Aunque ambas condiciones comparten muchas características clínicas, tienen diferencias en cuanto a patología, tratamiento y factores de riesgo.
La enfermedad inflamatoria del intestino (EII) es un espectro de condiciones crónicas que afectan principalmente, pero no de forma exclusiva, al tracto gastrointestinal. Se compone de dos desórdenes principales: enfermedad de Crohn (EC) y colitis ulcerosa (CU). Aunque ambas condiciones comparten muchas características clínicas, tienen diferencias en cuanto a patología, tratamiento y factores de riesgo, entre otros.
En términos de factores que afectan el estilo de vida, la dieta alta en grasas y la deficiencia de vitamina D se han visto asociadas a las enfermedades inflamatorias del intestino. En el caso de la vitamina D, esta tiene un rol en el mantenimiento de la integridad de la barrera gastrointestinal y las respuestas inmunológicas inflamatorias. Las dietas altas en grasas quebrantan la barrera intestinal, regulan positivamente citocinas pro-inflamatorias y aumentan el estrés oxidativo en el colón, promoviendo así la inflamación. El uso de cigarrillos es un factor de riesgo para la enfermedad de Crohn y posiblemente pueda ser un factor protectivo para la enfermedad de colitis ulcerosa. La dieta alta en fibra y la actividad física están asociadas a una disminución en el riesgo de Crohn, pero no en colitis ulcerosa.
La colitis ulcerosa se caracteriza por envolver principalmente la mucosa (revestimiento interno) del intestino grueso de forma continua, comenzando en el recto y extendiéndose al resto del colon. Se clasifica de acuerdo con su extensión; proctitis (solo en el recto), proctosigmoiditis (recto y colon sigmoide), colitis izquierda (incluye el colon descendente) y colitis extensa o pancolitis (colon transverso hasta el ciego). La presentación usual de colitis ulcerosa es diarrea con o sin sangre que puede estar acompañada de dolor abdominal, urgencia fecal, pujo e incontinencia fecal. El envolvimiento del recto causa síntomas como lo son el estreñimiento, urgencia, pujos, sensación de evacuación incompleta y descargas frecuentes de mucosidad y sangre.
La enfermedad de Crohn tiende a afectar principalmente el íleon y el colon proximal (ileocólica) pero no se limita solamente a la mucosa, sino que es una inflamación transmural (envuelve todas las capas del intestino) que afecta al intestino de manera discontinua, potencialmente desde la boca hasta tener envolvimiento perianal. Esta inflamación transmural puede llevar a fibrosis y estrechez del intestino causando síntomas de obstrucción en el paciente afectado, lo cual no se ve típicamente en colitis ulcerosa. La enfermedad de Crohn puede presentarse con otras complicaciones, como las fístulas, en donde se conectan dos estructuras que previamente no tenían comunicación, y abscesos, debido a la inflamación extensa que penetra las capas de la pared intestinal.
Las enfermedades inflamatorias del intestino son condiciones crónicas que actualmente no tienen cura, pero sí existen diversos tratamientos para controlar los síntomas y reducir la inflamación. La terapia que se seleccione va a depender primordialmente de la severidad del paciente y la extensión de la enfermedad, teniendo en cuenta las contraindicaciones que tenga cada individuo y los efectos adversos que puedan ocurrir. En enfermedades inflamatorias del intestino con severidad leve a moderada, el uso de esteroides tópicos y medicamentos formulados con 5-ASA (como mesalamina) son usualmente la terapia inicial para los pacientes de colitis ulcerosa. Vienen en diferentes preparaciones, oral o tópica, y pueden usarse en combinación. En los pacientes con Crohn se recomienda el uso de budesonida oral, un tipo de corticosteroide con efecto local de baja disponibilidad sistémica. Los pacientes con EII de severidad leve o moderada que no respondan a las terapias previamente mencionadas o aquellos pacientes que presentan con enfermedad moderada a severa tienen que usar otras alternativas de terapia que consisten de inmunomoduladores y/o biológicos. Las terapias biológicas se pueden utilizar en la fase de inducción y mantenimiento a diferencia de los inmunomoduladores que son exclusivamente para mantenimiento. En ambas condiciones, el uso de esteroides sistémicos es limitado a la fase de inducción y como terapia de rescate en episodios agudos de enfermedad activa.
Entre un 10% y un 30% de los pacientes con colitis ulcerosa van a requerir cirugía, a diferencia de los pacientes con enfermedad de Crohn, en los cuales desde un 50 hasta un 80% van a requerir cirugía durante el transcurso de su condición. En la enfermedad de Crohn recalcitrante, hay diferentes opciones quirúrgicas que se le ofrecen a los pacientes dependiendo de segmentos afectados del tracto gastrointestinal y sus respectivas complicaciones. Las estrecheces se manejan con estenosoplastia (abrir el área estrecha) o resección (eliminar el intestino estrecho) dependiendo de su complejidad y cronicidad. Los abscesos se tratan con antibióticos y se pueden drenar sujeto al tamaño. Las fístulas complicadas pueden requerir cirugía también. En colitis ulcerosa refractaria o complicada, la colectomía total con reservorio y anastomosis ileoanal (eliminar todo el colon, crear un reservorio o bolsa con el íleon y conectarlo al ano) es la alternativa quirúrgica más frecuente. Un número bajo de pacientes requiere una proctocolectomía total con ileostomía permanente. En ambas enfermedades, la cirugía puede requerir una ostomía temporera o permanente. Una ostomía es sacar el intestino por la pared abdominal para que descargue su contenido a una bolsa. Una ostomía puede ser necesaria para proteger reconexiones intestinales en lo que sanan, para eliminar el paso del contenido fecal por áreas enfermas, o para evitar una complicación, permitiendo que la inflamación dentro del abdomen se resuelva antes de hacer una reconexión intestinal. Aunque la posibilidad de tener una ostomía causa angustia, la realidad es que la ostomía resulta en mejor calidad de vida al controlar la enfermedad y permite retomar las actividades de una vida normal.
Los pacientes con colitis ulcerosa también se encuentran en riesgo aumentado de displasia (cambios celulares que preceden el desarrollo de cáncer) y por ende, cáncer colorrectal, principalmente si tienen pancolitis, enfermedad de más de 8 años de duración, o inflamación no controlada. No hay evidencia suficiente que determine el riesgo de cáncer colorrectal en enfermedad de Crohn, pero se entiende que es probablemente comparable al de colitis ulcerosa.