Su mecanismo aprovecha la noradrenalina y bloquea selectivamente el receptor a2B-adrenérgico, lo que permite activar los receptores a2A que suprimen el dolor de manera natural y segura, sin comprometer la función cardiovascular.
En un mundo donde la dependencia a los opioides ha desatado una crisis de salud pública con miles de muertes anuales por sobredosis, surge una esperanza desde los laboratorios de la Universidad de Kioto.
Un equipo de investigadores ha creado ADRIANA, un innovador fármaco analgésico que promete un alivio potente del dolor pero sin el riesgo de adicción ni los efectos secundarios peligrosos de medicamentos como la morfina o el fentanilo.
La necesidad de una alternativa es urgente. Según IntraMed, solo en Estados Unidos, durante 2023, más de 80,000 personas perdieron la vida debido a sobredosis de opioides. Esta situación ha impulsado la búsqueda global de soluciones farmacológicas más seguras, una búsqueda que ahora podría tener una respuesta concreta.
La clave de ADRIANA no está en adormecer los receptores del dolor como hacen los opioides, sino en aprovechar un mecanismo natural del cuerpo.
Los científicos, liderados por el profesor Masatoshi Hagiwara, se centraron en la noradrenalina, un neurotransmisor que el organismo libera en situaciones de estrés o peligro y que, al activar los receptores a2A-adrenérgicos en el sistema nervioso, es capaz de suprimir la sensación de dolor de forma natural.
El desafío histórico había sido que las sustancias diseñadas para imitar este efecto terminaban provocando serios problemas cardiovasculares.
La innovación del equipo japonés consistió en descubrir que, al bloquear de forma selectiva otro receptor muy similar (el a2B-adrenérgico), se podían aumentar los niveles de noradrenalina de manera segura.
Este incremento activa los receptores a2A y produce el efecto analgésico deseado, pero sin comprometer la estabilidad cardiovascular del paciente.
Llegar a esta solución requirió de una herramienta igualmente novedosa: la prueba de corte de TGFa (TGFa shedding assay).
Esta tecnología permitió a los investigadores evaluar con extrema precisión la actividad de subtipos específicos de receptores adrenérgicos, algo que no era posible con los métodos convencionales.
Tras un exhaustivo cribado de miles de compuestos, este procedimiento les llevó a descubrir el primer antagonista selectivo del receptor a2B en el mundo, que se convirtió en la base química del nuevo fármaco ADRIANA.
El desarrollo del medicamento no se ha detenido en el laboratorio. Los ensayos preclínicos realizados en modelos animales demostraron un perfil convincente tanto de seguridad como de eficacia, lo que abrió las puertas a las pruebas en humanos.
Los resultados iniciales han sido alentadores: el ensayo de Fase I en voluntarios sanos y el posterior ensayo de Fase II en pacientes con dolor posoperatorio tras una cirugía de cáncer de pulmón arrojaron datos positivos. ADRIANA no solo fue bien tolerado, sino que logró una reducción significativa del dolor.
El próximo paso es ambicioso. Actualmente se prepara un ensayo clínico de Fase II a gran escala en Estados Unidos, que se llevará a cabo en colaboración con una empresa derivada de la Universidad de Kioto.
Este estudio buscará confirmar la eficacia de ADRIANA frente a diferentes tipos de dolor, con el objetivo último de ampliar su uso potencial a los millones de personas que sufren de dolor crónico.
La posible comercialización de ADRIANA viene siendo más que un nuevo producto farmacéutico; es una oportunidad para cambiar el manejo del dolor. El profesor Hagiwara especula el impacto que podría tener:
"Si se comercializa con éxito, ADRIANA proporcionaría una nueva opción de manejo del dolor que no dependa de los opioides, contribuyendo significativamente a la reducción de su uso en entornos clínicos".
Con la crisis de los opioides lejos de estar resuelta, este avance científico ofrece un camino hacia adelante. El equipo de Kioto planea continuar investigando la eficacia de su compuesto en otros tipos de dolor, con la esperanza de que su futura aprobación permita ofrecer una alternativa segura y accesible a los pacientes que actualmente tienen muy pocas opciones por los riesgosos opioides.