando se trata del tiempo al lado de los seres queridos y el doctor Fontanet no escapa de esta realidad.  “Hay veces que llegas a casa y los nenes están durmiendo. Hay veces que uno llega tarde de operar y pues abre una copita de vino y se abre una bolsita de almendras y eso es lo que uno cena. Y pues situaciones especiales, hay veces que durante la residencia uno estaba de aniversario con la esposa de uno y uno no podía estar, y esas cosas son las que a uno le afectan. Diferentes cosas de los hijos que uno quisiera estar más presente y uno no se arrepiente porque  también está haciendo el bien en la vida de las demás personas. Pero, son cosas que están ahí, gracias a Dios que mi esposa es oftalmóloga, y ella entiende el sacrificio que hace uno como médico” confesó. 

    La satisfacción es directamente proporcional al esfuerzo. “A mis colegas les diría que es importante nunca perder la pasión, que nos insta a ser médicos y siempre reconocer que el mayor privilegio que tenemos en la vida como médicos es servir a los demás. Como dice el dicho el que no vive para servir, no sirve para vivir. Es algo bonito que debemos rescatar a pesar de los años que llevemos.”  recalcó el doctor de 37 años de edad. 

    Como parte de su compromiso con Puerto Rico y en especial con las nuevas generaciones, el doctor Fontanet tiene como una de sus metas principales contribuir y acercar a los niños de escasos recursos, provenientes de residenciales a que vivan una experiencia de cerca con el mágico mundo de la medicina. Esto se debe a que considera que muchos estudiantes desisten del sueño de ser doctores, al sentirse limitados por los recursos que puedan disponer para estudiar esta profesión en Puerto Rico. 

    Para concluir el doctor Fontanet compartió un pensamiento que puede llamar a tierra a quienes aún no son conscientes de la bendición que implica tener salud, vida y la posibilidad de ser felices todos los días. “La vida es demasiado frágil para gastarla en momentos vanos” finalizó el médico ortopeda, piloto y experto en veleros. 

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