Investigadores del Departamento de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga han dado un paso más hacia una nueva diana terapéutica para abordar la depresión, una de las enfermedades con mayor impacto sobre la población, según la Organización Mundial de la Salud. De hecho, en España se estima que puede afectar a 4 millones de personas.
Para su tratamiento farmacológico existen diferentes terapias, principalmente las que actúan sobre el sistema serotoninérgico -los denominados fármacos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina)-. Sin embargo, ya se ha confirmado como su efecto antidepresivo tarda alrededor de dos semanas en aparecer y, además, en torno a un 30 por ciento de los pacientes son resistentes a estos fármacos.
El equipo que co-dirige la profesora Zaida Díaz-Cabiale, ha evidenciado que un fragmento del neuropéptido 'Galanina' -una molécula endógena del cerebro- interviene en la anhedonia, que es la pérdida de la capacidad de sentir placer por actividades cotidianas, por ejemplo, la comida, la actividad social o el sexo y, por tanto, uno de los síntomas principales en pacientes deprimidos.
Estos investigadores han demostrado por primera vez en un modelo animal la implicación de la 'GAL (1-15)' en el sistema de recompensa del cerebro.
«Hemos comprobado mediante distintos experimentos cómo los animales modifican su respuesta ante estímulos apetitivos muy reforzantes, como la sacarina o la atracción sexual tras la administración del fragmento de la Galanina», explica el investigador Carmelo Millón, uno de los autores de este estudio, que ha sido publicado por la revista científica « Journal of Psychopharmacology».
Además, en este artículo se ha analizado el sistema de refuerzo del cerebro a nivel molecular, que es el circuito encargado de reforzar conductas positivas para el individuo y la especie, reafirmando como el fragmento de 'Galanina' actúa directamente en este mecanismo neurológico, provocando una disminución de la actividad en el circuito.
Según Millón, la descripción de este fragmento es esencial para poder modular el circuito de recompensa del cerebro, con interesantes aplicaciones que van más allá del tratamiento de la depresión, como su posible uso en adicciones relacionadas con drogas. «Comprender estos mecanismos abre infinitas vías terapéuticas, de ahí su relevancia», afirma.