Lo que revela la historia sobre la viruela

Derrumbó imperios y fue usada como arma biológica. En 1978 desapareció, pero ahora que se extiende la viruela del mono surgen nuevas teorías conspirativas.

Isbelia Farías

    Lo que revela la historia sobre la viruela

    Dos laboratorios de alta seguridad, uno en Moscú y otro en Atlanta, conservan muestras de viruela, a pesar de que la OMS ha llamado a destruir cualquier rastro del virus.

    La viruela ha sido eliminada, pero ahora vuelve a la palestra luego de que se diesen a conocer casos de viruela del mono.

    Aunque no se trata de lo mismo, ni tampoco es mortal, hasta ahora, los científicos temen que exista una relación mayor a la que se cree.

    La viruela del mono fue identificada en los años 50 del siglo pasado, pero en 1970 los médicos observaron un caso que les causó impresión: se trataba de un niño de nueve años de una remota aldea que había desarrollado una erupción en su cuerpo. Las lesiones eran parecidas a las de esa enfermedad que ya se tomaba como eliminada, la viruela.

    Los científicos sintieron temor de que un niño no vacunado hubiese podido escapar. Las pruebas revelaron que se trataba de viruela del mono, un pariente cercano de la viruela que forma parte de la familia de los ortopoxvirus (que también incluye la viruela de las vacas y la viruela del mapache). Era el primer caso detectado en un humano.

    Históricamente, la viruela ha sido devastadora. Las pruebas de la primera víctima mortal proceden de Egipto, a través de los restos momificados del faraón Ramsés V, que murió a los 40 años en 1157 a.C.

    El virus que derribó imperios

    La viruela también tuvo su papel en la caída del Imperio Romano, pues este agente se extendió por Galia y a lo largo del Rin en torno al año 165 d.C. desencadenando una pandemia que se conoció como la peste antonina, y acabó con la vida de unos siete millones de personas.

    A América el virus llegó con Cristóbal Colón y sus hombres. Se estima que la población nativa americana era de unos 54 millones de habitantes, pero el patógeno, junto a otras epidemias, las masacres y la esclavitud, causaron profundos daños en una población que no tenía inmunidad.

    Así, el imperio Azteca de México se redujo de 17,2 millones de habitantes a solo 600.000, en el año 1800. Algo que explica cómo Hernán Cortés pudo haber logrado su conquista con solo 600 soldados.

    De compartir costras a exponer a su hijo

    Las primeras terapias que se usaron para combatir la viruela consistían en compartir costras. Los médicos de China, India, Egipto y Etiopía recogían el pus o las costas de los enfermos y las colocaban en la piel o nariz de quienes estaban sanos, buscando protección. A este procedimiento se le conocía como variolación y, aunque implicaba un riesgo mortal, la tasa era menor que si no se aplicaba. Esta fue una pista para abrir el camino a la inmunidad.

    Sin embargo, no fue hasta el siglo XVIII cuando el médico inglés Edward Jenner dio con la vacuna definitiva. El médico vacunó a su propio hijo Edward, y a dos jóvenes criadas, con la enfermedad benigna de la viruela de las vacas. Más tarde, fueron expuestos a la viruela humana y el resultado fue que desarrollaron inmunidad. De modo que surgió la vacuna y en 1807 unas 165.000 personas ya estaban vacunadas en Inglaterra.

    Una teoría conspirativa

    La última persona que murió por viruela fue la fotógrafa médica de la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, Janet Parker. Ella trabajaba en un piso encima de donde se investigaba la viruela, en 1978 enfermó y al mes murió. Al siguiente día, el profesor Henry Bedson, quien dirigía el laboratorio de la viruela, se suicidó.

    Hoy día, solo dos laboratorios de alta seguridad, uno en Moscú y otro en Atlanta, conservan muestras de la viruela para investigaciones futuras, pese a que la OMS ha llamado a destruir cualquier rastro del virus. El mayor temor es que las muestras escapen un día por accidente o que sean usadas para crear un arma biológica mortífera.

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