El encuentro abordó la necesidad de integrar servicios, fortalecer la fuerza laboral, garantizar equidad y atender poblaciones vulnerables.
La Cumbre de Salud Mental 2025, organizada por la Asociación de Hospitales de Puerto Rico, logró reunir a los actores clave del sector en un mismo espacio con el objetivo de diseñar estrategias innovadoras y sostenibles para fortalecer un sistema que enfrenta desafíos históricos y contemporáneos.
Bajo el lema “Salud Mental en Tiempos de Transición: Perspectivas Globales, Desafíos Locales”, el evento se convirtió en un espacio de ideas, donde líderes hospitalarios, académicos, representantes gubernamentales y comunitarios alzaron la voz para construir un futuro más integrado y humano.
La licenciada Marta Rivera Plaza, presidenta del Comité de Salud Mental de la Asociación de Hospitales y principal oficial ejecutiva del Sistema Hospital San Juan Capestrano, moderó el encuentro. Desde el inicio, dejó clara la meta: “reconocer el rol esencial de los profesionales de la conducta humana y la necesidad de promover un sistema de salud mental más integrado, equitativo y centrado en las personas”.
El evento contó con un símbolo de inspiración y posibilidad: la doctora Theresa M. Miskimen Rivera, presidenta de la American Psychiatric Association (APA), la primera puertorriqueña en dirigir esta prestigiosa organización con sede en Washington, DC. Con una trayectoria de más de 30 años, la Dra. Miskimen Rivera no solo analizó los retos globales y su impacto local, sino que tendió un puente concreto de colaboración.
Anunció que pondrá a disposición de los profesionales de la isla toda la gama de recursos de la APA: desde programas de capacitación y seminarios hasta el vasto acceso a su biblioteca, usualmente reservada para sus más de 40,500 miembros. Pero su mensaje fue más allá de lo institucional; fue personal y cercano.
“Puerto Rico tiene una gran oportunidad de aprovechar el acceso a nuestros programas de actualización clínica, desarrollo profesional y ‘networking’. Estos recursos ayudan a mejorar la práctica, a fortalecer la atención al paciente y a potenciar el avance de cada profesional. Personalmente, me ofrezco para acompañar a mis colegas en la Isla en este proceso de crecimiento y renovación, ahora tienen una puertorriqueña al mando de APA”, señaló la Dra. Miskimen Rivera.
La cumbre destacó por su enfoque multisectorial. En la mesa de diálogo se sentaron desde universidades como Albizu y la UCC, hasta gigantes de la salud como ASSMCA, MMM, First Health Care, Johnson & Johnson y los sistemas hospitalarios Episcopal, Menonita y Panamericano.
Esta diversidad reflejó la comprensión de que la salud mental es un desafío que requiere respuestas colectivas.
Un momento particularmente impactante lo aportó la perspectiva judicial. La jueza Carmen L. Otero Ferreira, administradora de la Región Judicial de Bayamón, llevó la conversación al terreno de las políticas públicas y la equidad. Abogó por la despenalización de las condiciones de salud mental y subrayó la imperiosa necesidad de brindar un trato digno a estas personas dentro y fuera del sistema judicial.
Los temas sobre la mesa fueron tan complejos como urgentes: la crítica escasez de profesionales, el trauma infantil, la salud mental en la vejez, la resiliencia tras desastres naturales, la integración de la salud física y mental, y el estigma persistente alrededor de las adicciones.
Al cerrar el evento, la licenciada Rivera Plaza sintetizó el sentir general: “Los asistentes abordaron temas cruciales como: la crisis laboral en los servicios de salud mental, trauma y violencia en la infancia, bienestar y salud mental en adultos mayores, resiliencia ante desastres y traumas colectivos, integración de la salud física y mental, adicciones y estigmas asociados y los cambios en políticas federales de protección e inclusión que ha impuesto el Gobierno Federal”.
Concluyó diciendo que “la Cumbre de Salud Mental 2025 reafirmó la urgencia de atender los desafíos actuales con soluciones innovadoras y colaborativas. Los participantes coincidieron en que la integración de servicios, el fortalecimiento de la fuerza laboral, la equidad en el acceso y la inclusión de poblaciones vulnerables son pilares fundamentales para transformar la salud mental en Puerto Rico”.