Jesús fue el carpintero que caminó en contra del viento y que sanó a su pueblo. Las curaciones, expulsiones de demonios, perdón de los pecados, resurrección de los muertos.
Hace veintiún siglos la lepra era considerada como el coronavirus actualmente, tocar un leproso era exponerse a contraer la lepra y contaminarse. El carpintero de Nazaret se atrevió a tocar a los leprosos, pero no se contaminó, sino que los curó. Tocó a los ciegos, a los sordo, a los mudos, a los paralíticos, y también comió con los pecadores.
La persona enferma era considerada un ser impuro y excluido de la vida social, como era el caso de la lepra, enfermedad contagiosa de la piel. La persona enferma no podía participar de la vida cúltica-ritual. Toda enfermedad impedía una vida laboral normal, era fuente de indigencia y marginación social.
El hecho de que Jesús tocara a los enfermos fue criticado y reprobado por los sacerdotes, maestros de la ley, los escribas y los fariseos en su tiempo porque le reprochaban que incurría en la impureza ritual y luego no podía participar de la vida cúltica-religiosa.
Caminar contra la corriente
El carpintero de Nazaret se atrevió a navegar en contra de la corriente en una sociedad que había condenado por principio a los enfermos porque eran considerados personas a las que Dios estaba castigando por sus pecados con esas enfermedades.
Jesús invirtió los sistemas de creencias religioso y culturales erróneos de su tiempo con respecto a los enfermos y también a los pecadores, y mostró el verdadero rostro de Dios Padre que ama, cura, perdona y salva.
Jesús sanó a los enfermos porque se compadeció y tuvo misericordia de ellos, fue capaz de establecer una relación interpersonal con ellos, los escuchó y dialogó con ellos. Supo acompañarlos esperando el tiempo oportuno para sanarlos en un contexto social adverso. Jesús hizo todo lo contrario a lo que estaba convencionalmente establecido. Al sanar a los enfermos, Jesús también les cambió la vida y su contexto vital.
¿Cómo afrontar la pandemia desde la fe en Jesús?
¿Cómo afrontar el COVID-19 o el coronavirus desde la fe en Jesús de Nazaret? Hay que afrontar este virus con una fe auténtica, con la política, con la ciencia y también con resiliencia.
El coronavirus se afronta con fe en Jesús de Nazaret que fue crucificado y resucitado, y que hoy nos acompaña para vencer esta pandemia. La fe cristiana auténtica implica una adecuada interpretación de los milagros y curaciones de Jesús analizando los textos bíblicos en su contexto histórico y literario.
Jesús fue un profeta que tuvo el poder para sanar a los enfermos, sin precedentes en la historia de la salvación. De hecho, el éxito misionero de Jesús se debió en parte a su poder para sanar a los enfermos. Esto impactó de tal manera que a donde él iba siempre lo seguían los enfermos.
El desafío de la política y la democracia: ponerse al servicio de la vida de todos
La fe cristiana es realista y también práctica, interpela a la política y a la democracia para que hoy más que nunca se pongan al servicio de la población y de los grupos vulnerables con el fin de garantizar el derecho universal a la salud y la seguridad integral.
Este virus al igual que otros también hay que afrontarlos con las ciencias médicas, apelando al espíritu humanista y solidario de los científicos para que investiguen y descubran una vacuna o un medicamento eficaz que cure a la humanidad.
Finalmente, el coronavirus también se afronta con una resiliencia o la fuerza interior, pero teniendo un horizonte de esperanza y con la capacidad de soñar una casa común sin enfermedades, sin pobreza ni exclusión social. Hay que ponerse a trabajar para lograrlo.
Pesea todo lo malo, la pandemia aportó nuevas oportunidades y posibilidades; ha impulsado a tener relaciones más profundas y una mayor compasión por los demás; ha despertado un sentimiento de unidad y ha hecho que las personas sean más fuertes a la hora de afrontar futuros desafíos.
La pandemia nos ha posicionado en la perspectiva de la esperanza y ante un horizonte común como personas, comunidad, pueblo y sociedad global. Hay una constelación de elementos novedosos que ha dado a luz dolorosamente esta pandemia.
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