Estados Unidos: la ciudad de 3.000 habitantes inundada con 20 millones de pastillas para el dolor

Se convirtió en el destino de 20 millones de unidades de analgésicos opioides, según un informe de diciembre del congreso de EE.UU.

Medicina y Salud Pública

    Estados Unidos: la ciudad de 3.000 habitantes inundada con 20 millones de pastillas para el dolor

    Williamson, en el estado estadounidense de Virginia Occidental, tiene un poco más de 3.000 habitantes, pero entre 2006 y 2016, la ciudad recibió un tsunami de pastillas: se convirtió en el destino de 20 millones de unidades de analgésicos opioides, según un informe de diciembre del congreso de EE.UU.

    Williamson se convirtió así en un símbolo de una crisis de adicción mortal: las autoridades de salud estiman que alrededor de 218.000 estadounidenses murieron por sobredosis relacionadas con opioides recetados entre 1999 hasta 2017.

    Esto ha provocado una ola de demandas legales, y Purdue Pharma se encuentra en el centro de muchas.

    Y los propietarios de la compañía, la familia Sackler, están envueltos en una controversia que llevó a la National Portrait Gallery de Londres a rechazar públicamente una donación de $ 1,32 millones.

    Pero, ¿cómo fue una pequeña ciudad de EE.UU. se inundó de pastillas, provocando una oleada de litigios que arrastrarían a una de las 20 familias más ricas de ese país (según el ránking de Forbes)?

    Crisis de salud

    Los opioides son una clase de medicamentos que se encuentran naturalmente en las amapolas, las mismas que se usan para producir heroína.

    Se prescriben para tratar varios grados de dolor porque actúan de una manera más rápida, prolongada y fuerte que los analgésicos tradicionales.

    Desafortunadamente, esas son las mismas características que hacen que los opioides sean potencialmente adictivos y que puedan causar sobredosis de manera relativamente fácil.

    Aún así, fueron recetados en gran medida a pacientes en todo el país en las últimas dos décadas: en el año más alto (2012), el número de recetas superó los 255 millones, o 81,3 por cada 100 estadounidenses.

    Y Purdue es el fabricante de OxyContin, el más vendido y, desde principios de la década pasada, también el opioide de prescripción más abusado en EE.UU., según el Centro Nacional de Información Biotecnológica de ese país.

    Williamson es uno de los cientos de ciudades, condados o estados que han presentado miles de demandas judiciales contra la industria farmacéutica.

    La afluencia de píldoras de opioides a Williamson equivale a más de 6.500 unidades por persona.

    "Pilliamson"

    "Williamson fue apodado 'Pilliamson' gracias a esta increíble afluencia de píldoras", le dijo el periodista Eric Eyre, de Virginia Occidental, a la BBC.

    Eyre ganó el Premio Pulitzer 2017 por su serie de historias sobre la prescripción excesiva de analgésicos en Virginia Occidental, uno de los estados más pobres de EE.UU.

    Las cifras de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), la principal agencia de salud de EE.UU., muestran que Virginia Occidental tuvo la tasa más alta de muertes por sobredosis de drogas en el país: 57,3 muertes por cada 100.000 personas en 2017, más del doble del promedio nacional (21,7).

    Y el condado de Mingo, donde se encuentra Williamson, tiene la cuarta mayor tasa nacional de muertes por abuso de pastillas prescritas.

    "Un escape"

    "Las tasas más altas de muertes por drogas se concentran en las comunidades mineras con dificultades económicas o en aquellas que dependen de los empleos del sector de servicios", dice Shannon Monnat, profesora asistente en la Universidad de Syracuse, Nueva York, quien estudió el impacto de la crisis de opioides en el EE.UU. rural.

    "Para muchas personas, esas instituciones de trabajo y la familia se han desmoronado en los últimos 30 años, y ha dejado a algunas con poco significado en sus vidas", explica.

    "Las drogas son una forma de escapar de ese dolor emocional o de falta de conexiones o de un propósito en la vida", añade Monnat.

    En 2017, un informe de la cadena NBC citó a los servicios de emergencia en Williamson diciendo que atendían un promedio de 50 casos de sobredosis al mes.

    "Es justo decir que todos en Williamson podrían conocer a alguien afectado por el abuso de drogas", dijo Roger May, un fotógrafo nacido en la ciudad, a la BBC.

    "Comenzó con los mineros que necesitan la medicina para su dolor, pero pronto escuchamos historias de miembros de sus familias que también usan la medicación, incluidos niños que robaban las pastillas para divertirse", cuenta.

    "Luego, unos años más tarde, veías a las personas actualizar su estado de Facebook diciendo que alguien había tenido una sobredosis o había muerto", agrega May.

    La punta del iceberg

    Los números que Eric Eyre descubrió en su trabajo para el Charleston Gazette-Mail mostraron que Williamson era solo la punta de un iceberg del problema de abuso de drogas.

    Los documentos que obtuvo de la Administración para el Control de Drogas (DEA) señalaban que los distribuidores de medicamentos enviaron más de 780 millones de píldoras de oxicodona e hidrocodona, los analgésicos de opioides más comunes, a las farmacias de Virginia Occidental entre 2007 y 2012.

    "Kermit, una ciudad de 400 habitantes en West Virginia, también recibió millones de píldoras. Pero Williamson se volvió más simbólico debido al volumen que llegó y al hecho de que la gente llegaba desde cientos de kilómetros de distancia para comprar los medicamentos", añade Eyre.

    "La gente empezaba a hacer cola a las 6 am afuera de las farmacias para obtener sus pastillas", sostiene.

    Plan de negocios

    Frankie Tack, experto en adicciones de la Universidad de Virginia Occidental, es parte de un grupo de académicos que creen que las comunidades rurales representan buenas oportunidades de negocios para las compañías farmacéuticas.

    "No creo que las compañías dejaran todas esas píldoras en lugares como Williamson por accidente. Era parte de su modelo comercial para apuntar a las comunidades que estarían en mayor riesgo", le dice Tack a la BBC.

    Como explica Tack, "en Virginia Occidental hay muchas ciudades con personas involucradas en trabajos manuales y con menos acceso a servicios médicos. Algunas ni siquiera tienen un hospital".

    "He entrevistado a pacientes que tomaron opioides sin siquiera saber qué eran, y mucho menos que podían engancharse. Si observan esta epidemia, verán que las víctimas fueron inicialmente personas de mediana edad, las que tienen más probabilidades de necesitar medicamentos para el dolor", añade el académico.

    Los fabricantes y distribuidores han negado sistemáticamente estas acusaciones.

    Williamson también se encuentra cerca de las fronteras de Virginia Occidental con Kentucky y Tennessee.

    Junto con la entonces floja regulación del estado, la geografía hizo de la ciudad un destino ideal para la apertura de las nuevas "clínicas del dolor" y para una oleada de recetas.

    Dolor crónico

    El sistema estaba abierto al abuso: una sola doctora, Katherine Hoover, se estableció en Williamson y entre diciembre de 2002 y enero de 2010, cuando la policía allanó su oficina, había emitido más de 333.000 recetas de opioides.

    Pero para comprender cómo llegaron las cosas a ese punto, es necesario mirar hacia atrás dos décadas.

    A mediados de los años 90, se estimaba que alrededor de 100 millones de estadounidenses estaban afectados por dolor crónico, lo que llevó a las autoridades sanitarias a presionar por regulaciones menos estrictas para el uso de analgésicos más fuertes.

    El argumento principal era que los pacientes con dolor crónico, desde personas mayores hasta trabajadores que sufren los dolores de años de dura labor, tendrían una mejor calidad de vida con medicamentos más fuertes.

    Pronto, el dolor fue declarado "el quinto signo vital", lo que significa que su evaluación y manejo debían ser tan importantes como la temperatura, la presión arterial, la frecuencia respiratoria y la frecuencia cardíaca.

    Las recetas comenzaron a dispararse en todo el país, y las compañías farmacéuticas pronto iniciaron una carrera por la participación de mercado.

    Multa grande

    Una de esas empresas fue Purdue Pharma. En 1996 comenzó a vender su nuevo analgésico de opioides, el OxyContin.

    Para el año 2001, ya había generado más de US$1.000 millones en ventas.

    Pronto, sin embargo, hubo informes de muertes relacionadas con el abuso de opioides.

    El total de muertes por sobredosis de drogas en EE.UU. aumentó de 16.849 en 1999 a más de 36.000 en 2007.

    En ese mismo año, Purdue tuvo que pagar una multa de más de US$600 millones después de declararse culpable de engañar al público sobre el riesgo de adicción de OxyContin.

    Fue una de las multas más grandes jamás impuesta a una compañía farmacéutica en la historia corporativa de EE.UU.

    La compañía de información de salud IQVIA estima que OxyContin ha generado ganancias de más de US$35.000 millones a Purdue.

    La firma de investigación Symphony Health señaló que el analgésico representó el 82% de las ventas de la compañía en 2017.

    A principios de marzo, Purdue anunció que estaba considerando declararse en bancarrota para detener los procedimientos legales y negociar acuerdos extrajudiciales.

    Esto retrasaría un caso judicial en mayo en Oklahoma, que será el primero en que se solicite a un jurado que decida si las compañías farmacéuticas son responsables de la crisis de opioides de la nación.

    Las muertes por sobredosis no han dejado de aumentar: superaron los 70.000 casos en 2017.

    Las autoridades han restringido las recetas, pero aún son frecuentes en EE.UU.: 58,7 recetas por cada 100 personas.

    Además, los adictos también han recurrido a versiones piratas o drogas ilegales como la heroína.

    Investigación en el congreso

    Las sobredosis son ahora la principal causa de muerte para los adultos estadounidenses menores de 55 años y matan a casi tantas personas como las armas y los accidentes de tráfico juntos.

    "Anteriormente ha habido epidemias de drogas en EE.UU., pero esta es diferente: muchas personas se volvieron adictas incluso con el uso adecuado de los opiáceos", dice Frankie Tack.

    La "inundación de pastillas" de Williamson se destacó en una investigación del congreso de EE.UU. sobre la crisis de los opioides en Virginia Occidental, publicada en diciembre.

    El reporte incluye fuertes críticas no solo a las compañías farmacéuticas, sino también a la DEA.

    "Nuestra investigación reveló fallas sistémicas por parte de los distribuidores y la DEA, que contribuyeron, y no lograron mitigar, la crisis de opioides en Virginia Occidental", dijo el presidente del Comité de Comercio y Energía, Greg Walden, en un comunicado.

    Los expertos especulan que la serie de acciones legales contra las farmacéuticas podría dar lugar a millonarios acuerdos, similares al litigio contra la industria tabacalera a fines de la década de los 90 en EE.UU., que terminó con un acuerdo de más de US$200.000 millones.

    Los costos

    "Las ciudades, los condados y los estados han iniciado demandas para la recuperación de su gasto público adicional debido a la epidemia de opioides", explica Nora Engstrom, profesora de derecho de la Universidad de Stanford, EE.UU.

    "Algunos economistas han estimado que en 2015, el costo económico de la crisis de los opioides fue de US$504.000 millones, o 2,8% del PIB de EE.UU.", añade Engstrom.

    Los costos son proporcionalmente más altos a nivel local.

    Un informe del American Enterprise Institute de 2018 estimó que la crisis de los opioides tieneun costo anual de casi US$7.000 por persona en el condado de Mingo, donde las estadísticas oficiales muestran que el ingreso anual promedio per cápita es un poco más de US$20.000.

    "Los opioides devastaron comunidades enteras en Virginia Occidental y otras partes de EE.UU.", lamenta Roger May.

    "Creo que se aprovecharon de la gente", concluye.

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