Estudio demuestra que pese a que la hipertensión es un marcador de riesgo claro, el colesterol podría multiplicar aún más el peligro.
Hay muchos factores de riesgo cardiovascular bien conocidos y estudiados. Sin embargo, su combinación y sinergia potencial no han sido tan investigadas. Asimismo, se desconocen todos los factores de riesgo subyacentes que podrían conducir a problemas de salud del corazón.
En este ámbito, una nueva investigación publicada en Hypertension, la revista de la American Heart Association (AHA), señala que hay dos factores de riesgo en especial que, combinados, aumentarían drásticamente el riesgo de sufrir un evento cardio o cerebrovascular. Se trataría de los niveles elevados de lipoproteína (a) -relacionada con el colesterol- y la hipertensión.
Como explica el Dr. Rishi Rikhi, del Centro Médico Bautista Atrium Health Wake Forest de Winston-Salem (Carolina del Norte) y autor principal de este estudio, "la hipertensión arterial es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular conocido, y la lipoproteína (a) es un tipo de colesterol "malo" heredado que también puede conducir a una enfermedad cardiovascular. Hemos detectado que en las personas con hipertensión, sin antecedentes de infarto cardíaco o ictus, los niveles elevados de lipoproteína (a) aumentan el riesgo de un accidente cardiovascular".
Estudio
Para este estudio se definió hipertensión como 140 mmHg o más de tensión sistólica o "tensión alta", y 90 mmHg o más de tensión diastólica o "tensión baja". Ya en estudios previos se habría objetivado que sufrir simultáneamente hipertensión y dislipemia -exceso de colesterol y/o grasas en sangre- aumentaría drásticamente el riesgo cardiovascular. Sin embargo, hay poca información sobre los potenciales perjuicios del exceso de lipoproteína (a) en este ámbito.
Recordemos que las lipoproteínas son transportadores de colesterol, siendo las más conocidas las lipoproteínas de baja densidad (LDL o "colesterol malo) y las de alta densidad (HDL o "colesterol bueno"). A estas hay que añadir la lipoproteína (a) o Lp (a). Esta última, como sucede con el colesterol LDL, también es capaz de depositarse y acumularse en las paredes de los vasos sanguíneos, aumentando así el riesgo cardiovascular.
En este caso, los investigadores dirigidos por Rikhi usaron datos de salud del Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis (MESA), un estudio comunitario sobre enfermedades cardiovasculares subclínicas en el que participan casi 7.000 adultos desde el año 2000. En el momento de su inscripción, todos los participantes estaban sanos. En total el seguimiento promedio fue de 14 años, donde se tuvieron en cuenta eventos cardio y cerebrovasculares y mortalidad secundaria a los mismos.
A los participantes de MESA se les midieron los niveles de lipoproteína (a) y la tensión arterial, además de documentar eventos cardiovasculares a lo largo de los exámenes de seguimiento en 2001, 2003, 2004, 2006, 2010 y 2017. También se realizaron entrevistas telefónicas cada 9-12 meses para seguir recopilando datos provisionales. Cabe destacar que existía gran diversidad en el estudio: había paridad de géneros, y un 38.6% adultos blancos, 27.5% adultos afroamericanos, 22.1% adultos hispanos y 11.9% adultos chino-estadounidenses.
Se clasificó a los participantes en cuatro grupos según sus niveles de lipoproteína (a) y medidas de hipertensión:
- Grupo 1 (2.837 personas): Niveles de Lp (a) inferiores a 50 mg/dL y sin hipertensión.
- Grupo 2 (615 personas): Niveles de Lp (a) iguales o superiores a 50 mg/dL y sin hipertensión.
- Grupo 3 (2.502 personas): Niveles de Lp (a) inferiores a 50 mg/dL y con hipertensión.
- Grupo 4 (720 personas): Niveles de Lp (a) iguales o superiores a 50 mg/dL y con hipertensión.
Durante el periodo de seguimiento se comprobó que 809 de los participantes sufrieron algún evento cardiovascular, y que el hecho de sufrir hipertensión y Lp (a) elevados sí era significativo, pero no tanto por separado. La combinación era lo más preocupante.
Como ejemplo, no hubo mayor riesgo de evento cardiovascular entre el grupo 1 y 2, dado que en ninguno de ambos casos había hipertensión diagnosticada. Sin embargo, en los grupos 3 y 4 (ambos con hipertensión) sí hubo un aumento del riesgo. Fue del 16.2% en el grupo 3 (niveles bajos de Lp (a) con hipertensión) y del 18.8% en el grupo 4 (niveles elevados de Lp (a) con hipertensión).
Según los investigadores, el mero hecho de sufrir hipertensión era lo que más aumentaba el peligro. Pero, además, si se combinaba con niveles de Lp (a) elevados, el riesgo se disparaba. Sin embargo, poseer niveles elevados de Lp (a) sin hipertensión no parecía modificar el riesgo, algo que deja entrever que existe una relación entre ambos factores de riesgo.
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