El biólogo japonés Yoshinori Ohsumi se convirtió en el único ganador del Premio Nobel de Medicina o Fisiología 2016 por sus descubrimientos relacionados con la degradación y reciclaje de los componentes celulares, mientras que el Premio Nobel de Química recayó en el francés Jean Pierre Sauvage, el británico Fraser Stoddarte y el holandés Bernard Feringa por diseñar y producir máquinas moleculares.
El biólogo japonés Yoshinori Ohsumi se convirtió en el único ganador del Premio Nobel de Medicina o Fisiología 2016 por sus descubrimientos relacionados con la degradación y reciclaje de los componentes celulares, mientras que el Premio Nobel de Química recayó en el francés Jean Pierre Sauvage, el británico Fraser Stoddarte y el holandés Bernard Feringa por diseñar y producir máquinas moleculares.
Ohsumi, a comienzos de los 90, publicó una serie de experimentos que develaron los engranajes que hacen posible que las células tengan un mecanismo eficiente para degradar y reciclar los componentes que ya no les sirven. Las disrupciones en este proceso, llamado "autofagia" (de "comerse a sí mismo"), fueron vinculadas con la enfermedad de Parkinson, la diabetes tipo 2 y otros desórdenes que aparecen en la vejez, así como también con enfermedades genéticas y cáncer.
"Me gustaría decirles que no toda la investigación científica puede tener éxito, pero que es importante imponerse un reto", expresó el profesor del Instituto de Tecnología de Tokio desde el 2009, quien se mostró encantado con el premio y aconsejó a los jóvenes plantearse desafíos.
Además, destacó que sus descubrimientos mucho de suerte, ya que se había inclinado por temas que no habían sido estudiados por otras personas.
Los primeros estudios en el proceso de autofagia se hicieron en los 60, cuando se observó que la célula podía destruir sus componentes encerrándolos en membranas y formando vesículas ("bolsitas") que son transportadas a un compartimiento de reciclaje llamado "lisosoma".
En las siguientes décadas surgieron innumerables dificultades para estudiar este fenómeno hasta que, a comienzos de los 90, Ohsumi usó levadura de panadería para identificar los genes esenciales para que este proceso se produzca. A través de una serie de experimentos inteligentemente diseñados, develó los mecanismos de la autofagia y mostró que se verificaba en las levaduras y en nuestras células.
Ohsumi nació en Fukuoka, Japón, en 1945, y terminó su doctorado en la Universidad de Tokio en 1974. Comenzó en química, pero decidió que era un campo con pocas oportunidades.
Luego, pasó a estudiar biología molecular. Sin embargo, su tesis de doctorado era tan compleja que no podía encontrar trabajo. Su asesor le sugirió una posición posdoctoral en la Universidad Rockefeller de Nueva York, donde estudió la fertilización in vitro en ratones.
Para él fue muy frustrante esta situación, pero luego comenzó a estudiar la levadura. Se convirtió en profesor asociado y estableció su laboratorio de investigación en 1988. A los 43 años hizo los descubrimientos que el comité del Nobel reconoció con este premio.
El francés Jean-Pierre Sauvage, el británico Fraser Stoddart y el holandés Bernard Feringa desarrollaron moléculas con movimientos controlables, que pueden llevar a cabo tareas cuando se les proporciona energía, por lo que recibieron el Premio Nobel de Química.
El trabajo de los tres "demuestra cómo la miniaturización de la tecnología puede conducir a una revolución", según indicó la Academia Sueca de Ciencias. "Los galardonados con el Nobel de Química de 2016 han miniaturizado máquinas y han llevado la química a una nueva dimensión", añade la Academia.
El trabajo de Sauvage, Stoddart y Feringa ha demostrado que es posible crear máquinas 1,000 veces más finas que el grosor de un cabello.
Jean- Pierre Sauvage, quien nació en París, es profesor de la Universidad de Estrasburgo. Fue el pionero en 1983, cuando enlazó dos moléculas con forma de anillo formando una cadena, denominada catenano. Normalmente, las moléculas se unen con enlaces covalentes, en los que los átomos comparten electrones, pero en el catenano de Sauvage estaban entrelazadas mecánicamente. La Academia subraya que una máquina debe estar compuesta por partes que se puedan mover las unas respecto a las otras. El catenano cumplía este requisito.
Luego, el próximo paso lo dio Fraser Stoddart, profesor de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, en 1991, al desarrollar un rotaxano, una arquitectura molecular similar a un anillo atrapado en el interior de una mancuerna de gimnasio. El investigador, nacido en 1942 en Edimburgo, demostró que el anillo se podía mover por ese minúsculo eje molecular con topes. A partir del rotaxano, Soddart desarrolló "músculos moleculares" y "chips informáticos basados en moléculas", según expresó la Academia.
Bernard Feringa fue el primero que construyó un motor molecular. En 1999, logró una pala de rotor molecular que giraba continuamente en la misma dirección, cuando los científicos aportaban luz ultravioleta. "Utilizando motores moleculares, ha rotado cilindros de vidrio que son 10, 000 veces más grandes que el motor y también ha diseñado un nanocoche", detalló la Academia. Este nanocoche, fabricado en 2011 por el equipo de Feringa, consiste en cuatro ruedas formadas por moléculas que giran, unidas a una especie de chasis molecular.