El manejo inadecuado de la presión arterial en pacientes con cáncer puede comprometer la continuidad del tratamiento oncológico y aumentar el riesgo cardiovascular.
La hipertensión arterial se ha convertido en la complicación cardiovascular más frecuente en pacientes con cáncer, afectando aproximadamente al 40% de esta población.
Esta condición, que puede ser causada tanto por la naturaleza de la malignidad como por los tratamientos oncológicos, requiere un manejo especializado e interdisciplinario para garantizar la continuidad del tratamiento contra el cáncer.
Según el doctor Alejandro Durán, nefrólogo de la clínica La Colina, en una conversación exclusiva de la revista Medicina y Salud Pública, "la hipertensión, primero que todo, así no fuera cáncer, es muy frecuente. Estamos hablando de que casi el 40% de la población mundial es hipertensa". Sin embargo, en el contexto oncológico, esta cifra se mantiene y adquiere mayor complejidad debido a múltiples factores asociados.
La hipertensión en pacientes oncológicos tiene un origen multifactorial. "Tiene que ver con que hay asociaciones entre la hipertensión como causante de cáncer, o el cáncer como causante de hipertensión, como un fenómeno paraneoplásico", explica el especialista.
Sumadora a eso, "también por los tratamientos y por condiciones adyuvantes que reciben los pacientes: medicamentos, el estrés, el dolor... muchas cosas se juntan en esos pacientes que los llevan a ser hipertensos".
Algunos tipos de cáncer tienen una relación directa con el desarrollo de hipertensión arterial. "Los paragangliomas o los feocromocitomas son causas de hipertensión secundaria que no es muy frecuente, pero están descritos como causas de hipertensión directamente relacionadas con el cáncer", señala Durán.
El cáncer renal merece especial atención debido a su estrecha relación con la hipertensión arterial. "Como el riñón regula mucho lo que tiene que ver con la hipertensión arterial en el cuerpo, pues los cánceres del riñón per se son frecuentemente asociados con la hipertensión arterial", indica el nefrólogo. "De hecho, es de la evidencia más fuerte que hay: la asociación entre ese tipo de cáncer y desarrollar hipertensión arterial".
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El seguimiento de la presión arterial en pacientes oncológicos debe ser sistemático y continuo. Antes de iniciar cualquier tratamiento contra el cáncer, "deberíamos siempre monitorear a los pacientes: saber si son hipertensos o no, cuál es su riesgo cardiovascular".
Durante el tratamiento, las guías médicas son aún más estrictas. "Las guías recomiendan que sea al menos semanal, pero luego cada dos a tres semanas durante el tratamiento", enfatiza el especialista.
Incluso después de suspender el tratamiento oncológico, la vigilancia continúa siendo crucial, ya que la tensión puede volver a lo normal. Y si el paciente venía recibiendo medicamentos, pues puede bajársele mucho.
El manejo de estos pacientes requiere un equipo especializado que incluye múltiples disciplinas. "Eso hace parte de un grupo de especialidades que se llama la onconefrología o la oncocardiología, en donde idealmente va a haber un grupo interdisciplinario de personas: nutricionistas, psicólogas, nefrólogos, cardiólogos, incluso oncólogos y hematólogos".
En algunos casos, los niveles de presión arterial pueden llegar a comprometer la continuidad del tratamiento oncológico. "Hay algunos umbrales en donde uno dice: no, es mejor parar la quimioterapia, hagamos un mejor tratamiento y reiniciemos posiblemente con dosis más bajas", explica Durán.
"No es lo ideal, porque lo que queremos es mantener el tratamiento del cáncer sin perjudicar el cáncer en sí mismo. Pero a veces hay que sopesar en la balanza el riesgo y el beneficio".
El especialista también aborda una preocupación común entre los pacientes: el posible riesgo de desarrollar cáncer por el uso de medicamentos antihipertensivos. "Realmente no hay una evidencia fuerte que lo sustente", asegura.
Su recomendación es clara: "A los hipertensos que no tienen cáncer, digamos, el mensaje sería: no se preocupe. Hay que tomar los antihipertensivos, porque es más el beneficio y la prevención cardiovascular que el riesgo de cáncer que esto induce".
La integración del control de la presión arterial en el manejo oncológico representa un desafío médico que requiere especialización, pero que es fundamental para preservar tanto la eficacia del tratamiento contra el cáncer como la salud cardiovascular a largo plazo de los pacientes.