Por primera vez, ralentizan la progresión del alzhéimer: nuevos tratamientos y diagnóstico a tiempo

La aparición de fármacos modificadores de la enfermedad, como los anticuerpos monoclonales lecanemab y donanemab, ha demostrado por primera vez la posibilidad de ralentizar la progresión clínica del alzhéimer.

Katherine Ardila

    Por primera vez, ralentizan la progresión del alzhéimer: nuevos tratamientos y diagnóstico a tiempo

    La lucha contra el alzhéimer entra en una etapa decisiva. El desarrollo de nuevos tratamientos y herramientas de diagnóstico están mejorando el panorama de esta enfermedad, inaugurando lo que los expertos denominan una “nueva era”. 

    Esta transformación queda reflejada en una serie de artículos publicados en la prestigiosa revista The Lancet, elaborada por un panel internacional de 40 especialistas de 14 países.

    La doctora Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología en Adultos de Fleni y la única investigadora argentina en el equipo, explicó a Infobae que este “cambio de paradigma se debe a la llegada de tratamientos modificadores de la enfermedad y a la disponibilidad de biomarcadores plasmáticos, que permiten diagnosticar y tratar en fases más tempranas”.

    1. El diagnóstico precoz: el rol de los biomarcadores

    Uno de los avances más significativos es la irrupción de biomarcadores en sangre. Estas pruebas permiten detectar alteraciones en las proteínas amiloide y tau, así como procesos de neurodegeneración, mucho antes de que aparezcan los síntomas clínicos.

    Esto ha revolucionado el abordaje, permitiendo identificar la enfermedad con una precisión inigualable. Para la doctora Crivelli, esto significa que el alzhéimer ha dejado de ser una condición diagnosticada tardíamente y sin opciones, para convertirse en un escenario donde “la detección precoz, la prevención y los tratamientos modificadores ofrecen una esperanza de cambiar el curso de la enfermedad”.

    El neurólogo Alejandro Andersson, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), coincidió al señalar que “los biomarcadores plasmáticos transforman el diagnóstico del alzhéimer al ofrecer una forma accesible, menos invasiva y altamente precisa de detectar la enfermedad en fases tempranas, 15 o 20 años antes de los primeros síntomas”.

    2. Los tratamientos que cambian el curso de la enfermedad

    El segundo pilar de esta nueva era es la aparición de fármacos modificadores de la enfermedad, en particular los anticuerpos monoclonales como lecanemab y donanemab. Estos tratamientos han demostrado, por primera vez, la capacidad de ralentizar la progresión clínica del Alzheimer en sus etapas iniciales.

    Andersson subrayó el impacto de este avance: “Los nuevos tratamientos modificadores de la enfermedad, como los anticuerpos anti-amiloide lecanemab y donanemab, cambian el panorama del Alzheimer al demostrar que es posible ralentizar la progresión clínica en fases iniciales. 

    Estos fármacos no curan la enfermedad, pero retrasan el deterioro cognitivo y funcional, lo que da a los pacientes y sus familias más tiempo con mejor calidad de vida”.

    No obstante, los expertos piden prudencia. La neuróloga Celeste Beltramini, de la Clínica Universitaria Reina Fabiola de Córdoba, aclaró que estos tratamientos “no son la panacea ni la cura, sino una herramienta más”, y destacó que su uso está indicado para pacientes en estadios no avanzados y requiere de estrictos controles médicos.

    3. La prevención gana terreno

    El tercer eje fundamental es el enfoque en la prevención. La serie de The Lancet identificó 14 factores de riesgo modificables como la hipertensión, la diabetes y el sedentarismo, cuya intervención ya ha contribuido a una reducción en la tasa de demencia ajustada por edad.

    La estrategia ahora es actuar incluso antes. Crivelli explicó que “además de actuar sobre los 14 factores de riesgo modificables, se prueban tratamientos preventivos para intervenir en la ventana preclínica de hasta 20 años con el objetivo de frenar la enfermedad antes de la aparición de síntomas”.

    Los desafíos para los sistemas de salud

    Esta transformación plantea retos estructurales sin precedentes para los sistemas de salud. La integración del diagnóstico precoz y las nuevas terapias exige una adaptación profunda.

    “Creemos que la incorporación de biomarcadores en sangre junto con chequeos cognitivos en la atención primaria permitirá identificar la enfermedad mucho antes, abriendo la puerta a intervenciones que retrasen o prevengan el deterioro”, precisó Crivelli.

    Andersson advirtió sobre la complejidad de esta implementación: “El principal desafío para incorporar el diagnóstico precoz y las nuevas terapias en alzhéimer es adaptar el sistema de salud a un modelo mucho más complejo y exigente”, señalando la necesidad de infraestructura para infusiones, monitoreo de efectos adversos y la formación de profesionales.

    A esto se suman los altos costos de los nuevos medicamentos, que podrían limitar el acceso equitativo. El profesor Giovanni Frisoni, director del trabajo en The Lancet, concluyó que “los análisis de sangre, los fármacos biológicos para la enfermedad de alzhéimer y las intervenciones de prevención impulsan la atención hacia un territorio completamente nuevo. Las antiguas necesidades de los pacientes no desaparecerán”.

    El éxito de esta nueva era dependerá de que los beneficios de la ciencia logren traducirse en reformas efectivas en los sistemas de salud a nivel global.



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