El patrón de consumo juvenil está cambiando, mientras se evidencia una baja del cigarrillo tradicional, el uso de vapeadores y cachimbas se dispara, alcanzando cifras cercanas al 50% entre jóvenes.
Los especialistas en otorrinolaringología han advertido que los hábitos de consumo de los adolescentes y jóvenes están creando un "caldo de cultivo" para tumores que tradicionalmente afectaban a personas mayores.
La combinación de alcohol, cigarrillos electrónicos y cachimbas podría cambiar en las próximas décadas el perfil del paciente con cáncer de cabeza y cuello, adelantando su aparición y aumentando su prevalencia.
La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) ha hecho esta alerta con motivo del Día Nacional del Cáncer de Cabeza y Cuello, apuntando directamente a la evidencia científica que vincula estas sustancias con un mayor riesgo oncológico.
Por un lado, el consumo de tabaco tradicional entre adolescentes sigue una tendencia descendente. Sin embargo, esta reducción se ve compensada y hasta superada por el auge de las nuevas formas de consumo.
Casi la mitad de los adolescentes de 14 a 18 años (el 49,5%) reconoce haber usado cigarrillos electrónicos alguna vez. Además, casi uno de cada cinco españoles entre 15 y 64 años ha probado vapeadores, con un porcentaje alto entre los más jóvenes.
El dato de las cachimbas es aún más llamativo: el 49,5% de los estudiantes admite haberlas utilizado.
En paralelo, el consumo de alcohol mantiene patrones elevados. Según la encuesta ESTUDES 2025, el 71% de los estudiantes lo ha consumido en el último año, y casi uno de cada cuatro (24,7%) ha practicado un consumo intensivo en el último mes.
La ciencia no deja lugar a dudas sobre el peligro. Un metaanálisis de alta calidad incluido en el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco dice que: "el consumo de tabaco en cachimba triplica el riesgo de cáncer de cabeza y cuello".
Otras revisiones publicadas en la revista 'Tobacco Control' confirman esta relación positiva y subrayan la necesidad urgente de políticas regulatorias específicas.
Sobre el vapeo, aunque aún no hay series de datos a largo plazo que midan su incidencia directa en estos tumores, el Ministerio de Sanidad español informa que cigarrillos electrónicos "no son seguros, que contienen sustancias potencialmente tóxicas y que funcionan como antesala del tabaquismo entre los jóvenes".
El alcohol, por su parte, actúa como un agente doblemente peligroso. Es un carcinógeno directo, pero también un facilitador: aumenta la permeabilidad de las mucosas, favorece la penetración de otros tóxicos, potencia la inflamación crónica y reduce la capacidad del cuerpo para reparar el ADN dañado.
La combinación es explosiva. Cuando el alcohol se mezcla con el tabaco o productos relacionados, "multiplica entre 10 y 20 veces la probabilidad de desarrollar estos tumores". Este dato es crucial, ya que más del 80% de los pacientes actuales con estos cánceres son o han sido fumadores intensivos.
Ante este panorama, la SEORL-CCC urge a tomar medidas. La sociedad científica pide la puesta en marcha de regulaciones para los nuevos productos derivados del tabaco, acciones que contempla el anteproyecto de la nueva ley antitabaco, cuya aprobación sigue pendiente.
También mencionan que es necesario reforzar las unidades de cesación tabáquica, esenciales para tratar la dependencia y prevenir futuros casos. Finalmente, recuerdan que el diagnóstico y tratamiento de estos tumores complejos debe realizarse en unidades multidisciplinares especializadas dentro del sistema público de salud, siendo el otorrinolaringólogo el especialista de referencia.
