Con un diagnóstico temprano y tratamiento oportuno, esta enfermedad es curable.
Pese a que actualmente la lepra, o también conocida como bacilo de Hansen, tiene cura, es una enfermedad que continúa presente en la era moderna y sobre la cual persisten los estigmas en quienes lo padecen.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, esta condición tropical desatendida sigue presente en más de 120 países, que en conjunto notifican más de 200 mil nuevos casos al año.
La lepra es una enfermedad ancestral, descrita ya en textos de las civilizaciones de la antigüedad y es causada por una bacteria llamada Mycobacterium leprae, que afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos.
Lepra, una enfermedad que no es altamente infecciosa
En algunos casos, los síntomas pueden aparecer a los 9 meses después de haber adquirido la infección y en otros casos pueden tardar hasta 20 años. La lepra no es altamente infecciosa y se transmite a través del contacto cercano y frecuente con personas infectadas no tratadas.
Investigadores de Mayo Clinic sostienen que aunque se desconoce el mecanismo exacto de transmisión, se cree que una persona necesita estar en contacto con un individuo infectado durante un período de tiempo prolongado.
En algunos casos, se sabe que los armadillos, que son huéspedes de la bacteria, transmiten la enfermedad. En la mayoría de los casos modernos, las personas que desarrollan lepra están inmunosuprimidas, como los pacientes trasplantados o los que toman medicamentos inmunosupresores por otras razones.
Por lo anterior, los científicos que estudian el comportamiento epidemiológico de esta enfermedad consideran que el tratamiento de la lepra con antibióticos y la vigilancia en nombre de las personas inmunodeprimidas o que viajan considerablemente es adecuado para prevenir la devastación causada por la lepra en días pasados.
Detección y tratamiento tempranos previenen la discapacidad causada por la lepra
En cuanto al diagnóstico de la lepra, la OMS indica que es basado en los síntomas que presenten los pacientes, apoyado en exámenes de laboratorio.
Por lo general, la enfermedad se manifiesta por la presencia de lesiones cutáneas y la afectación de nervios periféricos y se diagnostica cuando se observa al menos uno de los siguientes signos básicos:
1) pérdida definitiva de sensibilidad en una mancha o placa cutánea pálida (hipopigmentada) o rojiza;
2) hipertrofia o engrosamiento de un nervio periférico, con pérdida de sensibilidad y/o debilidad de la musculatura que inerva;
3) observación al microscopio de la presencia de bacilos en un frotis por raspado de incisión cutánea.
Atendiendo a estos signos, y a efectos del tratamiento, se clasifican los casos en los tipos paucibacilar y multibacilar.
El caso paucibacilar incluye de una a cinco lesiones cutáneas, sin presencia demostrada de bacilos en un frotis cutáneo. Mientras que el caso multibacilar: incluye más de cinco lesiones cutáneas; o con afectación nerviosa (neuritis pura o neuritis más cualquier número de lesiones cutáneas); o con presencia demostrada de bacilos en un frotis por raspado de incisión cutánea.
El esquema terapéutico actualmente recomendado reúne tres fármacos: dapsona, rifampicina y clofazimina, cuya administración combinada se conoce como tratamiento multimedicamentoso o politerapia. Su duración es de 6 meses, en los casos paucibacilares, y de 12 meses en los multibacilares.
Fuente consultada aquí.