Aunque se asocia principalmente con infecciones graves, investigaciones recientes sugieren que la sepsis podría tener efectos inesperadamente protectores contra el cáncer.
La sepsis mata a aproximadamente 11 millones de personas al año en todo el mundo, lo que la convierte en una de las principales causas de muerte a nivel global, pero para aquellos que sobreviven,podría haber efectos positivos
Aunque se sabe que la inflamación aumenta el riesgo de cáncer, un estudio reciente, en el que participaron investigadores del Inserm, sugiere que las infecciones graves podrían inducir un mecanismo protector contra esta enfermedad.
El análisis de los datos de salud de más de 110.000 franceses hospitalizados entre 2010 y 2016, de los cuales la mitad padecía sepsis y la otra mitad una infección menos grave.
Este estudio reveló que, incluso ajustando por factores de riesgo como edad, sexo u obesidad, los pacientes con sepsis tenían, en promedio, un 12,5% menos de riesgo de desarrollar cáncer en comparación con aquellos que tuvieron infecciones menos graves. En ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de piel, esta tasa fue incluso del 30%.
Frente a estos hallazgos, los investigadores intentaron entender el mecanismo que podría explicar esta inesperada protección. A través de experimentos en ratones, descubrieron que durante la sepsis, ciertos macrófagos se "entrenan" para reaccionar rápidamente ante futuras infecciones.
Estos macrófagos liberan quimiocinas que atraen y retienen otras células inmunitarias en los órganos afectados, las células T residentes.
Una vez superada la sepsis en los ratones, estas células T permanecen en los tejidos durante varias semanas o meses, lo que podría equivaler a varios años o incluso décadas en los humanos. Esta presencia prolongada aumenta la vigilancia inmune antitumoral, lo que podría promover una respuesta más rápida y eficaz en caso de aparición de cáncer.
Los investigadores esperan que este descubrimiento pueda llevar a nuevas estrategias terapéuticas para prevenir y tratar tumores. Para ello, intentaron replicar esta inmunidad inducida por la sepsis inyectando a ratones betaglucano, una fibra soluble proveniente de la levadura de cerveza, conocida por su capacidad para activar los macrófagos. Estos macrófagos "entrenados" permitieron el reclutamiento de células T residentes, como sucede durante la sepsis.
Sin embargo, el betaglucano presenta riesgos potenciales para los seres humanos, ya que es un conjunto de moléculas de diferentes tamaños y no se ha aislado la parte "activa" de la misma. Esto podría generar efectos impredecibles sobre el sistema inmunológico.
Por lo tanto, el siguiente paso será identificar la porción mínima de betaglucano esencial para su actividad estimulante de los macrófagos. Además, será necesario comprender mejor cómo las células T residentes contribuyen a la reducción del riesgo de cáncer.
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