Martí ha convivido con el Parkinson durante mucho tiempo y hoy lo asume con una actitud feliz.
Ricardo Martí Ruiz, de 51 años, es escritor, publicista y paciente de Parkinson desde hace unos doce años. Recuerda que a los 14 o 15 años, él perdió su olfato, por lo que sospechó que convivía con la condición antes de recibir el diagnóstico médico.
Hoy admite que, de haber tenido más información sobre el Parkinson, hubiese buscado algo que hacer mucho antes. Hace un llamado para que, si a alguien le ocurre lo mismo, o sabe de alguien que ha perdido su olfato, acuda con un médico en busca de información importante sobre su nutrición y su sistema digestivo, ya que surgen nuevas soluciones que merecen ser conocidas.
Estos pacientes deberían hacer ejercicio y “mientras más pronto conozca sobre su condición, mejor será el pronóstico”, afirma Martí Ruiz. Para él, perder el olfato estaba relacionado con su condición de alérgico, por lo que no le dio la importancia pertinente hasta que comenzó a tener problemas para caminar.
Sus pasos eran cortos y él no sabía por qué caminaba de esa manera, su movimiento estaba limitado. Los demás lo comenzaron a notar y él, junto a su familia, decidió buscar una explicación. Visitaron muchos profesionales, pero fue un neurólogo quien detectó que el temblor de sus pies cuando quedaban suspendidos era una señal de Parkinson. Desde entonces, fue remitido con otro médico y finalmente una doctora lo siguió atendiendo.
Muchas personas no asocian el Parkinson con la edad de Ricardo, ya que tenía 40 años. Hoy día se conoce que las personas en su rango de edad no están exentas de riesgo.
“El Parkinson es un término sombrilla que abarca una serie de problemas que pueden o no ser compartidos. El más significativo es el temblor, pero hay muchas personas que tienen Parkinson y no tiemblan”, sostiene Ricardo.
Agrega que padece disquinesia, la cual es “el resultado de la medicina que tomé para remediar el problema. Si yo no estuviese medicado, estaría bajo el efecto del Parkinson: rígido, con mal balance, mucho temblor en el pie derecho y probablemente estaría agonizando”.
El medicamento es un alivio, pero no es perfecto, ya que, una vez que se llega a un punto, podría no ser tan eficiente y tener fluctuaciones. Muchas veces la última pastilla pierde su efectividad antes de que se active la siguiente. Esto ocasiona lo que llaman los off periods, caracterizados por temblores en las extremidades, rigidez general, distonía, dificultad para caminar y falta de balance”.
“Aparte de los problemas motores, que son los más obvios, hay otros que no son tan evidentes, como la depresión, alucinaciones, problemas de sueño o sueño fragmentado. Nunca duermo más de tres horas corridas”, señala Ricardo.
En el ámbito laboral, así como en otras esferas de su vida, la condición ha representado un reto, ya que él percibe que hay personas que no reaccionan bien ante esa realidad y no lo quieren ver así. En sus relaciones personales, para sobrevivir, debe ser egoísta, como él lo cataloga, puesto que una persona con su condición requiere de mucho apoyo, amor y paciencia. Él se esfuerza por ser el mejor paciente posible, tratando que la experiencia sea amena, pero la realidad es que es una condición demandante.
El Parkinson le ha obligado a asumir un rol más pasivo en la vida, confiesa que pasa mucho tiempo en soledad, algo muy novedoso para él, pero admite que no puede pedir a sus familiares que todo el tiempo le acompañen allí sentados junto a él. Sospecha que podría llegar un momento en el que necesite mucha más presencia.
Jugar tenis o boliche son algunas destrezas que se pueden ir aprendiendo y que, además de ser bonitas, son necesarias. Él practica el tenis, ya que le ayuda a improvisar, a decidir en el momento, buscar balance en diferentes posiciones, coordinar movimientos en las manos que son precisos, así como de cuerpo y torso. Además, le permite conocer nuevas amistades y fomentar el compañerismo. Asimismo, siento mucho gusto emocional cuando toca su guitarra, un aprendizaje que obtuvo en su tiempo libre y luego de recibir el diagnóstico de Parkinson.
Siente que cada día tiene un nuevo reto que asumir y, al final, puede sentir la satisfacción o recompensa de haberlo logrado.
Lo bueno del Parkinson: Ricardo Martí y su actitud positiva
Algo que también practica mucho es el ajedrez. Observa muchos vídeos para aprender nuevas cosas. Esto le llevó a escribir un artículo titulado: Lo bueno del Parkinson, en donde expone que, a diferencia de otras enfermedades, la solución da más terror que la misma condición, pero en el Parkinson puede batallar, jugando tenis, recibiendo masajes, tomando vino, tomando siestas, celebrar con amigos, ir a la playa, cantar, aprender a bailar, tener aventuras, irte de viaje, lo cual obliga a los pacientes a celebrar la vida al máximo.
“Cantar fortalece las cuerdas vocales y esto ayuda contra la pérdida de la capacidad de expresión”, que ya Ricardo ha comenzado a experimentar.
Martí Ruiz renunció a su puesto de trabajo como director creativo de una agencia de publicidad y se ha dedicado de lleno a la literatura, ahora se dedica a ser escritor. Se inspiró en su abuela para crear El finalito, que es una secuela de El principito, un libro que sirve de consuelo para quienes se encuentran en el final de su vida. También ha creado otras obras literarias, cuentos cortos y ha ganado certámenes internacionales en la Isla, Chile y Europa.
Hoy lo llaman otros pacientes con Parkinson y Martí les da aliento, pues, no en vano le han apodado “El parkinsoniano feliz”. También creó su página El junte de Parkys, a donde invita a todas las personas que están vinculadas a esta condición, bien sea en primera persona o porque sean cuidadores, ya que mientras más se congreguen, más actividades se podrán hacer en Puerto Rico para recibir apoyo.
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