En la búsqueda científica de tratamientos médicos capaces de mitigar la inflamación intestinal severa, conduce a que son los factores genéticos y ambientales son los que más ofrecen alternativas al momento de definir una terapia de recuperación.
Las doctoras Priscilla M. Medero Rodríguez y Esther A. Torres indican en un artículo científico publicado en la Revista Puertorriqueña de Medicina y Salud Pública (MSP), que la concientización de los pacientes sobre las distintas terapias que existen para combatirlo, sus efectos secundarios y los resultados esperados, son muy importantes para salir airosos en el tratamiento.
Además de los tratamientos médicos, dijeron, es esencial que el cuidado de estos pacientes sea coordinado por un equipo multidisciplinario de expertos, prestando atención a la evaluación y consejería nutricional, aspectos psicosociales, alternativas quirúrgicas, y acceso a otros servicios especializados con experiencia en el manejo de pacientes con enfermedades inflamatorias del intestino (Ell).
“Por ellos y para proveerles una mejor calidad de vida a los pacientes, debemos conocer los distintos tratamientos y alternativas posibles, dialogarlo con ellos como parte integral de su tratamiento”, añadieron.
Las enfermedades inflamatorias del intestino están compuestas principalmente por la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. El objetivo principal de la terapia incluye lograr remisión, mediante terapia de inducción, y prevención de exacerbaciones de la condición, mediante terapia de mantenimiento.
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La decisión del medicamento a utilizar dependerá del tipo de enfermedad, la extensión y severidad de la misma. Hay distintas clases de medicamentos los cuales incluyen: aminosalicilatos, esteroides, inmunosupresores, agentes anti-factor de necrosis tumoral, (a-FNT), anticuerpos bloqueadores de integrina, inhibidores de calcineurina y nuevas modalidades de terapia.
El punto de partida para definir tratamiento cuando el paciente no responde adecuadamente al mismo está siendo cuestionado por investigadores aunque algunos especialistas deciden, con el consentimiento del paciente, recomenzar una terapia más agresiva en casos de enfermedad severa.
“Cuando se habla de objetivos en el tratamiento hay que considerar que lo principal de la terapia es aliviar los síntomas de la enfermedad y lograr sanación intestinal con un régimen médico capaz de aclarar la patofisiología de estas condiciones que nos han permitido entender el mecanismo de acción de los medicamentos y el desarrollo de nuevas terapias”, manifestaron.
Por otro lado, la respuesta inmune ha sido implicada como factor predominante en la patogénesis tanto de enfermedad de Crohn como de colitis ulcerosa, razón por la cual se utilizan medicamentos que modulan el sistema inmune. Se piensa que las EII son resultado de respuestas inmunes a los organismos del intestino de una forma aberrante y continua, usualmente catalizada por el individuo. Aún no se conoce la causa exacta que desata la enfermedad.
“Se teoriza que ésta envuelve una interacción compleja entre los factores genéticos, ambientales, microbianos y las respuestas inmunes. Las investigaciones en este campo han apuntado a dos teorías: primero, la desregulación del sistema inmune que se dirige en contra de las bacterias luminales o de sus productos encontrados en el lumen intestinal. Y segundo, se crea una respuesta inmune inapropiada a los organismos en el intestino, los cuales normalmente son tolerados en la población general, posiblemente por alteraciones intrínsecas en la barrera luminal intestinal”, sostuvo.
El sistema inmune adquirido está diseñado para responder a antígenos foráneos que son presentados por las células presentadoras de antígeno (APC en inglés) en asociación con las moléculas de complejo de histocompatibilidad (MHC). Si la función de las células APC se altera, ocurre una desregulación acelerada de estos mecanismos y se presentan antígenos a los cuales no se debería responder.
Por otra parte, la teoría de la disbiosis establece como ficha clave en el desarrollo de esta enfermedad incrimina a las bacterias intestinales como aquellas que inician y amplían las enfermedades inflamatorias del intestino. Esta teoría sugiere que se interrumpe el balance de bacterias intestinales protectoras y nocivas para así dar paso a una inflamación desregulada.
Los tratamientos terapéuticos para tratar la enfermedad son muy variados, y como se dijera anteriormente, su aplicación dependerá del mismo paciente y la severidad de su condición. Entre ellos se sugiere utilizar medicamentos anti-inflamatorios, corticoesteroides, Inmunosupresores e Inhibidores de TNF-alfa, entre otros.