Su composición está lejos de ser la ideal para una alimentación saludable, ya que están hechos de partes de muchos alimentos mezclados artificialmente, lo que engaña al sistema del gusto y la saciedad del cuerpo.
En un contexto donde los alimentos ultraprocesados se han convertido en una constante, el cardiólogo y experto en salud José Abellán ha lanzado una advertencia sobre los peligros que representan estos productos para la salud.
Explicó cómo el consumo de galletas y otros productos ultraprocesados durante el desayuno está estrechamente relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades graves, como cáncer e ictus.
A pesar de su popularidad, estas galletas y otros productos similares tienen un bajo valor nutricional. Su composición está lejos de ser la ideal para una alimentación saludable, ya que están hechos de partes de muchos alimentos mezclados artificialmente, lo que engaña al sistema del gusto y la saciedad del cuerpo.
El cardiólogo explicó que el cuerpo humano está adaptado para digerir alimentos completos, pero los ultraprocesados como las galletas hackean ese sistema, alterando los procesos naturales de regulación de la saciedad.
En el mundo actual, consumir ultraprocesados genera picos de glucosa que desestabilizan el metabolismo, aseguró Abellán. Estos picos de glucosa, a su vez, conducen a una acumulación de grasa corporal, lo cual tiene efectos perjudiciales a largo plazo.
El consumo excesivo de alimentos ultraprocesados como pizzas, galletas, gaseosas, papas fritas, etc... Contribuye a la inflamación crónica en el cuerpo, lo que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otros trastornos relacionados con la resistencia a la insulina.
Como explica el cardiólogo, esa proinflamación afecta tanto al sistema cardiovascular como al sistema inmune, generando problemas de salud cada vez más graves a medida que pasa el tiempo.
Una de las razones por las que los ultraprocesados tienen tanto éxito en la sociedad actual es su bajo costo y facilidad de adquisición.
Estos productos son más baratos de producir debido a la calidad inferior de sus ingredientes, y su fabricación generalmente se realiza en países con costos laborales bajos. Este factor, sumado a su alta disponibilidad en supermercados y tiendas, hace que muchas personas elijan estos productos sin ser plenamente conscientes de sus efectos adversos.
Además, los ultraprocesados no requieren ninguna transformación antes de ser consumidos; basta con abrir el paquete o calentarlos, lo que facilita su integración en la rutina diaria.
El marketing agresivo que acompaña a estos productos también juega un papel fundamental, con envases llenos de colores y mensajes atractivos que fomentan el consumo.
Un estudio reciente publicado en el British Medical Journal ha revelado una alarmante relación entre los alimentos ultraprocesados y diversos efectos adversos para la salud, como enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes tipo 2.
Este estudio incluyó 45 investigaciones de países como EE. UU., Australia, Francia e Irlanda, con una muestra total de 9,8 millones de participantes. Los datos sugieren que más del 50 % de la ingesta calórica diaria en países como EE. UU. y el Reino Unido proviene de estos alimentos.
Los resultados del estudio son contundentes: un mayor consumo de ultraprocesados se asocia directamente con un aumento en la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, problemas de salud mental y obesidad.
Ante estos datos, los expertos han subrayado la necesidad de reducir el consumo de estos productos y priorizar alimentos frescos y mínimamente procesados, como frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras.
Ante la creciente prevalencia de enfermedades asociadas al consumo de ultraprocesados, el Dr. Abellán y otros expertos en salud instan a la población a ser más consciente de lo que consumen.
Optar por una dieta basada en alimentos frescos y naturales no solo puede prevenir enfermedades crónicas, sino que también mejora la calidad de vida a largo plazo.
Limitar el consumo de ultraprocesados no es solo una cuestión de salud, sino también una estrategia clave para proteger el bienestar cardiovascular y metabólico.
Fuente consultada aquí.