El TDPM afecta el estado de ánimo y la funcionalidad de la mujer, requiere diagnóstico médico y puede necesitar tratamiento con antidepresivos, terapia hormonal o psicoeducación.
Sentir agotamiento durante la menstruación va más allá de una simple molestia pasajera. Para millones de mujeres, este cansancio mensual puede ser tan intenso que interfiere con su productividad, descanso y vida cotidiana.
Mientras que en algunos casos se explica por cambios hormonales fisiológicos, en otros podría estar vinculado a deficiencias nutricionales o trastornos subyacentes que requieren atención médica.
El útero realiza un trabajo metabólico durante la menstruación. Las contracciones miometriales necesarias para expulsar el endometrio desprendido consumen energía de manera similar a un ejercicio físico moderado. Este proceso, sumado a la pérdida hemática, genera un estrés fisiológico que se manifiesta como fatiga.
A nivel hormonal, la abrupta disminución de estrógenos y progesterona en la fase lútea tardía altera los niveles de serotonina y melatonina, neurotransmisores clave en la regulación del estado de ánimo y los ciclos de sueño-vigilia. Estudios recientes demuestran que esta fluctuación neuroendocrina puede reducir la eficiencia del sueño REM hasta en un 30%, explicando la somnolencia diurna característica.
Los especialistas recomiendan un enfoque multifactorial. Aunque analgésicos de venta libre pueden aliviar los cólicos, los expertos recomiendan ejercicio moderado para mejorar el ánimo y la regulación del sueño. Complementariamente, una dieta equilibrada rica en hierro y magnesio, junto con una adecuada hidratación, ayuda a mitigar los síntomas.
Sin embargo, si el sangrado es abundante, el riesgo de deficiencia de hierro y anemia se incrementa. La Dra. Kristin Markell, ginecóloga obstetra, advierte que esto puede manifestarse con palidez, taquicardia o intolerancia al frío, requiriendo suplementación o ajustes dietéticos bajo supervisión médica.
- Anemia Ferropénica: El sangrado abundante (menorragia) que supera los 80 ml por ciclo incrementa el riesgo de deficiencia de hierro. Esta condición cursa con palidez mucocutánea, taquicardia compensatoria y alteraciones térmicas, requiriendo suplementación inmediata.
- Trastornos Endocrinos: El hipotiroidismo subclínico frecuentemente se exacerba durante la fase menstrual, potenciando la astenia. Por otro lado, la resistencia insulínica asociada al SOP puede generar hipoglucemias reactivas que intensifican la fatiga.
- Patología Ginecológica: Condiciones como endometriosis (presente en el 10% de mujeres en edad reproductiva) o miomatosis uterina generan un estado inflamatorio crónico que eleva los niveles de citoquinas proinflamatorias (IL-6, TNF-a), directamente relacionadas con la percepción de cansancio.
Ahora bien, en el ámbito emocional, síntomas como irritabilidad persistente, ansiedad o insomnio que no desaparecen, podrían señalar un Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM), una variante severa del síndrome premenstrual que necesita intervención psiquiátrica o terapia hormonal.
El TDPM afecta al 3-8% de mujeres, con sintomatología que cumple criterios DSM-5 para depresión mayor de carácter cíclico. Se caracteriza por síntomas psicológicos y físicos debilitantes, como desesperanza, ataques de pánico o antojos incontrolables, que aparecen en la fase lútea del ciclo.
A diferencia del SPM común, estos síntomas pueden incapacitar a la paciente, requiriendo tratamientos como ISRS (inhibidores de la recaptación de serotonina) o terapia cognitivo-conductual. El tratamiento de primera línea incluye:
- ISRS (Sertralina 50-100 mg/día en fase lútea)
- Moduladores GABAérgicos en casos refractarios
- Psicoeducación familiar para reducir estigma
Aunque su causa exacta sigue en estudio, se asocia a desequilibrios en la serotonina y antecedentes de depresión. Opciones como anticonceptivos de dosis continua o moduladores hormonales han demostrado eficacia en reducir su impacto, siempre bajo prescripción médica.
Evaluación diagnóstica:
- Hemograma completo con ferritina sérica (óptimo >50 ng/ml)
- Perfil tiroideo (TSH, T4 libre)
- Ecografía pélvica para descartar anomalías estructurales
- Diario sintomático de al menos 2 ciclos
Tratamientos farmacológicos para fatiga menstrual:
- AINES selectivos para reducir prostaglandinas inflamatorias
- Anticonceptivos hormonales combinados en regímenes extendidos
- Suplementación con hierro quelado (bisglicinato) + vitamina C para mejorar absorción
No farmacológicos:
- Terapia cognitivo-conductual para manejo del componente ansioso-depresivo
- Protocolo de higiene del sueño con restricción de cafeína postmeridiana
- Suplementación con magnesio glicinato 400 mg/día durante fase lútea
La fatiga menstrual no debe normalizarse cuando limita el funcionamiento diario. Desde ajustes en el estilo de vida hasta intervenciones médicas, las soluciones son diversas y personalizables. La clave está en escuchar al cuerpo y buscar ayuda profesional ante señales de alarma, transformando un desafío cíclico en una oportunidad para optimizar la salud femenina.