Las dosis iniciales y la titulación de insulina en Latinoamérica podría estar impidiendo que los pacientes obtengan mejores resultados en el control de la diabetes al usar insulina glargina en su presentación de 300 U/ml, según una investigación de México.
La insulina glargina es eficaz y segura para el tratamiento de pacientes con diabetes de tipo 2 que no han respondido a los fármacos orales, mientras a su vez logra reducciones importantes de hemoglobina glucosilada y glucosa en ayunas, con baja incidencia de hipoglucemia y sin provocar modificaciones en el peso de los pacientes
La autora del estudio, la Dra. María Elena Sañudo Maury, endocrinóloga e integrante del Departamento Médico de Sanofi México, comentó que se trató de "un hallazgo muy particular de la población latinoamericana y nos indica que podríamos tener mejores esquemas de titulación que podrían ayudar a más pacientes a llegar a las metas de control glucémico".
Además, la especialista agregó que aun cuando 35,3% de los individuos en la investigación alcanzó sus objetivos glucémicos, en el estudio global ATOS el porcentaje de personas fue de 44,5%, lo que podría deberse tanto a un nivel basal mayor de hemoglobina glucosilada en Latinoamérica (9,4% frente a 9,28%) como a una dosis media menor de insulina administrada (21,2 frente a 23,3 unidades).
Población y muestra para el estudio
La población de este estudio en condiciones de vida real fue un subgrupo del estudio ATOS con 314 pacientes latinoamericanos, que de forma prospectiva dio seguimiento por 12 meses a 4.422 pacientes con diabetes de tipo 2 que por primera vez comenzaron a recibir insulina basal para el control de la enfermedad.
Los participantes latinoamericanos incluyeron a: 107 de Colombia, 178 de México y 30 de Perú. La media de edad fue de 56,0 años (± 11,6), 76,4% menores de 65 años; 58,9% mujeres, y en promedio un índice de masa corporal de 29,0 kg/m2 (± 5,5).
La media de duración de la enfermedad fue de 9,7 años (± 6,6) con una hemoglobina glicosilada media de 9,4% (± 1,1%), glucosa plasmática en ayunas de 207 mg/dl (± 68,4) y la glucosa en ayunas automonitoreada de 207 mg/dl (± 59,4); 65,9% de los participantes había estado en tratamiento con dos o más antidiabéticos orales y 72% tenía complicaciones de la diabetes y comorbilidades.
Hallazgos del estudio
Después de 6 meses con insulina glargina de 300 U/ml, 25,8% de los participantes se logró el objetivo individualizado de hemoglobina glucosilada y después de un año la cifra se elevó a 35,3%.
En cuanto a la hipoglucemia, solo 2,55% de los pacientes reportó algún evento de hipoglucemia en los 12 meses de estudio, con un caso grave (0,32%). Además, el peso corporal en los participantes se mantuvo estable.
La Dra. Sañudo señaló que este fue un resultado importante, pues la meta en el control de la diabetes de tipo 2 es proporcionar control metabólico sin asociarlo a reacciones adversas.
"La baja incidencia de hipoglucemia es una particularidad de insulina glargina de 300 U/ml, que tiene un perfil más estable, en comparación con la insulina análoga de primera generación insulina glargina de 100 U/ml y con degludec, sobre todo en el periodo de titulación. Además esto sucede manteniendo el peso estable", añadió.
Inecia clínica y diabetes tipo 2
Un fenómeno relevante que evidenció el estudio se refiere a las bajas dosis iniciales de insulina glargina de 300 U/ml y la baja titulación en los participantes latinoamericanos.
"Esto nos sugiere que en Latinoamérica tenemos que desarrollar herramientas o utilizar las herramientas de titulación que ya existen, como My Dose Coach, para tener una adecuada dosificación en los pacientes y lograr mejores resultados", destacó la Dra. Sañudo.
Los especialistas en el estudio consideraron que esta falta de titulación puede ser resultado de la inercia clínica, es decir, de no hacer las intervenciones necesarias con el paciente para que se logre un mejor control glucémico.
"Entre los factores que podrían contribuir a esta inercia clínica tenemos el temor a la hipoglucemia y la ganancia de peso, las preocupaciones cuando nos enfrentamos a pacientes con complicaciones de la diabetes y comorbilidades, y el apego de estos al tratamiento", explicó la especialista.
La Dra. Carmen Castillo Galindo, endocrinóloga con alta especialidad en diabetes, especialista externa al estudio, indicó que el acceso a las herramientas de monitoreo en Latinoamérica podría ser un factor que explique la baja titulación en el estudio.
"Creo que también se debe a que los pacientes tienen menos acceso a herramientas para el automonitoreo, lo que a veces vuelve difícil calcular la dosis o hacer ajustes en los esquemas de insulina, pues no se tiene información sobre los niveles de glucosa del paciente durante el día o la noche. Es verdad que ya existen herramientas para el monitoreo continuo de glucosa que detectan hipoglucemias inadvertidas u otras alteraciones que indican la necesidad de ajustar la dosis, pero son muy costosas".
Limitaciones del estudio
La Dra. Castillo Galindo puntualizó que esto es una limitante para que el paciente pueda chequearse y para que el profesional de la salud realice los ajustes necesarios a los esquemas de insulina, lo que también sucede con las tiras para medir la glucosa, que pueden ser prohibitivas para un sector importante de la población.
De hecho, en el estudio un factor asociado al cumplimiento en cuanto a sus objetivos glucémicos fue contar con seguro de salud. La Dra. Sañudo comentó que estos datos son de gran utilidad y complementan los resultados de los ensayos clínicos de fase 3, destacando la importancia de realizar investigaciones en condiciones de vida real.
"Estos estudios nos ayudan en la toma de decisiones cuando estamos frente a un paciente en el mundo real, en el consultorio médico con una persona que no fue filtrada por criterios de selección en particular. Este tipo de evidencia complementa la toma de decisiones en la práctica clínica", concluyó.
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