La mayoría de las personas no han recibido una educación emocional ni comunicativa desde la infancia, lo cual afecta significativamente su capacidad para relacionarse de forma sana en la adultez, especialmente en el ámbito de pareja.

La comunicación desempeña un papel fundamental en las relaciones de pareja. Facilita la expresión de sentimientos, necesidades y expectativas de manera clara y respetuosa, lo que contribuye a construir un vínculo emocional sólido. Además, permite afrontar los desacuerdos con mayor apertura, favoreciendo el entendimiento mutuo y la resolución de conflictos.
En opinión del Dr. Giancarlo Cancel, psicólogo clínico y sexólogo, aún existe un vacío en la formación emocional y comunicativa desde edades tempranas. “Si comenzamos a hablar sobre qué son las emociones, qué es la comunicación, son dos conceptos que no se conversan nunca. No hay una disciplina en la escuela que se converse sobre esta materia”, manifestó.
Asimismo, el experto enfatizó que el aprendizaje emocional es un proceso que se construye a lo largo de la vida. Reconocer qué son las emociones, cómo se manejan y de qué manera se comunican resulta esencial para establecer vínculos sanos.
“A lo largo del desarrollo de vida de una persona, va comprendiendo qué son las emociones, cómo se manejan y cómo las comunico. La falta de educación sobre cómo comunicarnos asertivamente, de una manera más adaptativa, va a generar conflicto. Y lo vemos desde nuestros adolescentes, niños e incluso adultos y adultos en edad tardía”, señaló el psicólogo clínico.
Por otra parte, el especialista resaltó que los errores en la comunicación de pareja suelen estar marcados por actitudes defensivas, evasivas o humillantes, muchas veces acompañadas de una interpretación negativa de lo que se dice o se percibe. Estas dinámicas afectan la calidad del diálogo y dificultan la comprensión mutua.
“Cuando hablamos sobre errores de comunicación, en muchas ocasiones reconocemos que hay mucha defensa. Hay personas que tú comienzas a hablar con él o con ella, y ya se encuentra listo o lista para decirte todo lo que te va a decir. Así que no escucho la oración completa, pero ya está listo para darte su contraataque”, explicó el Dr. Cancel.
Además, destacó que estos patrones son habituales y que es necesario desmitificar la idea de que comunicarse bien es simplemente hablar. Los gestos, el tono y la expresión no verbal también transmiten mensajes que pueden ser malinterpretados si no se tiene conciencia de ellos. Muchas veces, comentó el experto, el conflicto surge no por lo que se dice, sino por cómo se dice.
El sexólogo también señaló que una de las fallas más comunes en la comunicación de pareja es la falta de escucha activa. En muchas ocasiones, las personas oyen solo lo que quieren oír, interrumpen antes de que el otro termine y se preparan para responder en lugar de comprender.
“Y es bien interesante con eso, que cuando hablamos sobre cuánto escuchamos, ¿escuchamos lo que queremos escuchar o escuchamos de manera sin juicio a la otra persona?”, cuestionó.
Según explicó, escuchar con atención implica permanecer en silencio, sin interrumpir, y ser capaces incluso de resumir lo que el otro ha expresado. Sin embargo, lo común es que se escuche desde la defensa, muchas veces motivada por heridas emocionales no resueltas o estresores previos. Esto genera reacciones defensivas que obstaculizan la conexión emocional.
El especialista también subrayó la importancia de reconocer que no siempre se sabe comunicar de forma efectiva. Adoptar una actitud de curiosidad y apertura frente al diálogo permite identificar errores frecuentes, como el uso de tonos sarcásticos o expresiones ambiguas, que pueden distorsionar el mensaje. Detalles cotidianos, como dedicar tiempo de calidad, dar un gesto afectivo antes de salir de casa o compartir actividades domésticas, también contribuyen a reforzar el vínculo afectivo.
El psicólogo también mencionó que la intimidad suele confundirse con el sexo, aunque se trata de conceptos distintos. “Cuando hablamos de intimidad, en muchas ocasiones se relaciona con sexo, y son dos temas totalmente diferentes. Para tener intimidad con tu pareja solo se requiere de ese acercamiento”, expresó el Dr. Giancarlo Cancel.
Ese vínculo íntimo puede manifestarse de diversas formas, como caricias, besos o gestos afectivos sencillos que generen placer y conexión emocional. Incluso acciones cotidianas como acariciar el cabello de la pareja pueden crear espacios significativos para fortalecer el lazo afectivo.
El experto subrayó que hablar de sexualidad implica enfrentarse a miedos, mitos y vacíos de información que, muchas veces, provienen de la formación deficiente recibida desde la infancia. Las referencias suelen limitarse a la higiene o al uso de métodos anticonceptivos, dejando de lado aspectos clave como el consentimiento, el deseo propio o la comunicación de preferencias dentro de la relación.
“Cuando hablamos de sexualidad, reconocemos que van a haber miedos, van a haber mitos. Si identificamos cómo aprendimos sobre ella, muchas veces las respuestas apuntan a la pornografía o consejos aislados, pero no a una educación integral”, afirmó el Dr. Giancarlo Cancel.
Desde esta perspectiva, muchas conversaciones íntimas entre parejas se ven condicionadas por el temor: temor a no saber cómo reaccionar, a ser rechazados o a la respuesta del otro. Este miedo puede convertirse en un bloqueo que impide establecer un diálogo genuino sobre deseos, límites y expectativas. A esto se suma un error frecuente en la comunicación: asumir que la pareja debe intuir lo que uno quiere o siente, en lugar de expresarlo con claridad.
No obstante, el especialista indicó que atravesar ese umbral de miedo puede fortalecer el vínculo afectivo y la vida sexual en pareja. Cuando se logra hablar desde la apertura, el respeto y la escucha activa, se amplía la posibilidad de compartir preferencias, fantasías y necesidades, lo que enriquece significativamente la experiencia íntima.
El Dr. Cancel también resaltó que muchas veces las personas limitan su respuesta al ser preguntadas por sus gustos sexuales. “Es más, si te preguntan: ‘¿cómo te gusta en la cama?’, ‘¿qué te gusta hacer en la cama?’, a veces las respuestas son: ‘pues penetración’, ‘estoy arriba’, ‘estoy abajo’ o ‘en la posición de perrito’”, comentó, haciendo énfasis en que la sexualidad va mucho más allá de las posturas.
Para el especialista, el deseo y la conexión sexual pueden comenzar incluso antes de llegar a la cama, a través de gestos como el coqueteo, un mensaje provocador o incluso el rastro del perfume de la pareja en la almohada.
En un contexto cada vez más mediado por la tecnología, donde las relaciones y el deseo se gestionan a través de plataformas de citas, Cancel invita a cuestionar qué tan a menudo se conversan los límites sexuales en estos espacios. El diálogo sobre lo que se desea, lo que no se desea, y cómo se vive la sexualidad desde la autonomía y el respeto sigue siendo un tema pendiente, incluso en escenarios donde se presume mayor apertura.
El especialista explicó cómo una pareja puede aprender a discutir de forma saludable, evitando que la comunicación se convierta en un nuevo motivo de conflicto. La clave, asegura, está en hablar desde la experiencia personal: “Yo siento”, “me hizo sentir”, en lugar de acusar o responsabilizar al otro con frases como “es que tú siempre…” o “nunca cambias”. Este enfoque permite centrar la atención en las emociones propias y no en los errores ajenos.
Asimismo, propuso dos reglas fundamentales para una buena conversación en pareja. La primera, comprender que no se trata de ganar. “No hay competencia en una conversación de pareja. Se trata de expresar cómo te sentiste y de construir una solución juntos”. La segunda, verse como un equipo. “Jugamos en el mismo equipo, el de tener una relación saludable, en la que no haya que callar ni comunicar desde la ansiedad o el miedo”.
Finalmente, recordó que conocer a la pareja implica saber cuáles son esos “botones” que pueden desconectar una conversación empática, y convertirla en una discusión marcada por la humillación, la crítica o la evasión. La tarea está en identificar esos patrones y desactivarlos a tiempo, para abrir espacio a la conexión emocional.