La Medicina Complementaria y Alternativa (MCA), específicamente los llamados remedios naturales, se ha convertido en una de las opciones terapéuticas más frecuentes entre los pacientes con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), según un artículo de revisión publicado en la versión impresa de la Revista Puertorriqueña de Medicina y Salud Pública (MSP).
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
-La hierba de San Juan, Co-enzima Q10, uña de gato, aceite de pescado –conocido como Omega 3-, el ajo y la moringa vienen a ser los productos naturales más usados por las PVV-
La Medicina Complementaria y Alternativa (MCA), específicamente los llamados remedios naturales, se ha convertido en una de las opciones terapéuticas más frecuentes entre los pacientes con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), según un artículo de revisión publicado en la versión impresa de la Revista Puertorriqueña de Medicina y Salud Pública (MSP).
La sustitución de los fármacos debidamente medicados por un especialista con productos naturales o el uso combinado de ambos “puede ser tan alto como 100%” entre los enfermos viviendo con VIH, ha demostrado la revisión de literatura firmada por Kalumi Ayala-Rivera, Catedrática Auxiliar del Departamento de Farmacia Práctica de Nova Southeastern University, Recinto de Puerto Rico, y Blanca I. Ortiz, Decana Asociada del Colegio de Farmacia de la misma institución.
“El uso de productos naturales se ha convertido en un aspecto importante dentro del cuidado o manejo paliativo y de apoyo de las personas que viven con VIH (PVV), ya que los utilizan como una opción para controlar los síntomas relacionados al VIH, las reacciones adversas a los medicamentos, y/o como un complemento para mejorar la salud en general”, publica MSP.
De acuerdo al informe, la hierba de San Juan, Co-enzima Q10, uña de gato, aceite de pescado –conocido como Omega 3-, el ajo y la moringa vienen a ser los productos naturales más usados por las PVV.
Sin embargo, la práctica de recurrir a estas hierbas o remedios naturales está mayormente sustentada en creencias populares y no necesariamente en evidencia científica, como lo requiere la Administración Federal de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés). Muchas personas, al escuchar “natural”, entienden que estos productos son seguros e inclusive, más efectivos que las medicinas recetadas.
Existe la idea de que todo lo llamado natural es beneficioso. Ahí está el dilema. Por ejemplo, en el estudio se menciona que “no se recomienda el uso de la hierba de San Juan en los pacientes con VIH/SIDA que toman inhibidores de proteasa (IP) o inhibidores no nucleótidos de la transcriptasa inversa (NNRTI), en pacientes que reciben tratamiento inmunosupresor (ciclosporina en particular), y en los usuarios de anticonceptivos orales, warfarina o de digoxina” pues éstos podrían desarrollar “resistencia viral y a la terapia antirretroviral (TAR)”.
Del mismo modo se desalienta el uso de la uña de gato debido a su potencial de interacciones con medicamentos metabolizados por el sistema CYP3A4, mientras que el ajo no es recomendable para aquellos pacientes que son VIH positivo y que están en TAR, que incluya los IP y NNRTI, debido al potencial de interacción que existe, el riesgo de fallo terapéutico y desarrollo de resistencia a TAR; así como la moringa ya que existe la posibilidad de interactuar con las terapias antirretrovirales, aumentando sus efectos tóxicos.
“Los productos naturales tienen perfiles de seguridad y eficacia variables y con frecuencia pueden interactuar con la terapia convencional. Este potencial de interacciones puede aumentar el riesgo de toxicidades y fracaso de la terapia, ya que pueden inhibir o inducir las enzimas hepáticas del citocromo P450-3A4 (CYP)”, se explica en el documento.
En cambio, el análisis sugiere que la Co-enzima Q10 como el Omega 3 no son contraindicados en los personas viviendo con VIH, siempre y cuando sean monitoreados por profesionales de la salud.
Asimismo, se exhorta a los especialistas de la salud que manejan el VIH a que dirijan sus esfuerzos hacia un mayor conocimiento de los productos naturales que están siendo utilizados por sus pacientes, para que puedan informarles de los beneficios y riesgos que pueden derivar del consumo de los mismos. Debido a que es difícil, quizás imposible, erradicar las alternativas terapéuticas naturales de la vida de un PPV, los profesionales sanitarios pueden ser agentes informativos y advertir acerca de las toxicidades y los problemas de salud que podría acarrear una mezcla inadecuada de lo natural y lo medicado.