Una esperanza para los países menos favorecidos: la vacuna CureVac

La empresa alemana que la fabrica espera que su vacuna de ARN compita con las fabricadas por Moderna y Pfizer-BioNTech. Podría estar lista el próximo mes.

Redacción MSP

    Una esperanza para los países menos favorecidos: la vacuna CureVac



    Una tercera vacuna de ARN podría ayudar a satisfacer la demanda global. Una pequeña empresa alemana llamada CureVac está a punto de anunciar los resultados de la última fase de su ensayo clínico.



    El producto de CureVac pertenece a lo que muchos científicos consideran la segunda ola de vacunas contra el COVID-19 que, de manera colectiva, podrían satisfacer la demanda mundial. Se espera que, en las próximas semanas, Novavax, una empresa con sede en Maryland cuya vacuna usa las proteínas del coronavirus, solicite su autorización en Estados Unidos.

    En India, la empresa farmacéutica Biological E está probando otra vacuna basada en proteínas que fue desarrollada por científicos en Texas. Investigadores en Brasil, México, Tailandia y Vietnam están iniciando los ensayos de una vacuna contra el COVID-19 que puede producirse de manera masiva en los huevos de gallina.



    Inicios de la vacuna ARN 



    A principios de 2020, decenas de equipos científicos se dieron a la tarea de diseñar una vacuna contra el COVID-19. Algunos eligieron técnicas ya probadas, como la elaboración con virus inactivados. Pero algunas empresas le apostaron a un método más arriesgado con el que nunca se había producido ninguna vacuna certificada: mediante el uso de una molécula genética llamada ARN.



    La apuesta dio resultado. Las primeras dos vacunas que tuvieron éxito en los ensayos clínicos, elaboradas por Pfizer-BioNTech y por Moderna, fueron de ARN y ambas obtuvieron un buen porcentaje de eficacia.



    En los meses subsecuentes, esas dos vacunas de ARN han brindado protección a decenas de millones de personas en 90 países, aproximadamente. Pero muchos lugares del mundo, que incluyen algunos en los que hay un número cada vez mayor de fallecimientos, no han tenido mucho acceso a ellas debido, en parte, a que tiene que estar en ultrafrío.

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    Ventajas para los países menos favorecidos


    Los expertos en vacunas tienen especial curiosidad por ver los resultados de CureVac debido a que su vacuna tiene una ventaja importante en comparación con las otras vacunas de ARN de Moderna y Pfizer-BioNTech. Mientras que esas dos vacunas tienen que conservarse en ultrafrío, la vacuna de CureVac se mantiene estable en un refrigerador, lo cual significa que podría llevar con mayor facilidad la novedosa capacidad de las vacunas de ARN a los lugares del mundo que han sido muy afectados.



    Aún quedan por vacunarse otros miles de millones de personas en los países de ingresos medios y bajos y los especialistas afirman que es posible que la vacuna de CureVac satisfaga su demanda. “Aún necesitamos muchas vacunas a nivel global”, comentó Florian Krammer, virólogo de la Escuela Icahn de Medicina de Monte Sinaí en Nueva York. “Creo que podría servirles a muchas personas”.



    Las vacunas de Moderna y Pfizer-BioNTech tienen problemas para distribuirse en los países en desarrollo debido al equipo y el suministro de energía que se necesita para congelar estas vacunas. La vacuna de ARN de CureVac puede permanecer estable a 5 grados Celsius durante al menos tres meses y puede estar 24 horas a temperatura ambiente antes de usarse.



    “La estabilidad es una verdadera ventaja”, comentó Jackson. También añadió que la CEPI está “en extensas conversaciones” con CureVac sobre la distribución de su vacuna a través de Covax, una iniciativa para distribuir vacunas a los países de ingresos medios y bajos.



    Pero CureVac también está diseñando una nueva generación de vacunas con el objetivo de, en algún momento, llegar a los mercados de Estados Unidos y de otros países ricos. Debido a que solo se requiere una pequeña dosis de su potente ARN, la empresa podría diseñar vacunas para diferentes variantes y mezclarlas en una sola vacuna.



    Fuente: New York Times.



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