Reflexión sobre el Recinto de Ciencias Médicas

La línea precaria que por años algunos líderes han tenido la intención de cruzar y al final se separan, se cruzó.

Débora H. Silva Díaz, MD; FAAP, Med

    Reflexión sobre el Recinto de Ciencias Médicas

    Este post es una reflexión personal. Me he preguntado mucho, y hasta sueño he perdido, cuál debe ser el mejor camino para sanar y cerrar el capítulo tan terrible y, sobre todo, triste, por el cual está pasando el RCM. Admito que no tengo una contestación contundente. Más bien, tengo ideales y esperanzas.

    Nunca he creído en la lealtad a ciegas. No la espero de nadie y no la doy. Todos nos equivocamos y debemos tener la oportunidad de hacer las correcciones necesarias. En un mundo ideal, no existirían bandos de ninguna índole, pero sobre todo políticos, en una institución académica. Y es por esto que tengo amigos, muy buenos amigos, dentro del RCM, pero no conformamos un bando. 

    La verdad por lo general está en un punto medio y en toda esta controversia han sido más preguntas que las contestaciones las que he encontrado. Y creo que gran parte de la incertidumbre y desasosiego viene de las expectativas distintas de cientos de personas tratando de caminar unidos hacia una sola meta: el bienestar y la sana gobernanza de la institución que permita cumplir con la misión de servir, investigar y educar. Parece simple, pero no lo es.

    Utilizo mi página para plasmar ideas, pensamientos y sentimientos que, tal vez, pueden orientar a otros a, por lo menos, hacer introspección y llegar a preguntas, muchas, pues en el colectivo, de seguro están las contestaciones. Dichas contestaciones puede que no me gusten y cuando de controversias se trata, de seguro no me gustan, ya que no me gusta la controversia y mucho menos la polarización.

    Yo tenía una expectativa que pensaba, era obvia y simple. Mi mente me decía "de seguro el Presidente de la UPR nos va a decir una de dos cosas: luego de una investigación rigurosa no hubo intromisión indebida en los procesos reglamentados y no se violaron estatutos de acreditación o luego de una investigación rigurosa hemos identificado áreas a mejorar para que no se violen reglamentos y estatutos de acreditación y tenemos el compromiso de asegurar no vuelve a ocurrir". 

    Con cualquiera de estas dos yo hubiese estado tranquila con la designación hecha, pues sé que administrar no es fácil, que los asesores legales muchas veces saben mucho de leyes, poco de los reglamentos y menos de requisitos de acreditación y que en el proceso de ayudar a un estudiante que uno entiende ha sufrido una injusticia, se pueden obviar, consciente o inconscientemente, muchas cosas. Todos los que hemos administrado hemos estado en el mismo lugar y en algún momento hemos fallado. Lo importante es pedir disculpas y cambiar el comportamiento.

    Desafortunadamente esto no ocurrió. La línea precaria que por años algunos líderes han tenido la intención de cruzar y al final se separan, se cruzó. No condono lo que esos otros líderes hicieron, tampoco condono las represalias que instituyeron, pero tengo que aceptar que la "intención" no pasó a la "acción". Por otro lado, estoy clara que ha habido líderes que han cruzado líneas distintas, pero igual o peor de terribles y vergonzosas, y no reaccionamos igual. ¿Por qué? Pues no lo sé, si sé que dos males no hacen un bien y que la excusa para dejar pasar un mal no puede ser "otro hizo algo igual o peor". Se me ocurre que todo esto ha sido como la gota que colmó la copa o como dice mi amigo y colega Tito Lugo, se llegó al límite elástico.

    Me da pena con todos los envueltos, pues todos pierden y el resto de nosotros también. Me da pena, particularmente, con una líder que aún admiro como ha subido en un mundo de hombres. Soy una "boba" que siempre tiene un lado de "pena". Más pena me da con la institución que tanto amo, pues el daño hecho, a través de décadas de política impuesta, bandos políticos y personas que piensan que las posiciones son privativas y tienen derecho a ocuparlas, es mucho más. Tal vez por ser mujer esperaba otra cosa y eso me convierte a mi en injusta. Pero esperar más de lo mismo es inaceptable, sea de hombres o de mujeres. 

    De alguna manera tenemos que comenzar a sanar. Se dice que el primer paso es pedir perdón y se comienza por uno mismo. Así que yo pido perdón por no haber sido más vocal cuando otros líderes hicieron atrocidades. Pido perdón por ser ignorante y pensar que eran excepciones y por esperar un cambio positivo, con cada cambio, que nunca llegó. Pido perdón por yo no haber llegado a mi límite elástico antes. 

    Y ahora me preparo para las posibles represalias. Y eso es parte del problema. Muchos de los que se mantienen en silencio lo hacen por miedo. Y el miedo es equivalente a vivir en supresión. Yo también tengo miedo, pero de alguna manera hay que desencadenarse de las cadenas. 

    Se supone sean los líderes los que ayuden a sanar. Se supone sean los líderes los primeros que se disculpen. Se supone que sean los líderes los que protejan la institución y sus procesos. 

    Pero, independientemente de lo que ocurra, todos como comunidad debemos tomar la decisión de sanar, inclusive si eso significa poner una pausa a nuestras expectativas e ideologías. ¿La pregunta es cuándo es el momento correcto? Tal vez sanar incluye buscar un camino distinto al RCM que no cause tanta angustia y que incluya hacer el bien. Como colectivo tenemos que buscar la manera de proceder.

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