La inflamación crónica afectaría al cerebro con deterioro cognitivo, riesgo de demencia y depresión

Estudios masivos revelan que personas con inflamación persistente presentan hasta un 8% de disminución en habilidades cognitivas, el doble de riesgo de desarrollar depresión y ansiedad, y un 35% más de probabilidades de padecer demencia.

Katherine Ardila

    La inflamación crónica afectaría al cerebro con deterioro cognitivo, riesgo de demencia y depresión

    La ciencia acaba de identificar una conexión relevante entre la inflamación persistente y la salud cerebral. Investigaciones recientes demuestran que esta respuesta inmunitaria sostenida afecta al cuerpo y tiene consecuencias en la función cognitiva, contribuye a cambios emocionales y aumenta significativamente la probabilidad de padecer enfermedades neurodegenerativas.

    Un análisis publicado en BMJ Mental Health, que estudió a 1,5 millones de personas del Reino Unido, reveló que quienes presentan enfermedades inflamatorias crónicas tienen casi el doble de probabilidad de sufrir ansiedad y depresión. 

    Paralelamente, el seguimiento de 12.366 personas durante 20 años realizado por la Universidad Johns Hopkins indicó que niveles altos de biomarcadores de inflamación provocan una disminución de hasta un 8% en habilidades cognitivas y memoria.

    Pero los hallazgos más contundentes provienen del Biobanco del Reino Unido: un análisis de medio millón de personas confirmó que los individuos con niveles más altos de inflamación tienen aproximadamente un 35% más de probabilidad de desarrollar demencia

    La Dra. Susan Kohlhaas, directora de investigación de Alzheimer’s UK, lo afirma: “La inflamación y su asociación con la salud cerebral es sin duda uno de los temas más importantes en este campo actualmente”.

    Estrategias prácticas para combatir la neuroinflamación

    La buena noticia es que hábitos cotidianos pueden reducir significativamente este riesgo. La actividad física regular es fundamental: caminatas rápidas de 20 minutos diarios o trote ligero reducen la actividad de células inmunitarias que provocan inflamación cerebral. 

    “La actividad física es muy importante para el cerebro y la salud en general. Es de vital importancia mantenerse lo más activo posible durante la mediana edad y más allá”, recomienda la Dra. Kohlhaas.

    La alimentación juega un papel igualmente crucial. La dieta mediterránea y la dieta MIND, ricas en pescado azul, frutos secos y aceite de oliva, demuestran disminuir marcadores de inflamación

    Equilibrar el consumo de omega-3 y omega-6, reducir la sal a menos de 5 gramos diarios y consumir 30 gramos de fibra diaria, frutas y cereales integrales son estrategias efectivas.

    Sueño, estrés y compuestos neuroprotectores

    El manejo del estrés con meditación diaria de tan solo 10 minutos disminuye la ansiedad y reduce biomarcadores inflamatorios, según estudios de Yale, Emory y Carnegie Mellon. 

    El sueño de calidad “durmiendo unas ocho horas por noche se considera generalmente un buen objetivo” resulta esencial, ya que la falta de sueño activa moléculas inflamatorias que dañan el cerebro.

    Finalmente, el consumo de dos a cuatro tazas de té o café diarios proporciona compuestos bioactivos con efectos antiinflamatorios y neuroprotectores, mientras que especias como cúrcuma, jengibre y ajo presentan propiedades antiinflamatorias comprobadas.

    Intervenciones en la mediana edad con alimentación, ejercicio, sueño y manejo del estrés pueden proteger la función cerebral y reducir el impacto acumulativo de la inflamación en la memoria, el estado de ánimo y el riesgo de demencia.



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