Comunicar a los seres queridos el diagnóstico de un cáncer es algo duro y complicado de afrontar, más aún cuando se tienen hijos menores.
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), afirma que ocultarles la enfermedad o evitar hablar de ella no es una buena estrategia para protegerles.
- "Sin duda, el niño notará que algo pasa y, especialmente en estos momentos, necesita que sus padres le tengan en cuenta. Saber que te está pasando, dónde estás cuando no estás en casa, y también saber que les quieres", apunta la AECC en un documento al respecto.
- "Cuando los hijos tienen esta información, disminuyen sus miedos y preocupaciones, y se sienten más seguros ante la nueva situación", añade.
¿SE INFORMA BIEN A LOS NIÑOS?
Es lo que intenta responder el Dr. Sinen Korbi, del Instituto Salah Azaïz (Túnez), y su equipo en una investigación que se presenta en el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) 2021.
- Aunque la mayoría de los participantes en el informe (un 82,5%) hablaron con sus hijos acerca de la enfermedad, casi el 90% informaron de problemas de comunicación con ellos, y más del 40% optaron por no revelarles toda la verdad sobre lo que les estaba pasando.
- De entre los que optaron por no contarles nada sobre el diagnóstico, un 60% alegó que lo hacía porque sus hijos eran muy pequeños, y un 40% por miedo a generarles un desequilibrio emocional o un trauma.
Pero ocultarles totalmente lo que está pasando puede llegar a ser contraproducente, sostiene el profesor Carlo Alfredo Clerici, experto en psicología clínica e infantil de la Universidad de Milán.
- "Compartir con los menores cierta información sobre la enfermedad de los padres y la posibilidad de su muerte no solo es útil, sino que tiene un efecto protector contra fenómenos traumáticos", ha dicho al respecto.
HABLAR CON ELLOS DESDE EL PRIMER MOMENTO
La comunicación con los menores sobre la enfermedad debe ser un proceso continuo que, idealmente, debería comenzar poco después del diagnóstico.
- "Si a los niños no se les da una explicación sincera de la situación, llegarán a sus propias conclusiones (que probablemente serán incorrectas y a veces incluso más dolorosas). Ellos pueden imaginar o pensar que la situación es más grave de la que realmente es y que, por esta razón, no se les cuenta nada", defiende la AECC.
Si se acaban enterando por otros, pueden sentirse desplazados o pensar que sus padres no confían en ellos
Y hay que tener muy presente que, cuanto más tiempo pase, más opciones hay de que el niño se imagine cosas.
- "Los niños que tienen información veraz sobre la enfermedad de su progenitor desde el principio, y en pequeñas dosis, sufren menos ansiedad que los niños cuyos padres tienden a evitar hablar de ella", añaden desde la entidad.
PAUTAS PARA DECÍRSELO DE LA MEJOR MANERA
La AECC recomienda lo siguiente:
- Lo ideal es que sean ambos padres, juntos, quienes hablen con el niño.
- Antes debéis prepararos y pensar qué le vais a decir y cómo vais a responder a sus preguntas. Y, si no sabéis como solucionar alguna de sus dudas, decidle con franqueza que no disponéis de la respuesta en ese momento pero que la vais a averiguar.
- La información que le deis debe ser sencilla, veraz y adaptada a la edad que tenga el niño y a su nivel de comprensión. Por ejemplo, hasta los dos años se les puede explicar que uno de sus padres "está malito", y entre los dos y los seis años se puede hablar de "células buenas" y "células malas".
- Es importante dejarles muy claro que ni ellos, ni nada de lo que hayan hecho, son la causa por la que el padre o madre está enfermo.
- Animadle a expresar cómo se siente y a compartir sus preguntas y dudas en cualquier momento con vosotros.
CUÁNDO DEBE PREOCUPARTE SU REACCIÓN
Aunque el diagnóstico se le comunique de la mejor manera posible, no hay que obviar que el impacto que tiene en el niño saber que uno de sus padres está enfermo puede ser muy grande.
- El 96% de los participantes en el estudio tunecino observaron cambios de comportamiento en sus hijos. Notarlos más ansiosos, deprimidos y violentos fue lo más común, y el 58% de los niños de entre 6 y 12 años tuvieron dificultades académicas. A pesar de estas altas cifras, tan solo el 8,7% de los padres consultaron a un psiquiatra infantil.
- "Muchas personas piensan que pueden manejar estos problemas por su cuenta o con la ayuda de sus familiares, pero la realidad es que es importante animarlos a que compartan esta información con los profesionales sanitarios para que, en caso de que sea necesario, podamos derivarlos a otros especialistas", afirma el doctor Korbi.
Desde la AECC recomiendan solicitar apoyo profesional si se observan problemas para dormir o pesadillas persistentes, apatía o desgana, una preocupación o ansiedad excesiva, rabietas frecuentes, ataques de ira, una actitud desobediente o desafiante, cambios importantes en el rendimiento académico o, cuando ya son adolescentes, consumo de drogas y alcohol.
- "Los niños realizan su propia interpretación de la vida y pueden sufrir mucho cuando no cuentan con adultos que les ayuden a gestionar las emociones", señala el profesor Clerici.
Fuente: Saber Vivir