Cuando el doctor Luis Almodóvar Fábregas, Neurocirujano Oncólogo con servicio en HIMA San Pablo de Caguas regresó a Puerto Rico tras lograr una Subespecialidad en Neurocirugía Oncológica en el MD Anderson Center, ya tenía muy claro sus planes para su futuro cercano.
Cuando el doctor Luis Almodóvar Fábregas, Neurocirujano Oncólogo con servicio en HIMA San Pablo de Caguas regresó a Puerto Rico tras lograr una Subespecialidad en Neurocirugía Oncológica en el MD Anderson Center, ya tenía muy claro sus planes para su futuro cercano. Sabía que se dedicaría a la Neurocirugía Oncológica y Tumores Cerebrales aplicando las técnicas del programa de Gamma Knife que consiste en remover el tumor sin afectar tejido benigno en el cerebro.
“Estas operaciones comenzaron en el 2010 en Puerto Rico. Es un tratamiento de radiocirugía que sirve tanto como método inicial como complementario a la cirugía. Se trata de dar radiación enfocada en la lesión de interés, minimizando así que la radiación afecte los tejidos circundantes”, explicó el Galeno dedicado a la práctica de la medicina desde el 2007.
Dijo, que el tumor cerebral es un reto. Es una condición difícil de tratar porque los horizontes de tratamiento son dificultosos aunque no imposibles de lograr.
“Para mí era la puerta de entrada para un mundo muy amplio de tratamiento quirúrgico y también del desarrollo de nuevas técnicas tanto quirúrgicas como moleculares para el tratamiento de los tumores”, destacó.
A su juicio médico, la frontera era y sigue siendo la cura de los tumores malignos una cura. Sin embargo, se origina un tratamiento que, con un pronóstico poco halagador, aún existen las alternativas para encontrar respuestas.
“Uno tiene que convertirse en médico, en psicólogo, trabajador social de nuestros pacientes, en particular de aquellos cuyo pronóstico es reservado. El paciente enfrenta el diagnóstico con un estigma por el contexto histórico y comportamiento usual de estos tumores, donde los diagnósticos de los malignos son sinónimo de mortalidad y no nos podemos rendir ante eso”, sentenció.
“Mi papá también es médico y es un ser sumamente espiritual, ora antes de cada intervención, y esa sensibilidad forma parte integral de mi formación como ser humano y como profesional”, agregó.
“Por eso nunca pierdo la vida ni el empeño con mis pacientes. Yo le expongo el panorama, lo discutimos y tomamos decisiones”.
Otros de los avances incorporados a su práctica médica es la terapia genética. Aunque se han hecho avances, los cambios sucedidos permiten asegurar que el promedio de vida supere los estándares establecidos que indican que están entre los dos y cuatro años.
“Tenemos una misión social de que estos pacientes tengan la oportunidad de maximizar no solo su supervivencia sino obtengan una mejor calidad de vida”, sentenció.
La intervención con un gioblastoma multiforme con cuatro años libre de recurrencia es uno de sus más grandes logros. Estos tumores pueden crecer y recurrir en cualquier momento. Sin embargo, la cirugía sola no es un tratamiento adecuado para el gioblastoma multiforme, el paciente necesita radioterapia y quimioterapia. Por eso se evaluamos al paciente cada tres meses y estar preparados para que algún momento ocurra una recurrencia.
“Cuando tengo casos de pacientes con tumores severos, difíciles de operar, me trastocan. También, si son jóvenes que empiezan a vivir, me toca la fibra”, manifestó.
Al año se atienden alrededor de 30 pacientes con tumores de gioblastoma multiforme, que en comparación con otros tipos de cáncer, es el menos común.
Su cuadro de síntomas incluye un severo dolor de cabeza que según pasando el tiempo, se debilita de manera progresiva un lado del cuerpo, convulsiones, pérdidas de memorias y vómitos, entre otros.
Otros tumores benignos y malignos tratados son meningiomas, tumores de pituitaria, neuromas acústicos y otros tipos de gioblastoma y metástasis cerebrales.
Desde el 2008 al 2014 el Dr. Almodóvar trabajó junto a su padre en el Centro Médico de Río Piedras como Neurocirujanos.
“A mí no me gustaba la neurocirugía porque había visto cómo papi con su residencia no estaba en casa tanto tiempo. Sin embargo, asistí a una conferencia sobre el tema en el Recinto de Ciencias Médicas, me enamoré Neurocirugía y entendí a mi papá”, contó con emoción.
Una vez llegó a la Isla en el 2007 convenció a su papá para que se trasladara desde Mayagüez a San Juan para iniciar un nuevo proyecto juntos. Eso sucedió en el 2008.
“Hemos trabajado muchos casos pero el más que nos impactó fue el de un conocido de la familia de Mayagüez. La operación duró 16 horas. Allí viví algo emocionante, mi papá, que hasta ese momento que había guiado a mí, estaba siguiéndome, yo le estaba enseñando. Fue mágico”, declaró.
“El paciente tenía uno de los tumores más grandes que he operado en mi vida, afortunadamente benigno. Esta persona estaba deprimida pues el tumor presionaba su lóbulo frontal izquierdo, que tiene que ver con el comportamiento y una vez se le removió, se transformó en una persona feliz, alegre. Literalmente le cambiamos la vida a una persona”, sumó.
Finalmente, el Doctor hijo agradeció las lecciones que papá le ha dado en el camino. Nunca terminas de aprender y experimentar sensaciones nuevas sobre la vida. Por eso vive, trabaja y respeta la vida, sin obviar la espiritual del ser.