Entre los sobrevivientes, la presencia del llamado síndrome post-COVID-19 persistente (PPCS) es un hallazgo común.
La infección por SARS-CoV-2 determina el síndrome COVID-19 caracterizado, en los peores casos, por dificultad respiratoria severa, fibrosis pulmonar y cardíaca, liberación de citocinas inflamatorias e inmunosupresión.
Esta afección ha provocado la muerte de aproximadamente el 2,15% del total de la población mundial infectada hasta el momento. Entre los sobrevivientes, la presencia del llamado síndrome post-COVID-19 persistente (PPCS) es un hallazgo común.
En los sobrevivientes de COVID-19, el PPCS presenta uno o más síntomas: fatiga, disnea, pérdida de memoria, trastornos del sueño y dificultad para concentrarse. En este sentido, algunos incluso utilizan frases que refieren que se sienten mayores de la edad que tienen.
Por esa razón investigadores italianos presentaron los resultados de su investigación, la cual determina que individuos pertenecientes a un grupo de sobrevivientes de COVID-19 exhibieron una aceleración significativa de su edad biológica, ocurriendo principalmente en los individuos más jóvenes.
En los resultados encontraron que un DeltaAge fue acelerado en 5.22 años por encima del rango normal, en la población post-COVID-19, y particularmente a aquellos cronológicamente menores de 60 años
El documento publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos indica que analizaron una cohorte de 117 sobrevivientes de COVID-19 (post-COVID-19) y 144 voluntarios no infectados utilizando pirosecuenciación de islas CpG definidas previamente identificadas como adecuadas para la determinación de la edad biológica.
Los científicos agregan que el programa mundial de vacunación contra el SARS-CoV-2 está en curso de forma activa y la incidencia de COVID-19 pronto disminuirá razonablemente en todo el mundo.
“No obstante, entre los millones de supervivientes de COVID-19, muchos requerirán asistencia a largo plazo debido al aumento de las secuelas clínicas posteriores al COVID-19 definidas como PPCS”, reseñan.
Es por ello que insisten en que a pesar de las diversas manifestaciones asociadas con PPCS, hay una falta de biomarcadores moleculares potencialmente valiosos para el seguimiento del inicio y la evolución de PPCS, por lo que este estudio tomó en cuenta para verificar la indicación previa de que la edad biológica, definida como ADNmAge, la cual podría verse alterada en presencia de infecciones virales o bacterianas y el hecho de que los telómeros más cortos se asocian con el riesgo de desarrollar síntomas peores de COVID-19.
Sin embargo, aún se desconoce mucho sobre el efecto de la edad biológica en la salud pulmonar y epitelial después de la infección por SARS-CoV-2, por lo que la fisiopatología en la base de estos hallazgos sigue sin estar clara; sin embargo, pueden reflejar un entorno epigenético modificado, particularmente evidente entre los supervivientes más jóvenes de COVID-19.
“La progresión del envejecimiento está asociada con cambios metabólicos críticos. Algunos de estos cambios se producen entre los metabolitos que regulan la función de las enzimas epigenéticas esenciales, como la disminución de los niveles de NAD +, el cofactor de las sirtuinas y la reducción del ácido alfa-cetoglutárico, el cofactor de todos dioxigenasas.
En medio de la discusión, precisaron que a los adultos mayores son relativamente menos sensibles a los cambios epigenéticos dependientes del SARS-CoV-2, lo que le lleva a considerar que es debido a cambios en su panorama metabólico.
“Se necesitan experimentos adicionales para dilucidar este aspecto relevante. A la luz de esta consideración, una pregunta adicional podría ser si los cambios epigenéticos pueden existir antes del primer contacto viral, persistiendo o quizás empeorando progresivamente hasta el período posterior al COVID-19”, señalan.
Es demasiado pronto para extrapolar si pueden surgir indicaciones clínicas relevantes de este y otros estudios que evalúan el papel de los cambios epigenéticos en el síndrome COVID-19. Por lo que no podría descartarse que se emita una advertencia de que las secuelas de la infección por SARS-CoV-2 podrían depender de modificaciones epigenómicas persistentes, posiblemente subyacentes a la presencia de una memoria epigenética de COVID-19.
En este sentido aseguran que se debe considerar el panorama epigenómico de los sobrevivientes reales posteriores al COVID-19 y los posibles sobrevivientes de COVID-19 de las variantes del SARS-CoV-2 para obtener información de pronóstico predictivo y monitorear con mayor precisión la respuesta del paciente al tratamiento.
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