Dentro de los ensayos de la vacuna, la población con enfermedades autoinmunes fue excluida
Un estudio piloto puertorriqueño establece que pacientes con afecciones inmunitarias que reciben terapias modificadores de respuesta producen una respuesta biológica neutralizante efectiva luego de la vacuna de COVID-19.
La investigación de la cual la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico formó parte, sostiene que la necesidad del mismo surgió debido a que la población de pacientes con alguna inmunosupresión no fueron parte de los ensayos clínicos realizados para probar la efectividad de la vacuna contra el COVID-19, como por ejemplo, aquellos con Enfermedad Inflamatoria del Intestino (EII) que hicieran uso de medicamentos biológicos.
Por tal razón, un equipo de especialistas en los que se incluyen la Dra. Esther Torres, principal investigadora de las EII en Puerto Rico, Dr. Jorge Santana Bagur, director médico de la Unidad de Investigaciones Clínicas para el SIDA (ACTU, por sus siglas en inglés), entre otros, se unieron con el objetivo de evaluar la respuesta humoral y celular producidas luego de la administración de las vacunas COVID-19 EII utilizando terapias biológicas y/o inmunomoduladoras (IMM).
Las EII es el nombre que recibe un conjunto de condiciones específicas que atacan el intestino. Entre estas se encuentran la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, dos padecimientos con alta prevalencia en Puerto Rico y para los cuales todavía no hay una cura.
La muestra de estudio (19) fueron adultos diagnosticados con EII que utilizaban medicamentos biológicos o IMM que se disponían a recibir la vacuna para COVID-19. A este grupo se le midieron los niveles de células T CD4+ y CD8+ antes y dos semanas después de la administración de la vacuna, mientras la inmunidad humoral se analizó mediante la prueba ELISA, que mide anticuerpos.
En síntesis, entre los datos más destacados se obtuvo que de la muestra de pacientes, 18 utilizaban medicamentos biológicos y uno IMM. Estos recibieron las dos dosis de la vacuna Pfizer.
Los anticuerpos IgG totales aumentaron 21.13% veces después de la primera dosis y 90 veces después de la segunda dosis. Mientras la inmunidad humoral aumentó 11.92 veces después de la primera dosis y 53.79 veces después de la segunda dosis.
Sin embargo, cuando se comparó la muestra con una muestra de sujetos saludables, los anticuerpos IgG y la respuesta humoral fueron menores en los sujetos al que se le había administrado la primera dosis, aunque la misma aumentó luego de la segunda dosis, aunque también se determinó ser una respuesta mejor en comparación con controles.
Por tal razón, establecieron en su conclusión que la respuesta de la capacidad neutralizante a la vacuna en el cohorte de pacientes fue similar a la de la cohorte sano, a pesar de ser menores y respaldan el beneficio de la vacuna en esta población.
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