La combinación de brecha digital, exceso de pantallas y falta de tiempo de calidad con los padres está afectando el apego, las habilidades sociales y la seguridad de los niños en Puerto Rico.

En vísperas de un evento comunitario dedicado a los derechos de la niñez, una experta en psicología infantil visibilizó el panorama de los desafíos que afectan a los menores en la isla.
La doctora Alice Pérez, psicóloga clínica, conversó sobre los problemas que, desde su perspectiva, amenazan el desarrollo sano de las nuevas generaciones.
Para ella, la frase clásica de que "los niños son el futuro" es insuficiente y hasta peligrosa, porque puede llevar a postergar acciones. "Siempre hablamos de que la niñez es el futuro, realmente la niñez es el presente, y lo que nosotros hagamos con ellos es lo que va a ser el futuro del país", afirmó.
En otras palabras, las condiciones que se les brindan hoy están moldeando activamente la sociedad de mañana.
Uno de los patrones culturales más arraigados en Puerto Rico es el cuidado de los nietos por parte de los abuelos. La experta reconoció el valor de esta tradición, pero llamó la atención sobre sus complejidades en el siglo XXI.
La rapidez de los cambios tecnológicos ha creado una brecha generacional y los riesgos que enfrentan los niños ahora no son solo físicos, sino también digitales, un territorio desconocido para muchos cuidadores mayores.
"Hoy en día, parte del cuidado que debería tener un niño y un joven es esa supervisión de redes, del tiempo en pantalla, del uso de las redes y del internet", señaló la psicóloga.
La exposición excesiva a las pantallas, explicó, está vinculada a problemas de sueño, irritabilidad y bajo rendimiento académico. Además, el entorno digital expone a los menores a peligros como el ciberacoso o contenidos inapropiados, amenazas que simplemente no existían décadas atrás.
Además, vinculó las dinámicas laborales modernas, con padres que trabajan múltiples turnos, con una limitación del tiempo de calidad en familia.
Esto, a su vez, impacta la formación de un apego seguro, la base emocional para un desarrollo saludable. "Cada niño y niña debe tener un buen apego con su mamá, con su papá, con sus familiares... eso ayuda al desarrollo", explicó.
La combinación de menos tiempo con los padres y más tiempo en línea está generando un déficit en habilidades sociales básicas. "Tenemos niños y jóvenes pegados en la pantalla que no saben socializar... carecen de los procesos de tolerancia, de aceptación, de resolución de problemas que conlleva el tú tener una relación de cercanía personal con otro ser humano", manifestó.
La interacción digital, donde es fácil bloquear o ignorar a alguien, no prepara a los niños para manejar los matices y conflictos de las relaciones reales.
Ahora bien, frente a las altas tasas de divorcio, la psicóloga abordó un tema delicado: la importancia de que ambos padres mantengan una presencia significativa después de la separación.
Su postura fue clara al delimitar el conflicto. "El divorcio es entre los adultos, no debe ser entre el adulto y el menor", afirmó.
Con tono de alarma, se refirió a una de las prácticas más dañinas: usar a los hijos como moneda de cambio en las disputas entre exparejas.
"El niño queda atrapado, porque los niños y niñas son leales a ambos padres... es elegir entre tu mamá y tu papá, y ningún niño debería ponerse en una posición como esa", denunció. Esta instrumentalización, según Pérez, causa un daño emocional profundo al forzar al niño a dividir su lealtad más básica.
Al referirse a los casos, afortunadamente no masivos pero trágicos, de niños olvidados en automóviles o dejados solos en casa, la especialista evitó un juicio simplista.
En su lugar, invitó a considerar el contexto social de agotamiento y presión económica que viven muchas familias. "Vivimos en una sociedad que tenemos demasiadas responsabilidades, demasiadas cargas... y se nos puede olvidar en ese ajetreo uno de nuestros hijos", reflexionó. Esto no excusa el hecho, aclaró, pero ayuda a entenderlo como un síntoma de un problema mayor.
Para concluir, Pérez señaló cómo el entorno actual está erosionando derechos básicos de la niñez, como el juego libre. "En un país como el de nosotros, que han cerrado parques, que han cerrado escuelas, están limitando el derecho de los niños a un desarrollo integral", afirmó, conectando políticas públicas con el bienestar cotidiano.
Finalmente, su llamado fue a la protección absoluta, la vigilancia colectiva y la educación como únicas herramientas para defender a la niñez puertorriqueña.