Con datos de más de 1.2 millones de niños seguidos durante décadas, los investigadores demostraron que el aluminio usado en vacunas no causa daño neurológico, inmune ni respiratorio.
Un estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine ha concluido que no existe ningún vínculo entre el aluminio presente en algunas vacunas infantiles y el desarrollo de condiciones como autismo, asma u otras enfermedades crónicas.
La investigación, que analizó datos de más de 1.2 millones de niños en Dinamarca, refuta así las afirmaciones de quienes han cuestionado la seguridad de este componente en las vacunas.
Desde hace años, algunos grupos escépticos a la vacunación han argumentado que el aluminio utilizado como adyuvante en ciertas vacunas podría ser perjudicial para la salud.
Incluso figuras públicas como Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., han contribuido a difundir esta idea. Por ejemplo, en 2024, Kennedy declaró en un podcast que el aluminio en las vacunas es "muy neurotóxico". Sin embargo, el nuevo estudio proporciona evidencia contundente en contra de estas afirmaciones.
El doctor Anders Hviid, epidemiólogo principal del estudio y director del Statens Serum Institut de Dinamarca, explicó que la investigación surgió precisamente para responder a las preocupaciones de muchos padres.
"Si estudias a las personas que recibieron vacunas que tenían más rastros de aluminio en comparación a quienes recibieron inoculaciones que no lo tenían, puedes controlar ese factor posiblemente confuso", señaló el médico Paul Offit, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Infantil de Philadelphia, al referirse a la metodología empleada.
De hecho, el equipo de Hviid utilizó los registros sanitarios nacionales de Dinamarca, conocidos por su exhaustividad, para seguir durante años a niños nacidos entre 1997 y 2018. "En parte porque, desde hace mucho tiempo, tienen un sistema sanitario unificado", explicó Ross Kedl, profesor de inmunología de la Universidad de Colorado.
"A todos los siguen desde la infancia, entonces puedes ver un solo caso desde hace muchos años y poder responder a la pregunta: ¿se puede encontrar un vínculo entre algo que pasó antes y algo de ahora?".
Tras analizar posibles vínculos con 50 condiciones de salud -incluyendo 36 trastornos autoinmunes, 9 condiciones alérgicas o asma, y 5 problemas de neurodesarrollo como autismo y TDAH-, los investigadores no encontraron ninguna relación estadísticamente significativa.
Estos hallazgos contradicen directamente un estudio anterior de los CDC en 2022 que había sugerido un posible leve aumento en el riesgo de asma, pero que presentaba importantes limitaciones metodológicas.
Las sales de aluminio se utilizan en vacunas como las de difteria, tétanos, tosferina, hepatitis B y VPH por una razón fundamental: potencian la respuesta inmunológica. "El adyuvante es la sustancia que le alerta al cuerpo sobre tener que reaccionar al antígeno en la vacuna", explicó Kedl. "Sin el adyuvante incluso no creas tolerancia, que es lo contrario a lo que se busca lograr con una vacuna".
Hviid aclaró además que "se encuentra en rastros muy muy pequeños de sales, que no es lo mismo a que las vacunas tengan aluminio en general como metal". Y añadió: "Es importante que los padres entiendan que no se les está inyectando metal a sus hijos".
El doctor Offit recordó además que "el aluminio es el tercer metal más abundante en el planeta", presente naturalmente en el agua, el aire e incluso la leche materna. Tras la vacunación, las sales de aluminio son rápidamente eliminadas por el organismo: "Son mayoritariamente filtradas por los riñones en el plazo de dos semanas".
El estudio refuerza el consenso científico sobre la seguridad de las vacunas y alerta sobre los peligros de la desinformación. Como concluyó Hviid: "Es importante que mantengamos separados la ciencia y las opiniones políticas cuando se trata de nuestro programa de inmunización de bebés y niños. Si no, nuestros hijos, van a sufrir las consecuencias".