El movimiento por los derechos civiles y humanos ha sido una lucha larga y dolorosa. Garantizar el acceso pleno a los mismos derechos y la igualdad ante la ley a los grupos que no los tienen es objeto de represión. Los que deciden revelar su verdad pueden encontrarse con la misma muerte.
Ese es el precio que ha tenido que pagar un sector importante de nuestra sociedad que sufren violencia y discriminación debido a su orientación sexual y otros factores socioeconómicos. La sola percepción de homosexualidad pone a las personas en situación de riesgo. No se remite a palabras hirientes y burlas. Va más allá. El asesinato, agresiones físicas, torturas, detenciones arbitrarias, denegación de los derechos de reunión, expresión e información y discriminación en el empleo, la salud y la educación son parte de ese grotesco discrimen.
Así precisamente comienza el primer informe oficial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos, orientación sexual e identidad de género elaborado por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH).
La Revista de Medicina y Salud Pública (MSP) decidió acercarse a la singular historia del Doctor Iván Meléndez y Juan Rivera Villafañe, quienes fueron los primeros en hacer público en Puerto Rico que disfrutaban a su pequeña Ivanna a raíz de un vientre subrogado. Ambos administran una clínica de inmunología con resultados alentadores. Hoy celebran orgullosos el Día de los Padres.
El doctor Meléndez es considerado en Puerto Rico como uno de los más importantes médicos y salubrista en el campo del tratamiento a pacientes con VIH y Sida así como en medicina primaria.
Lo entrevistamos en su casa. Allí estaba junto a su hija y su compañero de vida, Juan Rivera. Ambos nos hablaron de su rol con la pequeña y su aportación a la ciencia a través de sus clínicas.
MSP: ¿Cómo ha sido la experiencia de convertirse en padres?
Dr. Iván Meléndez: Me preocupaba cómo sería vista la pequeña en la escuela por el resto de las personas. Nuestra vida giró en 360 grados. Ella ha sido una gran bendición. Recuerdo cuando puse mi mano suavemente en su cuello, fue algo de otro mundo, una experiencia subliminal. Llamé a mi madre y le agradecí por haberme tenido. Por regalarme el maravilloso don de la vida. Empecé a entender muchas cosas de la vida. La experiencia ha sido interesante y sacrificada pero la decisión fue conjunta y eso nos ha hecho las cosas menos complicadas. De ahí que reajustamos nuestras vidas para cumplir con la responsabilidad. Ella es pequeña, un angelito y depende de nosotros.
Sin embargo, hemos encontrado un gran apoyo de las personas cercanas a nosotros. Amigos, colegas y familiares. Modificamos el hogar haciéndolo seguro. Repasé todas las primeras destrezas de médico de familia. Dejé de viajar tan frecuente y acompañé a Juan, quien los primeros seis meses no se separaba de la pequeña. Creo que Ivanna es bendecida, vino al mundo para hacer algo más”.
MSP: ¿Han sentido miedo?
Juan Rivera: No solo era una relación, significaba convertirnos en papás. La situación nos permitió aprender y ganar en conocimientos. Debíamos proceder de una forma estructurada y segura para la criatura y nosotros. Somos ejemplo para otros que añoran ser padres.
Al principio tuvimos miedo, pero no nos paralizamos en la búsqueda de Ivana. Tanto así, que ambos participamos de su parto. Sostenerla en las manos fue algo mágico, el instante en que nació el amor. La niña tuvo problemas de azúcar. No pudimos estar todo el tiempo a su lado, debido a que el hospital no disponía de habitaciones vacías. Estuve triste. Al mejorar, salí con ella en silla de ruedas por toda la sala de espera. Las personas aplaudían. ¡Soy míster mom!”.
Ya no somos Iván y Juan. Ahora nos convertimos en los papás de Ivanna. Dejamos de ser figuras privadas para ser casi figuras públicas. Mi mayor deseo es que sea feliz.
MSP: ¿Cómo surge la idea de la Clínica de Inmunología?
Dr. Iván Meléndez: Comenzó como una idea en el año 2000, en Ponce. Pensábamos en la población de pacientes con la necesidad de transmitirle un servicio de salud lleno de paz, apoyo. No solo un tratamiento clínico, sino para el alma y la mente. Un sitio de tranquilidad, donde no fueran juzgados, discriminados. Queríamos crear un centro biopsicosocial.
En octubre de 2001, se abre oficialmente la Clínica. Como parte de este panorama, se encontraba el concebir a Ivanna.
MSP: En otros temas, ¿Cómo es el devenir en la Clínica de Inmunología?
Dr. Iván Meléndez: Al recibir a mis pacientes, les doy un abrazo. Soy su médico y amigo. Ellos aprecian este contexto, pues necesitan afecto, atención y cariño, alguien que los escuche. Para aquellos diagnosticados con VIH, emprendimos la búsqueda de medicamentos y alternativas médicas que fueran aprobadas, como los Inhibidores de Proteasa (IP). Empezamos a trabajar con la investigación clínica sobre estas medicinas. Aspirábamos a que Ponce y la región sur se beneficiaran tanto en tratamientos para el VIH como de medicina primaria para otros pacientes, independientemente de su sexualidad. Resultamos la clínica con más féminas VIH positivo. Ofrecemos también servicios de geriatría. Fuimos parte de ese proceso de dejar atrás el discrimen en todos los ámbitos y nos unimos a la investigación clínica para tratamientos de primera.
Aprendimos que la clase media de Puerto Rico era la más afectada, porque le denegaban los servicios teniendo un plan médico. Debían ser personas relativamente pobres para tenerlo todo. Esto era una mala interpretación de la cobertura de salud en la Isla. Desde el punto de vista de salud pública, la situación provocaba que estas personas no fueran adherentes a su tratamiento. Queríamos lograr mayor acceso a medicamentos de primera.
En octubre, cumplimos 15 años. Hemos lidiado con todo tipo de circunstancias. El diagnóstico de VIH aún significa un duro golpe, el paciente debe poner de su parte en el mejoramiento de su salud”.
MSP: Y en cuanto a los desafíos…
Dr. Iván Meléndez: Algunos de los mayores desafíos resultaron la Reforma de Salud, el asignar el médico primario y, si de momento no éramos de un grupo en específico, no podíamos facturar. Fue una lucha de años lograr que estos pacientes tuvieran un mayor acceso a medicamentos y servicios, incluyendo pacientes de diabetes, hiperlipidemia e hipertensión.
Juan Rivera: Entre los retos como salubristas, enfrentamos el recorte en la cobertura de servicios médicos, holísticos, entre otros. Contábamos con masajes terapéuticos, cuidado de niños, acupuntura, lo que ayudaba al paciente en todos sus ámbitos ante el estrés de tomar tantos medicamentos.
En Ponce comenzó uno de los programas de psicología de la salud para pacientes con VIH, por su importancia a partir del diagnóstico. Fuimos pioneros como centro de práctica, eran estudiantes de la Escuela de Medicina de Ponce”.
MSP: ¿Qué logros advierten para la salud pública boricua?
Dr. Iván Meléndez: Somos la entidad privada más grande de Puerto Rico, atendiendo cerca de 800 pacientes. Además, nos reconocieron como centro de servicio de salud para población VIH con más logros a nivel salubrista. Más de un 92% de nuestra población es no detectable.
Tenemos nuestra propia farmacia para asegurar el tratamiento a las personas. Trabajamos en propuestas de prevención de VIH y somos la única clínica certificada para dar tratamiento de profilaxis pre exposición para evitar el contagio.
Juan Rivera: Crecer y expandir la Clínica a Juana Díaz y San Juan (Centro Ararat Inc.). Nuestro grupo de trabajo constituye una familia que brinda los mejores servicios a pacientes, cuyo número cada vez es mayor.
MSP: En cuanto a lo que fue la masacre de Orlando, Florida, como se sientes. La mayoría de la población está indignada y parece que esta tragedia ha podido crear un poco de conciencia...
Dr. Iván Meléndez: Desde el punto de vista salubrista, la misma situación de lo ocurrido en Orlando demuestra el efecto del concepto. Manifiesta cómo el prejuicio puede llegar a un extremo y afectar el nivel mental y social de una persona que cometa actos como estos.
Ver grupos de personas que entiendan lo sucedido como algo bueno, demuestra la pobre capacidad a la adaptabilidad del cambio de los tiempos. Si le añadimos el componente de la fácil disposición de armas de alto calibre en los Estados Unidos, constituye otro problema de salud pública enorme. Esto provoca que se sigan afectando los accesos de salud de estas personas, el que puedan expresar sus necesidades”.
Iván y Juan ya no son los mismos. Han demostrado al mundo que dos hombres pueden darle amor al más tierno retoño y velar por el bienestar de aquellos que necesitan de sus cuidados. Un grito de ternura y fuerza, en medio de la intolerancia, discriminación y homofobia.