Bebés con malformación: "Aunque sepas que van a abortar, tienes que ser siempre sincera"

De lo duro que es dar este tipo de noticias, de cómo debe actuar un médico en esta situación.

Yolimarian Torres Yolimarian Torres

    Bebés con malformación: Aunque sepas que van a abortar, tienes que ser siempre sincera

    Cuando los padres esperan un hijo, el mayor deseo es que estén sanos, incluso desde antes de que nazca, por eso es de las peores noticias que puede dar un médico es que un hijo está enfermo, incluso si todavía no ha nacido, porque la decisión que deberán tomar luego de ese diagnóstico puede ser la más difícil de sus vidas. 

    Al respecto, la ginecóloga Regina Cárdenas, indica que es una situación dolorosa, por la desesperanza que se refleja en los futuros padres. 

    "Por supuesto, la situación a mí me produce dolor cuando lo veo, saber el dolor que van a percibir esos padres tan esperanzados. Pero sobre todo, lo que me produce es la suprema sensación de responsabilidad de saber que de ser capaz de utilizar yo las palabras adecuadas en esos instantes hay mucho de la vida de ese bebé en juego, y eso es una responsabilidad brutal", cuenta a The Objective en una conversación en la sede de la Universidad de Navarra en Madrid.

    "Esto está muy demostrado, la primera impresión que te llevas de algo es sobre la que construyes", afirma. Por eso, "creo que es importantísimo el que la primera percepción que tengan los padres no sea ‘lo siento’, ‘tengo una mala noticia’, ‘esto es una tragedia, pero’", porque considera que la manera de comunicar la noticia "es tan importante y determina tanto la respuesta que van a tener los padres". Es por ello que "siempre trata de comunicar que el bebé que tiene una anomalía "no es una enfermedad, no es un síndrome, no es una mala noticia, puede tener una enfermedad y la enfermedad ser una mala noticia, pero este niño no es una mala noticia".

    Regina Cárdenas basa todas sus actuaciones como médico en "la dignidad de la persona", que considera que existe "desde el momento de la fecundación", así como que "el fruto de una unión de espermatozoide y óvulo es una persona, no una persona en potencia, que es lo que se dice en muchos sitios, no será una persona, no, es una persona con toda su dignidad y todos sus derechos. Para mí es exactamente igual diagnosticar una enfermedad o una anomalía severa en un embrión de nueve semanas que mide seis milímetros que diagnosticarla en un chico de 15".

    Por eso considera tan importante «poner en valor la vida de ese niño» al informar a los padres de una enfermedad o malformación e insiste en la importancia del lenguaje en este tipo de situaciones.

    Un ejemplo que utiliza es la expresión "incompatible con la vida" cuando nos referimos a una malformación que no permite la vida del bebé fuera del útero de la madre. "Cuando nos referimos a la vida extrauterina, siempre incompatible con la vida es una expresión que la utilizas cuando la persona ya ha muerto. ¿Qué ocurre? Hay ciertas malformaciones físicas fetales o cromosómicas que son tan graves que no permiten la vida extrauterina o la van a permitir escasos minutos. Si tú te refieres a esto como malformaciones incompatibles con la vida, aunque la definición es correcta desde el punto de vista científico, estás asumiendo que no hay vida", apunta. "Desde el momento en que tú asumes y nombras que no hay vida, dejas de considerarlo una persona, y no hay como despersonalizar para que no te importe lo que pase con ello", añade la ginecóloga.

    A pesar de defender que la función de un médico debe ser la de intentar proteger la vida del feto, es consciente de que "la información que le das a los padres tiene que ser absolutamente veraz siempre, por dramática que sea y aunque tengas la certeza de que con esa comunicación van a tardar tres minutos en abortar, siempre tienes que ser absolutamente veraz".

    Y esto fue lo que hizo con Marie Depetrer y Pablo González, una pareja de 24 y 25 años en aquel momento, cuya hija, Elena, tenía anencefalia y que ya tenía claro, por sus visitas a dos ginecólogos anteriormente, que las posibilidades de que naciera viva eran escasas y que, de hacerlo, viviría minutos.

    "La anencefalia es una anomalía en la que el bebé no desarrolla el cráneo, entonces, al principio, el cerebro existe, pero el contacto con el líquido amniótico va disolviendo el cerebro y de hecho, cuando el bebé nace tiene la cara, pero no hay nada más, entonces no tiene ninguna función cerebral, no puede hacer nada y muere en los primeros minutos, horas", explica la ginecóloga. «Sabes con certeza que va a morir y la gente pregunta si merece la pena, sabiendo que va a morir, pasar por un embarazo para esto».

    Pablo y Marie lo tienen claro. "Yo, si me dicen ahora que puedo vivir otra vez el embarazo, todo el sufrimiento, para ver a Elena un minuto, pues lo hago", dice Marie.

    Fuente consultada aquí


    Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad de Los Andes, Táchira, Venezuela. Locutora Certificada por la Universidad Central de Venezuela. Redactora de Medicina y Salud Pública.

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