Las infecciones vaginales son uno de los motivos de consulta más frecuentes en ginecología. Sin un tratamiento adecuado, estas pueden tener consecuencias sobre la salud reproductiva y otras enfermedades.
Durante las edades fértiles, es normal que las mujeres secreten flujo vaginal, cambiando según los días del ciclo menstrual en el que cada una se encuentre.
Existen cuatro periodos en el ciclo menstrual. El primero es el preovulatorio; el segundo, ovulatorio; el tercero, premenstrual, y el cuarto, el postmenstrual. Durante estos periodos el flujo o secreción varía de un color transparente a blanco y su cantidad de menor a mayor, y no está asociado a malos olores, incomodidades e inflamaciones.
Sin embargo, los cambios de olor, cantidad y textura en el flujo vaginal pueden estar asociados por cambios en el propio organismo, como la vaginosis bacteriana y la vaginitis, o también estar asociadas a infecciones de transmisión sexual.
Vaginosis bacteriana
Esta se produce cuando el equilibrio de las bacterias de la vagina se ve alterado y deja expuesta esta zona para volverse más propensa en contraer microorganismos dañinos y así generar un desbalance en la flora vaginal. Las mujeres que padecen vaginosis bacteriana perciben un cambio en el olor de su flujo vaginal y la cantidad de este aumenta.
“La Vaginosis bacteriana se caracteriza por un flujo vaginal acuoso, abundante, verde, amarillo o gris, con un fuerte olor a pescado, que causa molestia vulvovaginal, aunque no presenta una inflamación vaginal significativa”, agrega la Dra. Karen G. Martínez.
Hay varias formas de desarrollar la vaginosis bacteriana cuando el PH vaginal ya está desequilibrado, por ejemplo, en baños públicos, piscinas, o cuando la flora vaginal está desequilibrada por causa de las relaciones sexuales sin protección, etc.
Además, cuando una mujer hace uso de duchas vaginales, desodorantes o contrae una enfermedades de transmisión sexual, su flora vaginal sufre un desequilibrio exponiéndose a desarrollar enfermedades.
Si esta infección no se trata a tiempo, la mujer estará expuesta a contraer enfermedades de transmisión sexual, puesto que su zona íntima está debilitada. En mujeres embarazadas esta condición puede ascender hasta el útero causando problemas en el embarazo. Por esto es recomendable asistir a un especialista que se encargará de recetar el tratamiento que incluye antibióticos, antifúngicos o antiparasitarios.
Vaginitis o vulvovaginitis candidiásica
Esta infección vaginal se caracteriza por la inflamación, ardor y picazón causados por reacciones alérgicas, sensibilidades a ciertos objetos o sustancias, diabetes descontrolada, consumo continuo y de largo plazo de antibióticos que pueden producir un desbalance, defensas bajas y estrógeno desequilibrado.
Los síntomas de la vaginitis son cambios en el flujo, picazón, vulva y vagina inflamada y de color rojo, ardor al orinar y dolor al tener relaciones sexuales.
“La vaginitis es también llamada la vulvovaginitis candidiásica y es una entidad causada por un hongo llamado Cándida. Esta se presenta con un flujo vaginal abundante, cremoso, blanquecino, normalmente sin olor, pero su característica principal es que es causante de hinchazón, enrojecimiento y picazón en la zona vulvovaginal”, puntualiza la doctora Karen G. Martínez.
Recomendaciones si padeces estas infecciones
No usar tapones o protectores íntimos.
Mantener seca la zona íntima.
No usar duchas vaginales.
Usar jabones de Ph neutro en la vulva.
Tener ropa interior de algodón holgada.
No utilizar ropa ajustada.
Evitar las relaciones sexuales.
Acabar con el tratamiento, no dejarlo de hacer si desaparecen los síntomas.
Cuando estas infecciones son recurrentes, los especialistas optan por un tratamiento de restauración del Ph de la zona íntima. Los ginecólogos, para dar un buen diagnóstico, deben diferenciar si los síntomas son causados por hongos o por bacterias, esto lo pueden descubrir al hacer una prueba de flujos vaginales.
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