Un equipo internacional de científicos desarrolla una estrategia que restaura la barrera hematoencefálica y elimina las proteínas tóxicas del cerebro.
El alzhéimer, una de las enfermedades neurodegenerativas más devastadoras, afecta actualmente a más de 55 millones de personas en el mundo y sigue sin una cura definitiva.
Aunque la mayoría de los tratamientos experimentales se centran en reducir los depósitos de proteína amiloide-ß o tau directamente en el cerebro, un grupo internacional de científicos ha decidido mirar más allá de las neuronas y dirigir su atención al sistema vascular cerebral.
En un hallazgo sin precedentes, investigadores del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) y del Hospital West China de la Universidad de Sichuan (WCHSU), junto a científicos del Reino Unido, demostraron una estrategia nanotecnológica capaz de revertir la enfermedad de Alzheimer en modelos animales.
El estudio, publicado recientemente en una revista científica internacional, propone una terapia basada en nanopartículas bioactivas o "fármacos supramoleculares", que no actúan como simples vehículos de medicamentos, sino como agentes terapéuticos en sí mismos.
El cerebro humano es un órgano extraordinariamente complejo: consume cerca del 20% de la energía total del cuerpo y depende de una red densa de vasos capilares para su funcionamiento.
Esta red está protegida por la barrera hematoencefálica (BBB, por sus siglas en inglés), una estructura celular que regula cuidadosamente qué sustancias pueden entrar o salir del cerebro.
En el alzhéimer y otras formas de demencia, esta barrera se deteriora, permitiendo el paso de moléculas tóxicas y dificultando la eliminación de residuos metabólicos como la proteína amiloide-ß (Aß). Su acumulación desencadena una cascada de inflamación y muerte neuronal.
El nuevo enfoque desarrollado por los investigadores no intenta atacar las neuronas dañadas, sino restaurar la función protectora y de limpieza de la barrera hematoencefálica, una estrategia que hasta ahora había sido poco explorada.
El mecanismo detrás del descubrimiento se centra en una proteína llamada LRP1, encargada de transportar sustancias de desecho desde el cerebro hacia la sangre. En la enfermedad de Alzheimer, este sistema colapsa: LRP1 queda saturada de amiloide-ß o se degrada, bloqueando el proceso de limpieza.
Las nanopartículas diseñadas en este estudio imitan los ligandos naturales de LRP1, permitiendo que la proteína vuelva a funcionar correctamente. Actúan como un "interruptor molecular" que reactiva el sistema de eliminación de toxinas del cerebro.
Estas partículas se desarrollaron mediante un enfoque bottom-up (de abajo arriba), en el que los investigadores controlaron con precisión el tamaño, la forma y el número de ligandos en su superficie. Gracias a ello, las nanopartículas interactúan selectivamente con los receptores de la barrera hematoencefálica, sin causar daño al tejido cerebral.
Este avance subraya el papel crucial del sistema vascular cerebral y abre una nueva era en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. En lugar de centrarse únicamente en las neuronas, los científicos apuntan ahora a proteger y regenerar el entorno que las mantiene con vida.
La terapia con fármacos supramoleculares representa un paso hacia la medicina de precisión molecular, donde las nanopartículas no solo transportan fármacos, sino que actúan como ellos, modulando procesos biológicos con exactitud nanométrica.
Si los resultados se confirman en humanos, este enfoque podría cambiar radicalmente la historia del alzhéimer, ofreciendo por primera vez una opción que no solo ralentiza la enfermedad, sino que recupera funciones perdidas.