Relacionan una enzima presente en la saliva con la propensión a la obesidad

Un estudio sugiere que bajos niveles de alfa-amilasa salival prolonga la sensación de apetito, lo que contribuye a consumir más alimentos.

Medicina y Salud Pública

    Relacionan una enzima presente en la saliva con la propensión a la obesidad

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    Un estudio de las universidades de Jaén y Málaga sugiere que bajos niveles de alfa-amilasa saliva prolonga la sensación de apetito, lo que contribuye a consumir más alimentos.

    Investigadores de las Universidades de Jaén y Málaga, junto al Hospital Virgen de la Victoria (Málaga), han relacionado niveles bajos de un compuesto que se encuentra en la saliva con la sensación de hambre en jóvenes obesos.

    El estudio, difundido desde la Fundación Descubre, se ha basado en el análisis de la respuesta de saliva en los adolescentes cuando se les muestran fotografías de comida rica en grasas y azúcares.

    Los procesos que regulan el comportamiento alimentario son complejos y engloban factores químicos, sensoriales o conductuales, controlados por el hambre y la saciedad a través de señales en el organismo. Algunos péptidos y proteínas, como la insulina, proporcionan información sobre el funcionamiento y los mecanismos de transformación de los alimentos en nutrientes y, por lo tanto, se pueden utilizar como biomarcadores de regulación en la conducta alimentaria y la obesidad.

    Otro de esos posibles biomarcadores es la alfa-amilasa salival, una enzima que se encuentra en la saliva y comienza el proceso de digestión de los alimentos en la boca. Así, los investigadores evalúan la presencia de esta sustancia en adolescentes con exceso de peso y peso normal en un estudio publicado en la revista Childhood Obesity, y la han asociado a la sensación de hambre antes y después de ver imágenes de alimentos.

    Tras los estudios, los expertos proponen la alfa-amilasa salival como un marcador de hambre y de propensión al sobrepeso, ya que los niveles de apetito y los cambios en los mismos dependen de ella. Este hallazgo indica que el nivel de esta sustancia puede ser un factor en los tratamientos de la obesidad, especialmente en la infantil. Esta enzima está presente en muchos tejidos y se encarga de romper enlaces de moléculas grandes, como el glucógeno o el almidón, y producir muchas otras más pequeñas como la maltosa y la glucosa. Así, los carbohidratos se convierten en glucosa por la intervención de la enzima y esto provoca la sensación de estar saciado.

    En individuos que presentan niveles más bajos de alfa-amilasa, la digestión será lenta y, por tanto, la existencia de glucosa será menor. "Esto hace que la sensación de hambre se mantenga durante un período más largo, lo que contribuye a un mayor consumo de alimentos antes de alcanzar la saciedad. A largo plazo, aumenta la propensión a la acumulación de grasas, un alto índice de masa corporal, riesgo de obesidad y mayor liberación de insulina", indica la investigadora de la Universidad de Jaén María Moreno, autora del artículo.

    Aunque ambos grupos mostraron un aumento significativo en los niveles de hambre entre la evaluación previa y posterior a la tarea, fue mayor en los adolescentes con sobrepeso. Asimismo, el nivel de alfa-amilasa salival tuvo efecto sobre el cambio en los niveles de hambre en este grupo y bajó considerablemente tras la actividad.

    Sin embargo, en el grupo normalizado no se detectaron asociaciones entre la enzima y los niveles de hambre. Finalmente, la cantidad de alfa-amilasa estaba inversamente correlacionada con el porcentaje de grasa corporal. Es decir, los estudiantes con menor índice de masa presentaban mayor nivel y viceversa.

    Según indican los expertos, la relación entre la visualización de la imagen y la necesidad de comer es un hecho que utilizan los medios publicitarios para ampliar sus ventas, especialmente entre adolescentes, un público más fácil de persuadir. Esto se debe, entre otros muchos factores, a que los cambios metabólicos naturales fomentan comportamientos de riesgo.

    "Entre otras causas, los adolescentes aún no tienen completamente desarrollado una estructura cerebral llamada córtex frontal, responsable del autocontrol y del impulso, especialmente visible en el hecho de obtener una gratificación inmediata",

    añade la investigadora a Jano.es.

    Además, en el entorno alimentario es frecuente encontrar una abundante oferta de alimentos apetitosos, energéticos y de bajo precio, fácilmente accesibles y promovidos por la publicidad de manera agresiva. "En este ambiente, promover una alimentación saludable se ha vuelto difícil", puntualiza.

    El trabajo se ha desarrollado a través de la financiación propia del grupo de investigación Psicofisiología Clínica liderado por el profesor Gustavo A. Reyes del Paso de la Universidad de Jaén y forma parte de la tesis doctoral de la investigadora, titulada 'Exceso de peso en adolescentes: Influencia del estrés social en el rendimiento neuropsicológico y efecto de la visualización de imágenes de alimentos en la activación cerebral y toma de riesgos'.

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