Inteligencia artificial detecta el párkinson a través del cerumen con 94 % de precisión

El análisis del cerumen reveló diferencias químicas únicas entre pacientes con párkinson y personas sanas, abriendo una posible vía diagnóstica no invasiva.

Mariana Mestizo Hernández

    Inteligencia artificial detecta el párkinson a través del cerumen con 94 % de precisión

    Un nuevo estudio sugiere que los compuestos presentes en la cera del oído podrían contribuir a diferenciar a las personas con enfermedad de Parkinson (EP) de quienes no padecen esta condición.

    La investigación identificó diferencias significativas en cuatro compuestos orgánicos volátiles (COV) hallados en las secreciones del canal auditivo entre ambos grupos. Estos compuestos —etilbenceno, 4-etiltolueno, pentanal y 2-pentadecil-1,3-dioxolano— podrían representar biomarcadores potenciales para la detección de la enfermedad.

    Alta precisión con inteligencia artificial

    Además, un modelo de cribado olfativo basado en inteligencia artificial (AIO) logró identificar a los participantes con EP con una precisión del 94 %. "La precisión del modelo realmente nos sorprendió",  afirmó el doctor Hao Dong, investigador principal del estudio y miembro del Centro de Investigación de Estudios Fundamentales de Frontera del Laboratorio de Zhejiang, en Hangzhou, China, en declaraciones a Medscape Medical News.

    No obstante, el especialista advirtió que se trató de un experimento a pequeña escala y realizado en un solo centro, por lo que los hallazgos deben interpretarse con cautela.

    "El siguiente paso es realizar más investigaciones en diferentes etapas de la enfermedad, en múltiples centros de investigación y entre múltiples grupos étnicos para determinar si este método tiene mayor valor de aplicación práctica", añade Dong.

    Los hallazgos fueron publicados recientemente en línea en la revista Analytical Chemistry.

    Perfil olfativo y sebo: el origen de la hipótesis

    "Nuestro equipo lleva tiempo investigando la detección de compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por el cuerpo humano. De forma casual, encontramos informes sobre la detección de estos compuestos en el sebo de personas con párkinson", explicó Dong.

    El sebo, una sustancia aceitosa secretada por la piel, puede presentar un olor característico en individuos con enfermedad de Parkinson (EP). En un estudio de 2019 citado por el investigador, se recolectaron muestras de sebo de la parte superior de la espalda de 64 personas mediante un procedimiento no invasivo. Los resultados sugirieron que las muestras correspondientes a pacientes con EP contenían compuestos asociados con un perfil olfativo único.

    El cerumen, una alternativa más estable

    A partir de este precedente, el equipo de Dong replicó inicialmente el experimento utilizando también sebo recolectado de la parte superior de la espalda. Sin embargo, observaron que el cerumen era más fácil de obtener y presentaba una composición química más estable, lo que los llevó a enfocar el nuevo estudio en la cera del oído.

    Aunque ambos materiales contienen sebo, el cerumen posee una ventaja: al encontrarse dentro del canal auditivo, su exposición a factores externos que puedan alterar su composición es mínima, lo que lo convierte en una fuente más protegida para el análisis químico.

    El estudio incluyó a 209 participantes, de los cuales 108 tenían diagnóstico de EP. Las muestras fueron recolectadas mediante hisopos aplicados en el canal auditivo y posteriormente analizadas mediante cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas.

    Los resultados revelaron que las secreciones auditivas de las personas con EP contenían 196 COV distintos, frente a los 168 detectados en quienes no padecían la enfermedad. Ninguno de los participantes presentó un perfil idéntico de compuestos, lo que refuerza la complejidad y especificidad de los hallazgos.

    Una huella química de la enfermedad

    Según los autores, los compuestos orgánicos volátiles identificados podrían actuar como una especie de "huella dactilar" para la detección de enfermedades. "En este caso, los componentes del COV podrían utilizarse como una ´huella dactilar´ para la identificación de enfermedades", escribieron en el artículo.

    Los análisis estadísticos ajustados permitieron identificar cuatro compuestos que mostraron diferencias significativas entre los participantes con y sin enfermedad de Parkinson: etilbenceno, 4-etiltolueno, pentanal y 2-pentadecil-1,3-dioxolano.

    Tecnología aplicada al diagnóstico

    Los investigadores entrenaron el sistema de inteligencia artificial olfativa (AIO) utilizando los datos obtenidos de los compuestos orgánicos volátiles. Para ello, combinaron sensores de ondas acústicas de superficie y cromatografía de gases con un modelo de red neuronal convolucional (CNN), lo que permitió alcanzar una precisión de hasta el 94,4 % al diferenciar a los participantes con enfermedad de Parkinson de aquellos sin diagnóstico.

    El modelo también mostró un alto rendimiento en los análisis estadísticos, con un área bajo la curva (AUC) de 0,98, una cifra muy superior al umbral de 0,8, considerado un indicador sólido de efectividad diagnóstica.

    "Mejoras adicionales al modelo de diagnóstico podrían allanar el camino para una nueva y prometedora solución de diagnóstico de EP y el uso clínico de un dispositivo de diagnóstico junto a la cama del paciente", escribieron los autores.

    Potencial biomarcador no invasivo

    Por el momento, el doctor Hao Dong señaló que el mensaje principal para los profesionales de la salud es que "se ha verificado aún más el potencial de los compuestos orgánicos volátiles secretados por la piel como biomarcadores de la enfermedad de Parkinson".

    Un enfoque novedoso y no invasivo

    En declaraciones a Medscape Medical News, el doctor Ethan G. Brown, profesor asociado de neurología clínica y trastornos del movimiento en la Universidad de California en San Francisco, calificó el estudio como "llamativo".

    "Uno no pensaría que las secreciones del canal auditivo sean tan útiles, pero pensé que esta era una aplicación muy interesante con la que realmente no estaba familiarizado", comentó. Brown, quien no participó en la investigación, ha trabajado en estudios centrados en el ensayo de amplificación de semillas de alfa-sinucleína como marcador de enfermedades neurodegenerativas. No obstante, ese tipo de prueba requiere obtener líquido cefalorraquídeo mediante punción lumbar, lo que limita su aplicabilidad clínica.

    En ese sentido, valoró positivamente la propuesta del nuevo estudio: "Siempre buscamos biomarcadores en la enfermedad de Parkinson, especialmente métodos no invasivos para diagnosticarla, y este estudio es muy prometedor en ese sentido. Obtener una muestra del conducto auditivo externo facilitaría mucho la detección en la clínica", afirmó.

    Aportes y limitaciones

    Aunque la investigación podría ofrecer pistas sobre los procesos metabólicos subyacentes en la enfermedad de Parkinson, también deja abiertas varias interrogantes. Brown señaló que las diferencias observadas en los compuestos orgánicos volátiles podrían deberse a factores distintos a la enfermedad, como la exposición a sustancias químicas, alteraciones en el microbioma o diferencias conductuales.

    Además, advirtió que el tamaño limitado de la muestra y el carácter unicéntrico del estudio plantean el riesgo de variables de confusión, como diferencias en la dieta, movilidad o uso de medicamentos entre los grupos.

    "Aún queda mucho por resolver, pero creo que el método que usaron podría potencialmente decirnos más sobre la biología de la EP", sostuvo. 

    Sin embargo, reconoció que los resultados deben interpretarse con cautela: "Es pronto, y los hallazgos aún se encuentran en una fase preliminar. Ojalá nos estemos acercando a una forma más objetiva de diagnosticar el párkinson, lo cual considero fundamental para el desarrollo de tratamientos".



    Más noticias de Investigación