En un escenario donde los tratamientos oncológicos son cada vez más efectivos pero también más complejos, la integración de nefrólogos, oncólogos, urólogos y otros profesionales se vuelve indispensable.
En los últimos años, el creciente desarrollo de terapias oncológicas ha cambiado el panorama del tratamiento del cáncer, permitiendo una mayor supervivencia de los pacientes. Sin embargo, estos avances también vienen con un nuevo reto: el impacto de estos tratamientos en la función renal.
Es en este contexto donde surge la onconefrología, una subespecialidad médica que busca abordar de manera integral la relación entre el cáncer y los riñones.
Según el doctor Marco Bonilla, nefrólogo de la Universidad de Chicago, esta disciplina es "esa intersección entre el cáncer y los riñones", enfocándose no solo en las complicaciones renales derivadas del cáncer en sí mismo, sino también en aquellas provocadas por los tratamientos oncológicos.
Si bien es cierto que la medicina moderna ha logrado que los pacientes con cáncer vivan más tiempo y con mejor calidad de vida, " ahora vemos con mayor frecuencia casos de lesión renal aguda, hiponatremia o incluso enfermedad renal crónica asociada a los tratamientos", explica el doctor Bonilla.
"Con tantas nuevas terapias disponibles, es fundamental mantenerse actualizado y saber anticipar qué tipo de complicaciones renales pueden presentarse", añade el experto.
El manejo de estos pacientes no puede limitarse a una sola especialidad, ya que las decisiones terapéuticas requieren un equilibrio delicado entre combatir el cáncer y preservar la función renal.
En muchos casos, oncólogos, nefrólogos, urólogos y reumatólogos deben trabajar en conjunto para determinar si es necesario ajustar, suspender o cambiar un tratamiento oncológico ante una complicación renal. "A veces, el dilema es si paramos el tratamiento del cáncer o lo continuamos a pesar del daño renal. Son decisiones difíciles que requieren consenso", señala.
Un ejemplo claro de esta colaboración ocurre con los inhibidores de punto de control inmunitario, terapias revolucionarias que, en algunos pacientes, pueden desencadenar una lesión renal aguda.
El éxito en el manejo de estos pacientes no depende únicamente de los tratamientos médicos, sino también de un soporte integral que aborde sus necesidades físicas y emocionales.
Muchos pacientes oncológicos enfrentan problemas nutricionales debido a los efectos secundarios de la quimioterapia o la propia enfermedad. "Tienen problemas gastrointestinales y necesitan un refuerzo nutricional personalizado", explica el doctor Bonilla.
Además, en casos de cáncer avanzado, el enfoque paliativo y el apoyo psicológico se vuelven fundamentales. "El impacto no es solo físico; las familias también cargan con un peso emocional enorme. Por eso el trabajo social y la psicología son pilares en este proceso", concluye.