El diario El País ha publicado una nota periodística en la que señala que Bruce Johnson, el presidente de la mayor sociedad científica dedicada al tratamiento del cáncer, contó la semana pasada que había sufrido la enfermedad. Durante una de las sesiones plenarias de la reunión anual de la ASCO (Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, de sus siglas en inglés) en Chicago, explicó cómo en 2012 descubrió que tenía cáncer de próstata. Seis años después de extirpárselo con cirugía, se encuentra bien, pero “continúa viviendo con incertidumbre” ante una posible recaída. La experiencia, según relató delante de oncólogos de todo el mundo, le ha servido para dar aún mayor importancia a la angustia que puede producir este diagnóstico. “Debemos ir más allá de elegir las terapias adecuadas para nuestros pacientes, tenemos que cuidar también de sus necesidades psicológicas”, demandó.
La publicación de este diario continúa indicando que el cáncer es personal. Cada tumor es diferente, cada organismo puede tener una vulnerabilidad distinta a cada tipo de cáncer y cada persona se toma a su manera saber lo que le pasa. En este último encuentro de la ASCO, el cáncer de pulmón ha sido uno de los protagonistas y un buen ejemplo de cómo la personalización de la medicina empieza a dar resultados. Aunque resultados pueden ser unos meses o pocos años, de momento, poca cosa o mucha, depende de para quién.
En el frente farmacológico, hace solo quince años, la quimioterapia era el único tratamiento disponible para estos tumores. Después se descubrieron genes como el EGFR o el ALK, promotores del cáncer contra los que se diseñaron terapias dirigidas, y en los últimos años, las inmunoterapias, que ayudan al sistema inmune a combatir el cáncer, han empezado a conseguir largos tiempos de supervivencia para una parte de los enfermos. En Chicago, se presentaron estudios que muestran las posibilidades que ofrece combinar todas estas estrategias.
El País destaca los estudios IMPOWER 150 y 131, los cuáles han mostrado las posibilidades terapéuticas de la combinación de todos los tipos anteriores de fármacos frente a la quimioterapia sola. El primero obtuvo un aumento de la supervivencia de cinco meses de media en pacientes con el tipo de cáncer de pulmón más común, el no microcítico no escamoso, que suele afectar a los fumadores. Lo logró con una combinación de inmunoterapia -atezolizumab- con un anticuerpo monoclonal -bevacizumab- y una quimioterapia. Algo similar se consiguió con el segundo ensayo, en el que se observaron supervivencias similares con una combinación de inmunoterapia y quimioterapia en el cáncer de pulmón con peor pronóstico (el no microcítico escamoso con metástasis).
ASCO es el lugar en el que se anuncian muchos de los grandes éxitos prolongando la vida de los enfermos de cáncer, pero también es un terreno de juego en el que las grandes farmacéuticas intentan demostrar el valor de sus fármacos. Los estudios anteriores son la propuesta de la farmacéutica Roche (que pagó el viaje de este periódico al congreso) frente a algunos tipos de cáncer de pulmón. En una de las sesiones plenarias del encuentro, en las que los organizadores de ASCO destacan sus apuestas sobre las terapias que cambiarán la forma de tratar el cáncer en todo el mundo, se presentaron los resultados de KEYNOTE-042, patrocinado por MSD. En él se observó que el inmunoterápico pembrolizumab era mejor que la quimioterapia como tratamiento inicial para el cáncer de pulmón más común. Además de sobrevivir una mediana de entre cuatro y ocho meses más que los que recibieron quimioterapia, los pacientes que recibieron la inmunoterapia tuvieron efectos secundarios graves con menos frecuencia, de acuerdo a lo publicado por El País.
Luis Paz-Ares, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid), considera que “en el futuro, en vista de los resultados de otros estudios y de más biomarcadores [que permitan determinar a qué paciente le va mejor qué tratamiento] tendremos que ajustar de forma más fina qué pacientes tratar solo con inmunoterapia, cuáles con una combinación de inmunoterapia y quimioterapia y si hay algunos que solo deben recibir quimioterapia”. Paz-Ares, que ha liderado otro estudio (el KEYNOTE-407) que muestra los beneficios de combinar pembrolizumab y quimioterapia frente a la quimioterapia sola, afirma que el desarrollo de nuevos biomarcadores ayudará a que los pacientes no pierdan el tiempo ni sufran una toxicidad innecesaria y servirá también para hacer sostenible el sistema sanitario al invertir en los pacientes que realmente se van a beneficiar de un fármaco. “Y tendremos que optimizar la duración de los tratamientos”, concluye.
Destaca este medio periodístico, que uno de esos intentos de optimizar la duración de los tratamientos es el estudio PERSEPHONE. En él, se puso a prueba la posibilidad de reducir a seis meses el tratamiento habitual de un año con trastuzumab, una terapia dirigida que ha mostrado una gran eficacia en mujeres con cáncer de mama que sobreexpresan la proteína Her2, entre el 20 y el 30% de las que tienen este tipo de tumor. Después de un seguimiento de cuatro años, el 89,4% de las pacientes que recibieron el tratamiento durante seis meses estaban vivas frente al 89,8 que lo tomaron durante un año. La responsable del estudio, la profesora de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) Helena Earl, confiaba en que este trabajo “marcará los primeros pasos hacia la reducción de la duración del tratamiento con trastuzumab”, aunque también reconocía que serán necesarios más estudios para saber en qué pacientes la reducción del tiempo que reciba el fármaco es segura.
Algunos expertos, como el jefe del servicio de oncología del Hospital del Mar de Barcelona, Joan Albanell, consideran que los datos “no son suficientemente robustos” para cambiar la práctica de un año de trastuzumab y que el tratamiento de seis meses comparado con quimioterapias actuales “es algo inferior”. Javier Cortés, experto en cáncer de mama del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, recuerda que hay más estudios que demuestran que el tratamiento corto es inferior y considera “inaceptable” la posibilidad de que estos resultados cambien la duración de este tratamiento. Si en el futuro se consiguiese reducir la terapia en tantos meses, además de reducir los efectos secundarios del fármaco, supondría un gran ahorro para el sistema sanitario, de decenas de miles de euros por paciente.
Para el cierre de su nota periodística, el diario El País destaca la intervención del director de ASCO, quién habló en la presentación del congreso sobre la experiencia subjetiva de vivir un cáncer. La cantidad ingente de datos que se acumulan sobre cómo tratar mejor la enfermedad a veces no es suficiente para los pacientes. Mariano Provencio, jefe del servicio de Oncología Médica del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, cuenta cómo algunas de las personas que llegan a su consulta para ser tratadas de cáncer de pulmón no quieren esperar a realizar todas las pruebas disponibles para conocer el tumor concreto que les amenaza. Ante una enfermedad tan agresiva, presionan para comenzar con el tratamiento antes incluso de tener la información que mejore sus expectativas. La investigación sobre el cáncer no ha logrado curaciones milagrosas para algunos pacientes, pero ha generado muchas opciones nuevas, que en algunos casos pueden significar años de vida. Por eso, es importante reunir toda la información posible antes de comenzar los tratamientos. “Yo siempre recomiendo que pidan una segunda opinión”, recomienda Cortés. “Es difícil que dos nos equivoquemos igual”, añade. La medicina personalizada es mucho más que las pruebas para analizar mutaciones o los fármacos innovadores diseñados para combatirlas.