Ramón González, rector interino del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Temprano en la vida supo que se dedicaría a las ciencias, específicamente al área de la salud. Y el tesón con el que labró su camino lo llevó a alcanzar su cometido, con el ejemplo de padres humildes, pero muy trabajadores.
Quizá por eso al hoy rector interino del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Ramón González, le nació de manera natural trabajar como odontólogo con la población HIV positivo y SIDA cuando todavía había mucho desconocimiento, y muchos tabús dificultaban los servicios.
Egresado del Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Mayagüez (CROEM), donde logró completar los grados 11 y 12 en un año, el médico dijo con orgullo que "soy producto de la pública".
Su carrera universitaria la inició en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la UPR, donde completó un bachillerato en ciencias. "Allá estaba más tranquilo, porque en Río Piedras estaba la huelga de (el entonces líder estudiantil) Roberto Alejandro, en el 1981, 1982", rememoró González.
Gracias a una beca, pudo ir a la Universidad de Nueva York (NYU, por sus siglas en inglés).
"Yo no tenía dinero. Mi papá era policía y mi mamá, trabajadora social. Llegó el momento en el que él tenía tres trabajos, porque los tres hijos estábamos en universidad. En la Policía de ocho a cuatro, hasta las 10 de la noche como guardia de seguridad y sábado y domingo como guardia de seguridad", narró el galeno, quien reveló que aún cuando él y su esposa se dedican a la odontología y tienen un solo hijo, en su hogar impera la sencillez y la cultura de trabajo.
Graduado de la Escuela de Odontología de NYU, inició la residencia en el 1990, donde comenzó a manejar pacientes médicamente comprometidos, de todas las edades. "Cuando estaba en el año de residencia se abrió un 'fellowship' para trabajar con pacientes con enfermedades infecciosas y HIV positivo", trajo a colación el pasado Decano de 0Asuntos Académicos del RCM.
Fue así como comenzó a servir a una comunidad que entonces estaba falta de servicios, marginada e incomprendida, mencionó el tercer odontólogo que dirige ese centro de formación de profesionales de la salud, de investigación y de servicios a la comunidad, a través de las clínicas externas.
González rompió barreras para esa población, la cual, según dijo, tiene unas particularidades socioeconómicas debido al costo de mantenimiento "de una enfermedad que antes era sinónimo de muerte, pero que se ha convertido en una condición crónica gracias a los medicamentos disponibles".
Con humildad, expresó que "este ha sido uno de los mayor retos de mi carrera. Aún recuerdo cuando me decían '¿para qué le vas a dar servicios bucales, si se van a morir?'. No comprendían que tenían derecho a recibir servicios y que además, la boca es fuente importante de contagio".
Así las cosas, fue despertando conciencia en sus estudiantes de la necesidad de hablar como sus pacientes para poder llevarles el mensaje para prevenir más contagios. "Porque nosotros no miramos sólo los dientes, que son hueso. Miramos el tejido blando, que son las encías, la lengua, el paladar, la parte interna de los cachetes. Que si vemos lesiones tenemos que decirles que no pueden tener sexo oral, porque la boca es un órgano sexual. Tenemos que hablarles de sexo también", mencionó con suma naturalidad quien fuera delegado de la Asociación Dental Americana.
Junto a Puerto Rico CONCRA, donde también trabaja su esposa, ha abonado al bienestar y a mejorar la calidad de vida de cientos de pacientes HIV positivo, labor que ha llevado paralelamente a su trabajo en el RCM y su compromiso de vida más importante, ser padre de un adolescente de 16 años, quien optó por las humanidades y el teatro para erviral País desde otro escenario, literalmente.