Las restricciones en muchos países se flexibilizaron, pero dichos cambios han traído consecuencias y anuncios de nuevas cuarentenas radicales.
En Puerto Rico, a pesar del bajón estadístico, 25 por ciento municipios tienen transmisión COVID-19, así lo indicó la doctora Cruz María Nazario, infectóloga, quien agregó que entre los municipios afectados por un nivel alto de transmisión del virus se destaca el pueblo Adjuntas, con 173 casos por cada cien mil habitantes.
Hoy el gobierno informó en sus estadísticas oficiales dos muertes adicionales por COVID, 47 hospitalizaciones y 4.3 por ciento de positividad respecto a contagios, pero el Departamento de Salud advirtió que la pandemia no ha terminado todavía en la Isla.
"Estamos partiendo de una impresión incorrecta de que la situación es buena en todo Puerto Rico y es igual para todos y no lo es. Tenemos una situación complicada de contagios altos en una cuarta parte de los municipios", declaró Nazario en una entrevista con la Revista de Medicina y Salud Pública.
La epidemióloga manifestó que la cantidad de contagios en esa porción de la isla según normas del Centro de Enfermedades Transmisibles (CDC), confirma una transmisión alta porque es mayor de 50 por cada cien mil habitantes.
"Hay que tener cuidado porque no hay una barrera que impida que la transmisión alta en algunos pueblos no pase al próximo pueblo o ciudad", dijo Nazario, que estimó que el gobernador fue excesivamente liberal al eliminar el uso obligado de mascarillas en lugares cerrados.
"Creo que él está reaccionando más a las razones económicas que a las salubristas", dijo al recordar que el gobierno liberalizó muchas de las restricciones sociales que ha acompañado al país durante los dos años de la pandemia
Recuento mundial sobre el COVID-19
Ya se cumplieron dos años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró formalmente que el brote de COVID-19 era una pandemia. El pasado 11 de marzo, la organización insiste en que la pandemia "está lejos de terminar", reforzando la idea de que resulta más simple definir el inicio de una crisis sanitaria que establecer su finalización.
Al respecto, la Dra. Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), "Estamos en un momento en la región en que estamos viendo disminuciones importantes en el número de hospitalizaciones e infecciones y tenemos que decir que la gente pide que disminuyamos las medidas de salud pública y sociales y quiere regresar a la normalidad o como era las cosas antes, pero me temo que todavía no estamos en ese momento", dijo a Medscape.
"Levantar la declaración de emergencia no implica el fin de la pandemia”
"No hay fecha proyectada para levantar la declaración de emergencia de salud pública de importancia internacional para COVID-19. Pero hay que aclarar que un posible levantamiento de esa declaración no tiene relación con una finalización de la pandemia", señaló el pasado 23 de febrero el doctor Sylvain Aldighieri, gerente de Incidente para COVID-19 de la Organización Panamericana de la Salud.
Por otro lado, la decisión de terminar la declaración de emergencia tendrá en cuenta variables tales como la incidencia de casos, las muertes y las tasas de vacunación, pero, en última instancia, "no habrá un umbral científico, sino un consenso basado en la opinión", dijo a Science Caroline Buckee, Ph.D. epidemióloga de Harvard T. H. Chan School of Public Health, en Boston, Estados Unidos. Lo cual difumina más la línea de llegada.
La finalización por fatiga
El último elemento es que, mientras que no existe un mecanismo formal unívoco para terminar una pandemia, en la práctica son los propios gobiernos que en los últimos meses han profundizado medidas de flexibilización o eliminación drástica de todas las restricciones los que avanzan hacia ese punto, una situación que incluso parece acelerarse en la medida que la invasión de Rusia a Ucrania domina la agenda pública.
Un flamante informe de la consultora McKinsey & Company sobre la evolución de la pandemia sintetiza esta situación: "El vínculo entre los casos y los ajustes de comportamiento se está rompiendo en gran medida. Los datos muestran que cada vez más personas han llegado a la conclusión de que los riesgos para la salud de la COVID-19 no son lo suficientemente importantes como para cambiar su comportamiento, ya sea por su estado de vacunación, su juventud o el deseo de superar la pandemia. Y en consonancia con esta tendencia, algunos gobiernos han concluido que los costos sociales totales de los confinamientos, las restricciones comerciales o los mandatos de usar mascarillas superan los beneficios en esta fase de la pandemia".
El problema es que, aunque la gente pueda estar cansada de la pandemia, el virus parece tener reservas inagotables de energía. "Todavía el coronavirus está en capacidad de darnos algunas sorpresas", advirtió el Dr. Roa. Solamente en el Reino Unido, donde el 15 de febrero se levantaron todas las restricciones legales en Irlanda del Norte y el 24 de febrero en Inglaterra en el marco del plan "Vivir con COVID-19", en la última semana los nuevos contagios crecieron 46,4%, las muertes casi 20% y las hospitalizaciones, 12,2%.
La pandemia puede terminar por "fatiga pandémica", escribió el Dr. Roa en su blog. "Pero eso no implica que termine para los médicos y menos aún para aquellos que se están enfermando hoy y enfermarán en adelante. Tampoco para aquellos que, infectados y curados en su fase aguda, hoy padecen de COVID-19 persistente o de las secuelas de COVID-19", concluyó.
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