En la práctica clínica, se recomienda un monitoreo periódico de la función tiroidea en pacientes vacunados, especialmente en mujeres, personas mayores de 65 años y aquellos de origen asiático.
La revista The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism public publicó un artículo clínico sobre un estudio que concluye que la vacunación contra la COVID-19 se asocia a un menor riesgo de hipertiroidismo en los primeros meses tras la inmunización, pero a un mayor riesgo de hipotiroidismo en el curso de 12 meses. Los riesgos a largo plazo para ambos son particularmente mayores en quienes reciben una dosis única de vacunas de ácido ribonucleico mensajero (ARNm).
El estudio fue dirigido por el Dr. Kai-Lun Cheng, de la Facultad de Medicina de la Universidad Médica de Chung Shan, en Taichung (Taiwán) y financiado por el Programa de Investigación del Hospital de la Universidad Médica de Chung Shan. Los autores declararon no tener ningún conflicto de intereses relevante.
El estudio, fue un análisis retrospectivo de cohortes que incluyó a más de 2,3 millones de personas. Los participantes recibieron vacunas de ARNm (BNT162b2 o ARNm-1273) o de vectores adenovirales (Ad26.COV2.S) entre enero de 2022 y diciembre de 2023.
Un grupo de control no vacunado fue incluido para comparación. Los investigadores evaluaron diagnósticos de tiroiditis subaguda, hipertiroidismo e hipotiroidismo durante un año posterior a la vacunación.
En cuanto a los resultados, el grupo vacunado mostró un menor riesgo de hipertiroidismo en los primeros meses tras la vacunación, con un hazard ratio (HR) de 0,65 a los 3 meses. Sin embargo, este efecto se igualó al grupo no vacunado a los 12 meses.
Por otro lado, se observó un mayor riesgo de hipotiroidismo en el grupo vacunado a los 6 meses (HR: 1,14), 9 meses (HR: 1,21) y 12 meses (HR: 1,30). A pesar de este aumento, la incidencia acumulada fue baja, con una tasa de =1 % en ambos grupos.
En el análisis de subgrupos, se identificó que las personas mayores de 65 años, las mujeres y los individuos de origen asiático presentaron un riesgo significativamente mayor de hipotiroidismo a los 12 meses en comparación con el grupo no vacunado.
Además, las vacunas de ARNm se asociaron con un mayor riesgo de disfunción tiroidea a largo plazo, mientras que no se observaron diferencias significativas en quienes recibieron la vacuna de vector adenoviral (Ad26.COV2.S).
Es una glándula esencial que regula el metabolismo, el crecimiento y el desarrollo a través de la producción de hormonas tiroideas. Cualquier alteración en su función, ya sea hipertiroidismo (exceso de hormonas) o hipotiroidismo (déficit de hormonas), puede tener consecuencias significativas para la salud.
Durante la pandemia, se reportaron casos de disfunción tiroidea tanto en personas infectadas con SARS-CoV-2 como en aquellas que recibieron vacunas, lo que ha llevado a investigaciones más profundas sobre este tema.
Aunque los mecanismos exactos no están completamente claros, se cree que las vacunas de ARNm podrían desencadenar respuestas autoinmunes en individuos predispuestos, lo que afectaría la función tiroidea. Además, la inflamación sistémica asociada con la respuesta inmune a la vacuna podría influir en la actividad de la glándula tiroides.
Los autores del estudio mencionaron que es de suma importancia el seguimiento a largo plazo de la función tiroidea en personas vacunadas, especialmente en aquellos grupos de mayor riesgo.
Aunque el riesgo absoluto de disfunción tiroidea es bajo, los profesionales de la salud deben estar atentos a posibles síntomas y considerar evaluaciones periódicas para garantizar un diagnóstico y tratamiento oportunos.
Sin embargo, para este punto, parece importante aclarar que el estudio tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, no se excluyó a personas con infecciones previas o asintomáticas por SARS-CoV-2, lo que podría sesgar los resultados. Además, los hallazgos no son necesariamente aplicables a otros tipos de vacunas, como las de subunidades proteicas o virus inactivados.
En la práctica clínica, se recomienda un monitoreo periódico de la función tiroidea en pacientes vacunados, especialmente en mujeres, personas mayores de 65 años y aquellos de origen asiático.