Un reflejo del famoso refrán “la perseverancia es la base del éxito” es la historia del ahora doctor José Juan Berdecía, un pediatra boricua que se negó a ver pasar su sueño de pequeño
Giovanny Vega De Lleguas
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
Un reflejo del famoso refrán “la perseverancia es la base del éxito” es la historia del ahora doctor José Juan Berdecía, un pediatra boricua que se negó a ver pasar su sueño de pequeño por un primer intento fallido.
El deseo que existía en Berdecía por convertirse en cirujano pediátrico nunca expiró, más bien se transformó luego de quedar fuera en 1988 del selecto grupo de estudiantes aceptados para estudiar medicina en el Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
“Yo pregunté cuál era la razón por la cual me habían dejado fuera y me dijeron que ese año solicitaron muchas personas buenas. Aunque yo era uno de ellos, había quedado una posición debajo de los 120 que entraban”, comentó Berdecía, quien para entonces había completado un bachillerato en la UPR de Cayey.
Sin intenciones de rendirse, el hoy médico optó por continuar estudios en Ponce mientras intentaba ingresar de nuevo al RCM, lográndolo finalmente en 1989. Así las cosas, se estaba convirtiendo en el primer integrante de su familia inmediata en estudiar medicina.
Fue en el proceso de rotación, cuando comenzó a interesarse por la obstetricia y ginecología. Pero en esa avalancha de pasiones que iban despertando en él, nació una sensación especial por la pediatría. El resto es historia.
“Me encantó tanto que hice la rotación en Estados Unidos y solicité pediatría. Me dije que lo mío era ser pediatra y hasta tengo licencia para hacerle monerías a los nenes y hacerlos reír. Me apasiona”, relató Berdecía.
Hoy, luego de 25 años ejerciendo, el galeno reconoce el reto de enfrentarse día a día a distintos escenarios con sus pacientes y lo interesante de atender bebés, niños y adolescentes durante un mismo día de trabajo y en un mismo lugar.
“La confianza de un adolescente para hablar contigo sobre sus problemas es una responsabilidad mucho más grande. La pediatría es un constante reto, no hay rutinas. Me encanta”, expresó.
Con el azote del huracán María, ese compromiso por el cuidado de la salud de los infantes creció en el doctor Berdecía y lo llevó a atender pacientes junto con un grupo de médicos en el Hospital Menonita en Caguas, en su clínica en Gurabo y a llevar ayuda a familias afectadas por el ciclón en Utuado.
“El proceso del huracán María fue difícil, porque me tuve que despegar un poco de mis pacientes para lidiar con la situación familiar. Cuando todo estaba bajo control, hicimos un grupo de apoyo en el Hospital Menonita y desde ahí comenzamos a atender pacientes”, afirmó.
En poco tiempo, Berdecía ya estaba operando en su oficina parcialmente dos días a la semana, redactando anuncios a mano para informar los días de trabajo, improvisando una sala de espera en la marquesina y abriendo las ventanas para alumbrarse con la luz del sol. Todo se resumía en amor y vocación en aquel complicado momento.
Ahora que es presidente de la Asociación de Médicos Pediatras de la Región Este (AMPRE), el galeno dirige sus esfuerzos a continuar educando a la comunidad médico-pediátrica a través de la convención anual, pautada del 2 al 4 de noviembre, en el Hotel Intercontinental, en Isla Verde.
Con el humor que le caracteriza, Berdecía se ha convertido en pediatra de vocación, experto en provocar carcajadas en cada pequeño y el apoyo inmediato de muchas familias preocupadas.