Las altas temperaturas dificultan el inicio y mantenimiento del sueño profundo, favoreciendo un entorno fisiológico que incrementa la inestabilidad respiratoria y, con ello, los episodios de apnea nocturna.
El cambio climático no solo derrite glaciares y altera ecosistemas, sino que también está impactando en la salud humana, especialmente en la calidad del sueño.
Según un reciente estudio publicado en Nature Communications, el aumento de las temperaturas podría incrementar hasta un 45% los casos de apnea obstructiva del sueño (AOS) para finales de siglo.
Carlos Egea, presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES), en sus declaraciones para “El Español” con una frase contundente: “Nos vamos a convertir en el Homo Amneicus".
Aunque no existe una relación directa entre el calor y la AOS, las altas temperaturas sí afectan la calidad del sueño. "Para iniciar el sueño es necesario que baje la temperatura corporal, y para despertarse, que suba", explica Egea.
Cuando hace mucho calor, como en las recientes olas de calor, "tenemos más dificultad para quedarnos dormidos" y además, "facilita el despertar durante la noche".
Esto provoca que las personas pasen más tiempo en fases de sueño superficial, lo que favorece la inestabilidad respiratoria y crea *"el ambiente más propicio para sufrir apnea"*.
El estudio advierte que, si no se toman medidas urgentes, el calentamiento global podría aumentar la temperatura del planeta entre 2,1 y 3,4 grados centígrados para 2100. Esto no solo incrementaría nuevos casos de AOS, sino que también empeoraría la condición de quienes ya la padecen.
En 2023, la apnea del sueño ya había causado la pérdida de 788.198 años de vida saludable y una disminución de productividad equivalente a 105 millones de días laborales. Si la tendencia continúa, la carga de la enfermedad podría duplicarse.
En España, se estima que el 25% de la población sufre AOS, pero solo el 8% recibe tratamiento. "Se sabe que la apnea del sueño se correlaciona con un riesgo de casi el doble de sufrir un infarto o un ictus", señala el estudio.
Además, las interrupciones en la oxigenación provocan estrés celular, lo que aumenta el riesgo de cáncer. Pero los peligros no terminan ahí: la fragmentación del sueño causa somnolencia diurna, multiplicando los accidentes laborales y de tráfico. "El sueño causa el 9% de los accidentes de tráfico con víctimas", advierte Egea. "En el 10% de los que son mortales, el conductor se había dormido".
Actualmente, existen tres opciones para tratar la AOS:
1. CPAP: Una máquina que suministra aire a presión para evitar el colapso de las vías respiratorias.
2. Dispositivos de avance mandibular: Recomendados por odontólogos, ayudan a mantener abiertas las vías respiratorias.
3. Aplicaciones móviles: Una app aprobada por el Ministerio de Sanidad que utiliza ejercicios para fortalecer la musculatura maxilofacial.
Sin embargo, los expertos coinciden en que la mejor estrategia es prevenir el calentamiento global. "La inversión para limitar el cambio climático sería una estrategia rentable para prevenir el deterioro del sueño", concluye el estudio.
Egea celebra que se publiquen investigaciones como esta, ya que "cuantos más datos existan de los trastornos del sueño, más se podrá ayudar a los ciudadanos". Y remata con una reflexión poderosa: “Cada vez que dormimos, ganamos años".
El cambio climático no solo amenaza el planeta, sino también nuestro descanso y salud. La apnea del sueño es solo una de las muchas consecuencias que ya estamos empezando a pagar.
