Fagos contra las bacterias: Una alternativa en la lucha contra la resistencia a los antibióticos

Expertos defienden el uso de fagos contra microbios resistentes a antibióticos para luchar contra las infecciones recurrentes.

Yolimarian Torres Yolimarian Torres

    Fagos contra las bacterias: Una alternativa en la lucha contra la resistencia a los antibióticos

    Las agencias líderes de salud, alimentación, medio ambiente y salud animal han advertido de la resistencia a los antibióticos y otros medicamentos antimicrobianos, lo que dificulta o hace imposible tratar y evitar la propagación de enfermedades que en ocasiones pueden ser mortales. 

    Se conoció que la Organización Mundial de la Salud, ha manifestado la necesidad de desarrollar terapias alternativas que ayuden a combatir estas bacterias de la denominada “pandemia silenciosa”.

    Sin embargo, es necesario mencionar que aunque la OMS ha declarado repetidamente la necesidad de priorizar las alternativas a los antibióticos, nunca ha mencionado oficialmente el potencial de la terapia con fagos.

    No obstante la comunidad científica insiste ante el ente mundial que los fagos, es decir, virus que infectan bacterias, pueden ser útiles como herramientas biomédicas muy útiles en la lucha contra bacterias patógenas resistentes y se deben ampliar las investigaciones.

    Según literatura médica, los fagos son virus capaces de reconocer y destruir bacterias diana. Al ser tan específicos, dejan sin alterar la microbiota beneficiosa para nuestro organismo, matando solamente aquellas bacterias causantes de la infección. Estos virus o sus derivados, enzimas líticas, pueden usarse, por tanto, como terapia dirigida y sostenible frente a bacterias multirresistentes que no tienen tratamiento. 

    En resumen, estos virus bacteriófagos se aprovechan naturalmente de las bacterias al infectarlas y replicarse dentro de ellas hasta que estallan, matando a su huésped microbiano.

    Uso antes y ahora

    Su uso terapéutico fue iniciado por primera vez en 1919 por Felix d'Herelle, un microbiólogo franco-canadiense que utilizó fagos para curar a un niño que sufría de disentería grave.

    Sin embargo, el descubrimiento de la penicilina en 1928 y su posterior producción comercial en la década de 1940 desató la era de los antibióticos, reemplazando efectivamente a la terapia con fagos.

    En la actualidad Bélgica lidera la lista como el primer país en aprobar el uso de fagos como preparaciones magistrales, o medicamentos personalizados que pueden ser preparados por un farmacéutico calificado según la prescripción de un médico.

    También se pudo conocer que en el año 2020, Johnson & Johnson firmó un acuerdo inicial de US$20 millones con Locus Bioscience para investigar y desarrollar fagos mejorados diseñados con Crispr-Cas3 que podrían destruir los mecanismos defensivos que desarrollan las bacterias.

    Entre tanto la Red Española de Bacteriófagos y Elementos Transductores la utilización de fagos está restringida a un uso compasivo, cuando el paciente carece de tratamiento regulado. 

    “Desde Fagoma, queremos hacer énfasis en que estos virus terapéuticos y sus enzimas líticas pueden ser la solución para pacientes con infecciones recurrentes por bacterias resistentes, que requieren de una solución personalizada. Para facilitar su uso en clínica, consideramos que se debería regularizar el uso de los fagos y sus derivados como agentes terapéuticos, lo que ayudaría a facilitar el acceso de la terapia fágica a los propios pacientes y dando a los centros hospitalarios nuevas alternativas de tratamiento”, indicaron los expertos en el comunicado. 

    De acuerdo a los expertos,  en España ya se han dado casos de pacientes tratados con fagos con resultados muy prometedores en infecciones persistentes y crónicas producidas por patógenos como Pseudomonas aeruginosa y Mycobacterium abscessus, respectivamente, y se están llevando a cabo ensayos clínicos con la participación de varios hospitales frente a aislados clínicos de Staphylococcus aureus.

    Fuente consultada aquí 

    Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad de Los Andes, Táchira, Venezuela. Locutora Certificada por la Universidad Central de Venezuela. Redactora de Medicina y Salud Pública.

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