Muchas enfermedades pulmonares intersticiales pasan desapercibidas porque sus síntomas imitan a los del asma o la EPOC. Esta confusión retrasa el diagnóstico y pone en riesgo la vida del paciente.
Hablar de enfermedad pulmonar intersticial (EPI) es adentrarse en un terreno complicado. No estamos hablando de una sola enfermedad, sino de un grupo de condiciones que afectan lo más profundo del tejido pulmonar.
Algunas avanzan de forma lenta, otras más rápido. Y en muchos casos, terminan por provocar fibrosis, dificultad para respirar y un impacto fuerte en la vida cotidiana de los pacientes.
El doctor Leonardo Galindo, neumólogo del Hospital Méderi, lo explica en sus palabras: "Las enfermedades pulmonares intersticiales son un grupo muy variado de condiciones. Algunas tienen un poquito más de inflamación como causa, otras no tanto. Estas se caracterizan por un daño que implica al pulmón como tal, pero también puede haber un compromiso vascular del mismo".
Esa variedad hace que el diagnóstico sea todo un desafío.
Según el neumólogo, "hoy por hoy se reconoce que son más de 100 entidades las que pueden estar involucradas, se pueden confundir fácilmente con otras condiciones que son un poquito más frecuentes, como en el caso de enfermedad pulmonar obstructiva crónica o de asma, que también tienen síntomas similares".
La fibrosis pulmonar idiopática, por ejemplo, es la más reportada, pero ni siquiera llega a los 250 casos al año. "Eso no significa que haya pocos casos, sino que pocas veces se hace un registro como enfermedad huérfana para el Instituto Nacional de Salud a través del Sistema de Vigilancia en Salud Pública (SIVIGILA)", por lo que no hay un control estricto de estás enfermedades, al menos en Colombia.
Uno de los grandes retos de las EPI es que los síntomas iniciales son muy parecidos a los de enfermedades más comunes: "el mayor problema justamente para quienes revisten esas enfermedades es hacer un diagnóstico oportuno... usualmente el médico de atención primaria las confunde con condiciones como el EPOC, el asma, bronquitis", asegura el doctor.
Por eso es clave capacitar mejor al personal de salud en el primer nivel de atención, así como establecer protocolos claros de derivación a especialistas cuando se presenten cuadros respiratorios atípicos o resistentes a los tratamientos convencionales.
De hecho, cuando se sospecha de una EPI, las imágenes son fundamentales. Una radiografía de tórax puede dar la primera pista, pero es la tomografía computarizada la que realmente permite ver lo que está pasando.
El doctor Galindo afirma que: "aquí tiene un papel predominante la tomografía de tórax... si esa radiografía de tórax sugiere la presencia de una enfermedad pulmonar intersticial, ese paciente tiene que hacerse una tomografía". Con esta técnica se pueden ver patrones específicos que ayudan a diferenciar entre los distintos tipos de EPI.
Otro punto clave es que muchas EPI están relacionadas con enfermedades autoinmunes. A veces, incluso, los síntomas pulmonares aparecen antes que cualquier otra señal en el cuerpo.
Esto hace que los neumólogos muchas veces sean los primeros en sospechar que hay algo más. "Enfermedades autoinmunes es un grupo muy grande y todas ellas tienen riesgo de desarrollar enfermedad pulmonar intersticial, algunas más que otras".
Esta conexión obliga a que el manejo sea compartido entre distintas especialidades: neumólogos, reumatólogos, radiólogos y patólogos tienen que trabajar juntos para llegar a un diagnóstico y definir el tratamiento.
La realidad es que estas enfermedades no se pueden manejar bien si no hay comunicación entre distintos niveles del sistema de salud. Diagnosticar a tiempo, tratar correctamente y mejorar la calidad de vida de los pacientes requiere un trabajo en equipo.