Un equipo internacional ha identificado en cerebros humanos post mortem diminutos cúmulos de alfa-sinucleína, proteínas señaladas como desencadenantes tempranos del párkinson.
Un equipo internacional liderado por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) ha conseguido observar directamente en tejido cerebral humano los llamados oligómeros de alfa-sinucleína, pequeños cúmulos de proteínas que podrían marcar el inicio del párkinson.
Hasta ahora, estas diminutas estructuras solo se habían detectado en entornos artificiales, como células cultivadas o tubos de ensayo.
El estudio, publicado en la revista Nature Biomedical Engineering, representa un paso decisivo para comprender cómo se desencadena esta patología neurodegenerativa, que afecta a millones de personas en todo el mundo.
“Durante mucho tiempo se sospechaba que estos cúmulos estaban presentes en el cerebro humano, y este estudio ayuda a confirmarlo. Poder verlos nos permite empezar a comprender cómo contribuyen a la enfermedad”, explica a la agencia SINC Steven F. Lee, investigador principal del trabajo.
La clave del descubrimiento radica en la creación de una nueva técnica de imagen denominada ASA-PD (Advanced Single Aggregate Detection for Parkinson’s Disease), diseñada para captar señales extremadamente pequeñas. Utiliza microscopía de fluorescencia ultrasensible capaz de analizar millones de oligómeros en tejido cerebral post mortem.
“Tuvimos que diseñar nuevos instrumentos y métodos para captar estas diminutas señales. Es un poco como intentar ver las estrellas durante el día: sabes que están ahí, pero su luz queda eclipsada”, señala Lee.
Gracias a este enfoque, los investigadores compararon muestras de cerebros de pacientes con párkinson y de personas sanas de edad similar.
Los resultados mostraron que los oligómeros están presentes en ambos casos, pero en los cerebros afectados eran más grandes, brillantes y numerosos, lo que refuerza la hipótesis de que contribuyen al avance de la enfermedad.
Durante más de un siglo, la enfermedad de Parkinson se ha asociado con la presencia de los llamados cuerpos de Lewy, grandes depósitos de proteínas en las neuronas. Sin embargo, estos aparecen en fases avanzadas, cuando el daño cerebral ya es evidente.
“La diferencia es que los cuerpos de Lewy nos indican dónde ha estado la enfermedad, mientras que los oligómeros podrían mostrarnos dónde está comenzando”, explica Lee. Detectarlos abre la puerta a entender las primeras fases y, potencialmente, a desarrollar terapias más tempranas y efectivas.
Especialistas ajenos al estudio consideran el hallazgo de gran relevancia, pero aún limitado al terreno de la investigación.
“Los resultados necesitan ser confirmados en cohortes independientes y comparados con otras enfermedades neurodegenerativas para verificar su especificidad”, advierte Michele Matarazzo, neurólogo del Centro Integral de Neurociencias HM Cinac, en declaraciones a SMC España.
A pesar de las limitaciones actuales, Lee es optimista. Su equipo planea aplicar la técnica ASA-PD a otras enfermedades en las que también participan proteínas mal plegadas, como el alzhéimer o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
“El nuevo enfoque puede integrarse con métodos para estudiar el ADN y el ARN, lo que nos da una forma de identificar qué células muestran los primeros signos de la enfermedad. Este conocimiento es esencial para diseñar nuevas estrategias terapéuticas”, concluye el investigador británico.