Científicos descubren que una proteína del cólera podría provocar la autodestrucción de células de cáncer

Investigadores identifican el mecanismo por el cual la proteína HapA de 'Vibrio cholerae' provoca la autodestrucción selectiva de tumores de colon, mama y páncreas

Laura Guio

    Científicos descubren que una proteína del cólera podría provocar la autodestrucción de células de cáncer

    Un hallazgo científico podría transformar el enfoque en la lucha contra el cáncer. Investigadores del Centro de Investigación del Cáncer (CIC-CSIC-Universidad de Salamanca), en colaboración con instituciones internacionales, han descubierto que una proteína secretada por la bacteria causante del cólera, Vibrio cholerae, es capaz de destruir células tumorales de manera selectiva. 

    El estudio, publicado en la revista científica Cell Death Discovery, revela un mecanismo molecular que podría revolucionar el desarrollo de terapias antitumorales.

    "Este trabajo demuestra el potencial de las proteínas bacterianas como herramientas terapéuticas antitumorales. La acción selectiva y el modo de activación intracelular abren nuevas perspectivas para desarrollar tratamientos combinados y específicos", subrayó Antonio Hurtado, investigador del CSIC en el CIC.

    Una llave molecular que desencadena la autodestrucción tumoral

    El protagonista de este descubrimiento es la proteína HapA, que actúa como una "llave molecular" capaz de reconocer y activar receptores específicos llamados PAR-1 y PAR-2, presentes en la superficie de las células cancerosas. 

    Al interactuar con estas "cerraduras celulares", HapA desencadena una reacción en cadena dentro de la célula que culmina en un proceso de muerte celular programada o apoptosis.

    Los investigadores probaron la eficacia de esta proteína en células humanas de cáncer de colon, mama y páncreas, observando en todos los casos una reducción significativa en la viabilidad y capacidad de multiplicación de las células tumorales.

    Metodología rigurosa para confirmar el mecanismo

    Para asegurar que el efecto antitumoral se debía específicamente a la proteína HapA y no a otros componentes bacterianos, el equipo científico diseñó un protocolo experimental exhaustivo. 

    Cultivaron tanto cepas normales como mutantes modificadas genéticamente de Vibrio cholerae, y recogieron el supernatante —el líquido donde crecen las bacterias y que contiene las proteínas liberadas por estas— para aplicarlo posteriormente a las células cancerosas.

    "Lo que buscamos fue comprobar si las células humanas de distintos tipos tumorales seguían vivas y si podían multiplicarse tras estar en contacto con estas sustancias bacterianas, en particular con la proteína HapA", explicó Hurtado.

    Técnicas avanzadas revelan las vías moleculares de la muerte celular

    Para comprender en profundidad cómo funciona HapA, los investigadores emplearon tecnología de punta. Introdujeron marcadores especiales en las células cancerosas relacionados con los receptores PAR-1 y PAR-2, y utilizaron pruebas específicas para detectar la activación de proteínas indicadoras de muerte celular.

    El estudio identificó que HapA activa las vías internas MEK-ERK, fundamentales en el control de la supervivencia y muerte celular. Para confirmar esta relación, aplicaron fármacos bloqueadores de estas vías, como trametinib, demostrando que al inhibirlas se evitaba la muerte celular inducida por HapA.

    Los sistemas avanzados de imagen en tiempo real permitieron a los científicos contar células vivas y muertas con precisión, así como medir los niveles de apoptosis durante todo el proceso experimental.

    Implicaciones terapéuticas y financiación internacional

    La capacidad de HapA para actuar específicamente sobre células cancerosas a través de receptores presentes en su superficie podría permitir el diseño de tratamientos combinados que potencien la eficacia de las terapias existentes.

    La investigación ha recibido financiación del Consejo de Investigación Sueco, la Sociedad de Cáncer de Suecia, la Unión Europea y la Universidad de Umeå (Suecia), reflejando el carácter internacional y la relevancia del proyecto.

    Aunque se requieren más estudios para trasladar este hallazgo a la clínica, el trabajo representa un avance significativo en la comprensión de cómo componentes bacterianos pueden ser aprovechados en la medicina de precisión contra el cáncer.




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